sábado, 19 de septiembre de 2020

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN - Domingo,20 de septiembre de 2020.







Pensamiento bíblico:

Estando Jesús en casa de Mateo, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9,10-13).

Pensamiento franciscano:

De la carta de san Francisco a todos los fieles: «Debemos visitar las iglesias frecuentemente y venerar y reverenciar a los clérigos, no tanto por ellos mismos si fueren pecadores, sino por el oficio y administración del santísimo cuerpo y sangre de Cristo, que sacrifican en el altar, y reciben, y administran a los otros. Y sepamos todos firmemente que nadie puede salvarse sino por las santas palabras y por la sangre de nuestro Señor Jesucristo, que los clérigos dicen, anuncian y administran. Y ellos solos deben administrar, y no otros» (2CtaF 33-35).

Orar con la Iglesia:

Roguemos a Dios Padre que nos ilumine para que lo reconozcamos en su Hijo, especialmente por el amor misericordioso que nos tiene.

-Para que purifique a la Iglesia en la sangre de Cristo y le conceda el perdón y el don de la unidad.

-Para que dé la paz, la justicia, la libertad y el amor fraterno a quienes, aunque pecadores, han sido iluminados por la luz de Jesucristo su Hijo.

-Para que los ciegos que no reconocen al Padre en la persona de Cristo y en su mensaje, sean iluminados por la luz de la fe.

-Para que los creyentes, llamados a dar testimonio de la luz de Cristo, clarifiquemos su noticia entre los hombres con el amor y la misericordia.

Oración: Señor, Dios nuestro, que nos has enviado a Jesucristo, luz del mundo, para iluminar las tinieblas de nuestra mente y de nuestro corazón, escúchanos y cura nuestra ceguera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 

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