sábado, 22 de junio de 2024

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Misa Sábado 22 Junio 2024

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viernes, 21 de junio de 2024

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN DÍA 22 DE JUNIO




PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN

Pensamiento bíblico:

San Pablo escribió a los Corintios: -Hermanos, el cáliz de nuestra acción de gracias, ¿no nos une a todos en la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan (1 Cor 10,16-17).

Pensamiento franciscano:

Nota manuscrita de Fr. León en el breviario de santa Clara: -El bienaventurado Francisco hizo escribir este evangeliario. Y el día que no podía oír misa, por motivo de enfermedad o por cualquier otro notorio impedimento, se hacía leer el evangelio que aquel mismo día se leía en la iglesia durante la misa. Mantuvo esta práctica hasta su muerte. Pues solía decir: «Cuando no oigo misa, adoro el cuerpo de Cristo con los ojos de la mente en la oración, como lo adoro cuando lo veo en la misa».

Orar con la Iglesia:

Unámonos a Jesucristo, el Sacerdote de la nueva Alianza, que presenta al Padre nuestras oraciones.

-Por todos los sacerdotes: para que, a ejemplo del Buen Pastor, sirvan a todos y busquen su verdadero bien.

-Por la Iglesia: para que no le falten nunca sacerdotes que administren y vivan santamente los sacramentos.

-Por la Iglesia: para que no le falten ministros y creyentes que anuncien el Evangelio y atiendan con celo y caridad a los hermanos.

-Por los pastores de la Iglesia: para que encuentren la estima y colaboración de todos en la misión que el Señor les ha encomendado.

Oración: Escúchanos, Dios de bondad, y haz que nosotros, tus hijos, sepamos acoger y celebrar los dones que nos concedes. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

Hay que orar no sólo con palabras, sino también con hechos

 


Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor.

(Cap. 28-30: CSEL 3, 287-289)


HAY QUE ORAR NO SÓLO CON PALABRAS, SINO TAMBIÉN CON HECHOS

No es de extrañar, queridos hermanos, que la oración que nos enseñó Dios con su magisterio resuma todas nuestras peticiones en tan breves y saludables palabras. Esto ya había sido predicho anticipadamente por el profeta Isaías, cuando, lleno de Espíritu Santo, habló de la piedad y la majestad de Dios, diciendo: Palabra que acaba y abrevia en justicia, porque Dios abreviará su palabra en todo el orbe de la tierra. Cuando vino aquel que es la Palabra de Dios en persona, nuestro Señor Jesucristo, para reunir a todos, sabios e ignorantes, y para enseñar a todos, sin distinción de sexo o edad, el camino de salvación, quiso resumir en un sublime compendio todas sus enseñanzas, para no sobrecargar la memoria de los que aprendían su doctrina celestial y para que aprendiesen con facilidad lo elemental de la fe cristiana.

Y así, al enseñar en qué consiste la vida eterna, nos resumió el misterio de esta vida en estas palabras tan breves y llenas de divina grandiosidad: Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo. Asimismo, al discernir los primeros y más importantes mandamientos de la ley y los profetas, dice: Escucha, Israel; el Señor, Dios nuestro, es el único Señor; y: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Este es el primero. El segundo, parecido a éste, es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos son el fundamento de toda la ley y los profetas. Y también: Todo cuanto queréis que os hagan los demás, hacédselo igualmente vosotros. A esto se reducen la ley y los profetas.

Además, Dios nos enseñó a orar no sólo con palabras, sino también con hechos, ya que él oraba con frecuencia, mostrando, con el testimonio de su ejemplo, cuál ha de ser nuestra conducta en este aspecto; leemos, en efecto: Jesús se retiraba a parajes solitarios, para entregarse a la oración; y también: Se retiró a la montaña para orar, y pasó toda la noche haciendo oración a Dios. El Señor, cuando oraba, no pedía por sí mismo —¿qué podía pedir por sí mismo, si él era inocente?—, sino por nuestros pecados, como lo declara con aquellas palabras que dirige a Pedro: Satanás os busca para zarandearos como el trigo en la criba; pero yo he rogado por ti, para que no se apague tu fe. Y luego ruega al Padre por todos, diciendo: Yo te ruego no sólo por éstos, sino por todos los que, gracias a su palabra, han de creer en mí, para que todos sean uno; para que, así como tú, Padre, estás en mí y yo estoy en ti, sean ellos una cosa en nosotros. Gran benignidad y bondad la de Dios para nuestra salvación: no contento con redimirnos con su sangre, ruega también por nosotros. Pero atendamos cuál es el deseo de Cristo, expresado en su oración: que así como el Padre y el Hijo son una misma cosa, así también nosotros imitemos esta unidad.

Oración al Corazón de Jesús

 


Oración de Santo Tomás de Aquino al Santísimo Sacramento

 

Oración de Santo Tomás de Aquino al Santísimo Sacramento



¡Oh, Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido; concededme desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer verdaderamente y cumplir perfectamente en alabanza, y gloria de vuestro nombre todo lo que os agrada. Ordenad, ¡oh Dios mío!, el estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí queréis y que lo cumpla corno es menester y conviene a mi alma. Dadme, oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de Vos. A nadie desee agradar o tema desagradar sino a Vos. Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin Vos, y no ambicione cosa ninguna fuera de Vos. Séame deleitoso, Señor, cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos. Dadme, oh Dios mío, levantar a Vos mi corazón frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a vuestro servicio, hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoción. Hacedme, oh Jesús, amor mío y mi vida, obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrupción, paciente sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin inconstancia, temeroso de Vos sin desesperación, veraz sin doblez; haced que practique el bien sin presunción que corrija al prójimo sin soberbia, que le edifique con palabras y obras sin fingimientos. Dadme, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de Vos; dadme un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe; dadme un corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante; dadme un corazón libre que ninguna pasión violenta le domine. Otorgadme, oh Señor Dios mío, entendimiento que os conozca, diligencia que os busque, sabiduría que os halle, comportamiento que os agrade, perseverancia que confiadamente os espere, y esperanza que, finalmente, os abrace. Dadme que me aflija con vuestras penas aquí por la penitencia, y en el camino de mi vida use de vuestros beneficios por gracia, y en la patria goce de vuestras alegrías por gloria. Señor que vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

Refugio de los pecadores.....Ruega por nosotros

 


EL INFIERNO -¿Existe realmente? -

 



EL INFIERNO

-¿Existe realmente? -

R.P. Pedro Herrasti, S.M.



IMPORTANCIA QUE TIENE CREER EN "EL INFIERNO"

Creer en el infierno es de la mayor importancia, pues sólo el temor de él puede volver al buen camino a muchas almas descarriadas.

En efecto; solamente por dos razones el hombre evita el pecado: por amor a Dios o por temor al Infierno. Es claro que quien no evita el pecado no ama a Dios, pues si lo amara procuraría no ofenderlo, luego no será el amor a Dios lo que lo lleve al buen camino; no queda pues más que el temor al infierno para hacerlo volver a él y si no cree en el infierno, no habrá nada que lo saque del estado de pecado, no habrá nada que lo libre de su perdición eterna.

¡Cuántas, cuantisimas almas apartadas de Dios por el vicio del pecado, deben su regeneración al temor al infierno; cuántas de ellas en una grave enfermedad, por temor de condenarse, han llamado al sacerdote, se han reconciliado con Dios y ha empezado para ellas una nueva vida!

¡Bendito pues, sea este dogma! bien puede decirse que, para las almas apartadas de Dios es la creencia en el infierno la puerta del camino que conduce al cielo!

Si consideramos lo anterior, vemos claramente que los que tenemos la fortuna inmensa de huir del pecado por amor a Dios, si amamos al prójimo como a nosotros mismos, como nos manda nuestra religión, tenemos la obligación de procurar ayudarlo a que se libre de su perdición eterna; por lo tanto debemos esforzarnos por convencer a los que pretenden no creer en el Infierno, o que tienen acerca de él ideas equivocadas de que están en un error a este respecto y procurar poner de nuestra parte cuanto podamos para sacarlos de su error. Seguramente que mucho puede ayudar para ello la lectura de este folleto. Hay pues que hacerlo llegar a sus manos.



¿EXISTE REALMENTE EL INFIERNO?

YO NO CREO EN EL INFIERNO

Hay acerca del infierno tanta ignorancia, todavía peor, ideas tan equivocadas, tan fuera de razón, que no es de extrañar haya personas que no las acepten y que cayéndoles la genuina doctrina católica, las rechacen y afirmen que no creen en el infierno.

Esta actitud es ciertamente explicable, pero no lo es la de aquéllos que caen en el error de no ocuparse más del infierno, de no querer pensar más en él, de ni siquiera tolerar oír hablar de él.

Y esta actitud irracional, aparece más absurda cuando, llenos de azoro, vemos que se suele pretender fundar dicha negación en necedades como la siguiente: "yo no creo en el infierno, porque no puedo aceptar que haya en él, diablos colorados, con figura humana, con cuernos y cola, oliendo a azufre y llevando un tridente en las manos..."

Sin detenernos a considerar vulgaridades semejantes, ni a discutir por lo pronto qué clase de penas habrá o no habrá en el infierno y ateniéndonos a la idea substancial de él, la de un suplicio terrible, inconcebible, que eternamente tendrán que padecer después de su muerte los que obren mal en esta vida y mueran sin arrepentirse, fácilmente vemos que esto es algo tan espantoso, tan tremendo, que bien merece la pena de darle seria consideración.

En efecto: si alguien digno de crédito, nos advirtiera de algún peligro tremendo que corriéramos, necios de todo punto seriamos si no le diéramos oído. Pues bien, no solamente la Santa Iglesia Católica, seguramente la institución más seria, más prestigiada y más poderosa de la tierra, 20 veces secular, que ha contado entre sus fieles a los hombres más sabios y más santos de la tierra, sino todas las religiones; nos advierten del peligro tremendo del infierno eterno ¿cómo pues no darles cuidadosa atención?

Y todavía más: si reflexionamos en que los hombres más sabios que en el mundo ha habido y hay, tales como San Agustín, Newton, Kepler, Miguel Angel, Colón, Volta, Roenghten, Edison, Pasteur, Marconi, Nixon, De Gaulle y Franco, etc., han creído y creen en el infierno, que han creído y creen en él filósofos eminentísimos, que todo lo escudriñan, que todo lo profundizan y en tantos que ha habido que han pretendido negarlo y que a la hora de su muerte se han retractado y reconocido su error, no podemos menos que decir: no ha de ser tan absurdo como algunos creen, aceptar la existencia del infierno; bien puede estar equivocado quien no la acepta y es absurdo permanecer impasible, indiferente, ante un posible peligro tan tremendo, como es este, que se cierne sobre nosotros. Hay que indagar las razones que debe haber para que hayan creído en él hombres tan sabios y si después de un examen cuidadoso se llega a la conclusión de que realmente no hay infierno, bien se puede vivir siguiendo sus tendencias, pero si por el contrario se llega a la conclusión de que puede al menos existir, es indudable que se debe trabajar sin descanso para lograr librarse de él.



También por maldad se niega el Infierno.

Pero no solamente por ignorancia se niega el infierno, también se niega por maldad.

En efecto: del mismo modo que si los ladrones lo pudieran, destruirían la gendarmería, los malvados que encuentran la creencia en el infierno incompatible con sus inmoralidades, están siempre dispuestos a hacer lo posible y lo imposible, para persuadirse de que no hay tal infierno, pues íntimamente sienten que si tal existiera, sería para ellos. Hacen como los cobardes que cantan lo más fuerte que pueden en la noche negra, para aturdirse y no sentir demasiado el miedo que los invade.

Para darse aún más valor, tratan de persuadir a los demás de que no hay infierno, se burlan de los que creen en él; si son escritores, lo escriben en sus libros más o menos científicos y filosóficos; lo repiten a los cuatro vientos, en todos los tonos y gracias a este ruidoso concierto, acaban por creer que nadie cree ya en el infierno y que por consecuencia, ellos tienen el derecho de tampoco creer en él.

Tales fueron en el siglo XVIII casi todos los jefes de la incredulidad Volteriana. Habían establecido tan claramente como 2 y 3 son 5, que no había ni Dios, ni paraíso, ni Infierno; estaban plenamente seguros de haber logrado ellos también "un concepto exacto y racional del universo" y sin embargo, ahí está la historia para mostrarnos que todos ellos, unos después de los otros, sobrecogidos a la hora de la muerte, de un espantoso pánico, se retractan, se confiesan, piden perdón a Dios y a los hombres.

Santo Evangelio 22 de Junio 2024

 


Texto del Evangelio (Mt 6,24-34):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?

»Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal».



«Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura»


P. Jacques PHILIPPE

(Cordes sur Ciel, Francia)

Hoy el Evangelio habla claramente de vivir el “momento presente”: no darle vueltas al pasado, sino abandonarse en Dios y su misericordia. No atormentarse por el mañana, sino confiarlo a su providencia. Santa Teresita del Niño Jesús afirmaba: «Sólo me guía el abandono, ¡no tengo otra brújula!».

La preocupación jamás ha resuelto ningún problema. Lo que resuelve problemas es la confianza, la fe. «Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?» (Mt 6,30), dice Jesús.

La vida no es por sí misma demasiado problemática, es el hombre quien carece de fe… La existencia no siempre es fácil. A veces es pesada; con frecuencia nos sentimos heridos y escandalizados por lo que sucede en nuestra vida o en la de los demás. Pero afrontemos todo esto con fe e intentemos vivir, día tras día, con la confianza en que Dios cumplirá sus promesas. La fe nos llevará a la salvación.

«No os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal» (Mt 6,34). ¿Qué quiere decir esto? Hoy, busca vivir de manera justa, según la lógica del Reino, en la confianza, la sencillez, la búsqueda de Dios, el abandono. Y Dios se ocupará del resto…

Día a día. Es muy importante. Lo que nos agota a menudo son todas esas vueltas al pasado y el miedo al futuro; mientras que cuando vivimos en el momento presente, de manera misteriosa, encontramos la fuerza. Lo que tengo que vivir hoy, tengo la gracia para vivirlo. Si mañana debo hacer frente a situaciones más difíciles, Dios incrementará su gracia. La gracia de Dios se da al momento, día a día. Vivir el momento presente supone aceptar la debilidad: renunciar a rehacer el pasado o dominar el futuro, contentarse con el presente.

SAN PAULINO DE NOLA OBISPO Y CONFESOR

 




22 DE JUNIO SAN PAULINO DE NOLA OBISPO Y CONFESOR

SAN PAULINO DE NOLA

OBISPO Y CONFESOR

PALABRA DE DIOS DIARIA

Nace: 353 en Burdeos, Francia.

Su padre era gobernador de familia muy rica. Tuvo como maestros a los mas famosos literatos de su época. Llegó a ser un reconocido abogado con importantes cargos públicos en el Imperio Romano, por lo que viajó extensivamente. Todos le admiraban por su educación y su trato. En Milán se hizo amigo de San Ambrosio y San Agustín. Mantuvo correspondencia con San Jerónimo. Recibió el bautismo de su amigo San Delfín, obispo de Burdeos.

Se retiró a España donde se casó con Teresa. Tras la muerte de su único hijo cuando este tenía ocho días de nacido, el matrimonio decidió repartir sus riquezas entre los pobres y vivir como hermanos.

En la Navidad del 393, el pueblo pidió al Obispo de Barcelona que ordenase a Paulino sacerdote.

Paulino y Teresa se fueron a vivir a Nola, Italia. Allí junto a la tumba de San Félix construyeron su casa donde vivían austeramente en oración y se dedicaban a la ayuda de los pobres.

En el 409, al morir el obispo de Nola, el pueblo aclamó a Paulino como obispo. Fué un pastor ejemplar por 21 años, hasta su muerte.

Sostuvo una extensa evangelización por correo. De el se conservas 50 cartas. También escribía bellas poesías. Conocido también por su poder contra los demonios.

En el año 410 Nola fue invadida por los vándalos del rey Gensérico. Se llevaron muchos esclavos, entre ellos al hijo único de una pobre viuda. Paulino se ofreció de esclavo en lugar de aquel joven. Pero aquellos invasores tuvieron un cambio de corazón y devolvieron libres al obispo Paulino y a los demás prisioneros.

Murió San Paulino el 22 de Junio de 431, a los 74 años de edad y fue sepultado en la iglesia de San Félix.

Su cuerpo fue trasladado a Roma donde es venerado en la Iglesia de San Bartolomé, en la isla del Tiber, junto con el Apóstol.

Otros santos escribieron sobre sus virtudes de obispo modelo, entre ellos San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín y San Gregorio de Tours.

Según San Francisco de Sales, doctor de la amabilidad, San Paulino vivía un octavo sacramento que consistía en ser exquisitamente amable y bien educado con todos.
Publicado por Padre Francisco Javier Rebollo León


Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS. 22 DE JUNIO SÁBADO XI DEL T. ORDINARIO

 



De la Feria. Salterio III


OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO 

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.


Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: SEÑOR, TÚ QUE LLAMASTE

Señor, tú que llamaste
del fondo del no ser todos los seres,
prodigios del cincel de tu palabra,
imágenes de ti resplandecientes;

Señor, tú que creaste
la bella nave azul en que navegan
los hijos de los hombres, entre espacios
repletos de misterio y luz de estrellas;

Señor, tú que nos diste
la inmensa dignidad de ser tus hijos,
no dejes que el pecado y que la muerte
destruyan en el hombre el ser divino.

Señor, tú que salvaste
al hombre de caer en el vacío,
recréanos de nuevo en tu Palabra
y llámanos de nuevo al paraíso.

Oh Padre, tú que enviaste
al mundo de los hombres a tu Hijo,
no dejes que se apague en nuestras almas
la luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén

SALMODIA