sábado, 27 de junio de 2020


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Señor, no soy digno
27 de junio de 2020
Sábado de la duodécima semana de
lecturas del tiempo ordinario para hoy

San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor — Memorial opcional



“Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solo di la palabra y mi criado sanará ". Mateo 8: 8

Esta frase familiar se repite cada vez que nos preparamos para ir a la Sagrada Comunión. Es una declaración de gran humildad y confianza del centurión romano que le pidió a Jesús que sanara a su sirviente desde la distancia.

Jesús está impresionado con la fe de este hombre afirmando que "en nadie en Israel he encontrado tal fe". Vale la pena considerar la fe de este hombre como modelo para nuestra propia fe.

Primero, veamos su humildad. El centurión reconoce que "no es digno" de que Jesús venga a su casa. Esto es verdad. Ninguno de nosotros es digno de tanta gracia. El hogar al que se refiere esto espiritualmente es nuestra alma. No somos dignos de que Jesús venga a nuestras almas para hacer su morada allí. Al principio esto puede ser difícil de aceptar. ¿Realmente no somos dignos de esto? Bueno, no, no lo somos. Ese es solo el hecho.

Es importante saber que este es el caso para que, en esta humilde realización, también podamos reconocer que Jesús elige venir a nosotros de todos modos. Reconocer nuestra indignidad no debe hacer nada más que llenarnos de gran gratitud por el hecho de que Jesús viene a nosotros en este humilde estado. Este hombre fue justificado en el sentido de que Dios derramó Su gracia sobre él por su humildad.

También tenía gran confianza en Jesús. Y el hecho de que el centurión supiera que no merecía tal gracia hace que su confianza sea aún más sagrada. Es sagrado porque sabía que no era digno, pero también sabía que Jesús lo amaba de todos modos y deseaba venir a él y sanar a su siervo.

Esto nos muestra que nuestra confianza en Jesús no debe basarse en si tenemos o no derecho a Su presencia en nuestras vidas, sino que nos muestra que nuestra confianza se basa en nuestro conocimiento de Su infinita misericordia y compasión. Cuando veamos esa misericordia y compasión, estaremos en condiciones de buscarla. Nuevamente, hacemos esto no porque tengamos derecho a ello; más bien, lo hacemos porque eso es lo que Jesús quiere. Él quiere que busquemos su misericordia a pesar de nuestra indignidad.

Reflexione hoy sobre su propia humildad y confianza. ¿Puedes rezar esta oración con la misma fe que el centurión? Deja que sea un modelo para ti, especialmente cada vez que te prepares para recibir a Jesús "bajo tu techo" en la Sagrada Comunión.

Señor, no soy digno de ti. Especialmente no soy digno de recibirte en la Sagrada Comunión. Ayúdame a reconocer humildemente este hecho y, en esa humildad, ayúdame a reconocer también el hecho de que deseas venir a mí de todos modos. Jesús, confío en ti.

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