sábado, 24 de octubre de 2020

Reflexión 298: El virus del murmullo insensato

 




Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina

Reflexión 298: El virus del murmullo insensato

Una tendencia desafortunada dentro de nuestra naturaleza humana caída es “murmurar” sobre otro. Es como un virus en el sentido de que una vez que alguien comienza, se transmite a otros rápidamente. Antes de que te des cuenta, muchos pueden estar difundiendo rumores y chismes que no se basan en la verdad, o verdades que no se dicen con caridad. Esto puede ser muy doloroso para la persona de quien se trata el murmullo. Vemos esto comúnmente entre los adolescentes, pero no es un fenómeno exclusivamente adolescente. Las dos preguntas para reflexionar al respecto son: 1) ¿Murmuro sobre los demás? 2) ¿Cómo reacciono cuando otros murmuran sobre mí? En primer lugar, el virus de la murmuración solo se curará si las personas íntegras dejan de decir palabras innecesarias, calumnias o detracciones. No tenemos derecho a difundir errores sobre otro, y no tenemos derecho a difundir verdades que no necesitan ser compartidas. Segundo, si te encuentras siendo objeto de los murmullos de los demás, es comprensible que esto duela. Permítete sentir el dolor, únelo al Corazón de nuestro Señor y luego sigue adelante sin devolver el maltrato. Una resolución pacífica de no prestar atención a estas acciones ayuda a disipar sus efectos y evita que seamos arrastrados a la locura (VerDiario 1453).

Reflexione hoy sobre estas dos experiencias. Si usted es la causa de la murmuración sin sentido, entonces vea la gravedad de este pecado. Es un pecado y una grave violación de la caridad como resultado del daño que puede causar. Confiésalo y resuelve silenciar tu lengua. Si usted es objeto de tal murmuración, sepa que Jesús fue el primero. Vuélvete a Él y permítele que te consuele, y trata de regocijarte de que hayas sido tratado como nuestro Señor.

Señor, por favor guarda mi lengua y ayúdame a hablar solo las palabras que Tú deseas que hable y a escuchar solo aquellas palabras inspiradas por Ti. Si soy el objeto del daño de otro, dame la gracia de recibir sanidad y fortaleza y de regocijarme de que me traten como tú. Jesús, en Ti confío.

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