sábado, 24 de octubre de 2020

LA GRAVEDAD DEL RESENTIMIENTO

 


LA GRAVEDAD DEL RESENTIMIENTO


"Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido." (Lc 14, 11)

El resentimiento es un dolor contenido de la persona que se cree maltratada, y va acompañado de un sentimiento de hostilidad hacia las personas que cree que lo maltrataron. Todos hemos experimentado en alguna ocasión el resentimiento. Es uno de los males más peligrosos que puede usted permitir que enferme su alma. Muchas veces el resentimiento no es más que un intento de la persona de disculpar su propio fracaso, atribuyendo la causa del fracaso al trato injusto de otros o a causas externas que lo lleva a situaciones lamentables. También hay muchas personas que resienten el haber hecho favores o prestado servicios a otros que, a su juicio, no se los han retribuido adecuadamente. En su mente, exigen que esas personas paguen constantemente por los servicios otorgados, pretendiendo cobrarse en reconocimiento, agradecimiento o devolución de los favores. Muchos resentidos son personas que están diciendo siempre, "Yo hice mucho por aquél o por el otro;" "yo que tanto me di por esos otros y no me lo reconocen, no me lo pagan ni me lo devuelven." Es curioso y triste que muchos resentidos no son más que personas que convierten a todo el mundo en sus deudores y exigen siempre que se les pague de mil maneras los favores que han hecho. 

Las personas resentidas permiten que dentro de ellas crezcan intensos sentimientos de odio y, a menudo, deseos conscientes o inconscientes de venganza. El resentimiento causa una terrible tensión emocional, irritación o angustia grave que lleva a muchas personas a enfermarse y, lógicamente, enferman a las personas con las que conviven. Por otra parte, la persona que sufre de resentimiento habitual muchas veces se vuelve hacia adentro, padece de auto-compasión y su resentimiento se va tornando en agonía emocional crónica. Lo peor es que muchas veces detrás del resentimiento se esconde la auto-culpa por haber fracasado. 

Muchas de estas personas empiezan sintiendo una terrible cólera que se convierte después en ira ardiente y se eleva a través de un espiral ascendente hacia el odio, la venganza y algunas veces hasta la destrucción. A veces, aunque no se mate físicamente, se destruye eficazmente a las personas levantando falsos testimonios, calumnias, siendo totalmente indiferentes o torturando mentalmente a base de ofensas. 

Muchos resentidos se sienten víctimas "inocentes" y están siempre quejándose del mal que le ha hecho todo el mundo. Entonces, buscan alivio en la compasión, el consuelo y toda una serie de atenciones que le brindan sus familiares o amigos para que se calmen y se sientan mejor. 

Sabiendo, pues, el mal que hace el resentimiento, ¿no debería usted aprender a evitarlo y especialmente a librarse del resentimiento que lo agobia? Entonces, haga el esfuerzo de ignorar todo aquello que le hace daño emocionalmente. Olvide y descarte todos los sucesos desagradables. Con la ayuda de Dios, haga todos los esfuerzos posibles para no recordar los malos momentos ni evocar los sentimientos negativos que le provocaron; no les haga caso, enciérrelos y sepúltelos. Por otra parte, hágase más fuerte para no estar tan sensible a todo lo que le digan o hagan. Trate de pensar en otras cosas y manténgase ocupado en algún trabajo que le guste o en un juego sano que le atraiga y lo mantenga activo. 

El arte cultivado de ignorar sucesos desfavorables del pasado le ahorrará mucha angustia innecesaria. Recuerde que el resentimiento es simplemente revivir emocionalmente un suceso desagradable y negativo del pasado. Es una reacción desfavorable a una supuesta afrenta que le han hecho a su preciado ego o un ataque a su persona o pertenencias. Si el pasado ya está consumado, usted no lo podrá cambiar. Entonces, puesto que no lo puede cambiar, olvide e ignore las experiencias desagradables. Lógicamente, esto no es fácil, por lo que debe pedir ayuda al Señor para que sane su alma y le ayude a enterrar permanentemente sus resentimientos y pensamientos negativos. Estar en el corazón de Dios le permitirá ser más positivo y amar al prójimo como Cristo ama a su Iglesia, que somos todos nosotros. 

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