martes, 21 de noviembre de 2017

Ser compasivo……



Puede parecer raro considerar el dolor como una forma de compasión, pero lo es. El dolor me hace reconocer los pecados del mundo incluidos los míos‐, me estremece el corazón y me hace derramar muchas lágrimas por ellos. No hay misericordia sin lágrimas. Si no son lágrimas que salen de los ojos, tienen que ser lágrimas que broten del corazón. La verdadera compasión empieza siempre precisamente donde estamos.
La vida cristiana es una vida de testimonio del Dios compasivo a través de la servidumbre, no una vida en la que buscamos el sufrimiento y el dolor.
La acción con y por los que sufren es la expresión concreta de la vida compasiva y el criterio final para ser un cristiano. Hechos de este tipo no son paralelos a los momentos de oración y de culto, sino que ellos mismos son momentos de oración y culto.

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