domingo, 28 de junio de 2020

Amar a Dios sobre todo


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Amar a Dios sobre todo
28 de junio de 2020
Decimotercer domingo del tiempo ordinario,
lecturas del año A para hoy



Jesús dijo a sus apóstoles: “Quien ama a padre o madre más que a mí no es digno de mí, y quien ama a hijo o hija más que a mí no es digno de mí; y quien no toma su cruz y me sigue no es digno de mí ". Mateo 10: 37-38

Jesús explica una consecuencia interesante de elegir amar a los miembros de la familia más que a Dios. El resultado de amar a un miembro de la familia más que a Dios es que uno no es digno de Dios. Esta es una declaración fuerte destinada a evocar una autorreflexión seria.

Primero, debemos darnos cuenta de que la única forma de amar auténticamente a la madre o al padre, hijo o hija, es amar primero a Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerza. El amor a la familia y a los demás debe fluir de este amor puro y total de Dios.

Por esa razón, deberíamos ver la advertencia de Jesús como un llamado para asegurarnos de que no solo lo amamos completamente, sino también un llamado para asegurarnos de que amamos completamente a nuestra familia al permitir que nuestro amor a Dios se convierta en la fuente de nuestro amor. otros.

¿Cómo es que podemos violar este mandato de nuestro Señor? ¿Cómo amaríamos a otros más que a Jesús? Actuamos de esta manera pecaminosa cuando permitimos que otros, incluso miembros de la familia, nos alejen de nuestra fe. Por ejemplo, un domingo por la mañana mientras se está preparando para ir a la iglesia, un miembro de la familia intenta convencerlo de que se salte la misa para alguna otra actividad. Si concedes para apaciguarlos, entonces los estás "amando" más que a Dios. Por supuesto, al final, este no es un amor auténtico del miembro de la familia ya que se tomó una decisión contraria a la voluntad de Dios.

Reflexione, hoy, sobre cómo puede realmente amar a los miembros de su familia volviendo su corazón y alma primero hacia el amor de Dios. Permita que este abrazo completo del amor de Dios se convierta en la base del amor en cada relación. Solo entonces saldrá buen fruto del amor de los demás.

Señor, te doy toda mi mente, corazón, alma y fuerza. Ayúdame a amarte por encima de todas las cosas y en todas las cosas y, desde ese amor, ayúdame a amar a los que has puesto en mi vida. Jesús, confío en ti.

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