viernes, 25 de septiembre de 2020

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN - Sabado,26 de septiembre de 2020.



PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Sabado,26 de septiembre de 2020.

Pensamiento bíblico:

Del profeta Jeremías: «Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto» (Jer 17,7-8).

Pensamiento franciscano:

Así meditaba san Francisco el Padrenuestro: «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, gastando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del cuerpo en servicio de tu amor y no en otra cosa; y para que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, atrayéndolos a todos a tu amor según nuestras fuerzas, alegrándonos del bien de los otros como del nuestro y compadeciéndolos en sus males y no dando a nadie ocasión alguna de tropiezo» (ParPN 5).

Orar con la Iglesia:

Confiados en la intercesión de María, madre de Dios y madre nuestra, oremos al Padre por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero.

-Para que, bajo la guía del Espíritu, la humanidad entera contemple en Cristo la encarnación de la misericordia y de la fidelidad de Dios.

-Para que, por mediación de María, todos los hombres reconozcan en Cristo la imagen y modelo del hombre nuevo.

-Para que, por intercesión de María, digna morada del Dios-con-nosotros, los creyentes sepamos encontrarlo presente en nuestros prójimos y especialmente en los pobres.

-Para que, a imagen de María y por obra del Espíritu Santo, los cristianos recibamos gozosos al Verbo del Padre y vivamos como hijos de Dios.

Oración: Dios, Padre nuestro, ayúdanos a vivir según tu palabra y a serte fieles en el camino de nuestra conversión por el que avanzamos hacia la plena identificación con Cristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén. 






 

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