martes, 27 de abril de 2021

La Sábana Santa de Turín

 



 LA SÁBANA SANTA DE TURÍN

Hace algunos años unos “científicos”, queriendo desprestigiar a la Iglesia, hicieron un estudio sobre la sábana santa, con la prueba del carbono 14, y concluyeron que era una falsificación del siglo XII. Sin embargo, inmediatamente, otros científicos salieron al paso y respondieron con pruebas para demostrar que sí era la auténtica sábana, que cubrió el cuerpo de Cristo y era del siglo I. Algo sorprendente son las admirables coincidencias entre la sábana santa y la túnica inconsútil de Cristo, tejida por su madre,que se conserva desde tiempos de Carlo Magno en la basílica francesa de Argenteuil (cerca de París). También hay unas coincidencias asombrosas con otra venerable reliquia, el sudario que cubrió el rostro de Cristo y que se conserva en la catedral de Oviedo (España).

La sábana santa, que actualmente se encuentra en Turín, es un lienzo de lino puro de 4,36 m. de largo por 1, 10 de ancho. Ha sido sometida a prolijos análisis científicos. Los Doctores John Jackson y Eric Jumper, de la NASA, llegaron a esta conclusión: “No existe la menor posibilidad de pinceladas o trazos de un falsificador en la sábana Santa”. Para llegar a esta conclusión hicieron mediciones biométricas, logrando obtener una imagen tridimensional del hombre que estuvo envuelto en la sábana santa.

Igualmente el Dr. Max Frei y un equipo de médicos, biólogos, ingenieros en cibernética etc., hicieron estudios y concluyeron que el cuerpo de Cristo tenía una estatura

aproximada de 1,83 m. de alto, musculoso, con brazos y piernas como corresponde a un caminante y trabajador manual. Su rostro es de rasgos claramente semitas con cabello abundante, que cae sobre los hombros con raya medio, barba corta, ojos grande y nariz más bien larga y aguileña. Es decir, el auténtico rostro de Jesús.

De esta manera, podemos ver que la sábana santa es un milagro permanente de Dios.

Está demostrado que no ha sido hecha por ningún artista humano según las técnicas conocidas. No ha sido pintada. No hay en la tierra otra obra semejante, a pesar de que se han intentado cientos de veces. Y ¿quién podría haber hecho un negativo fotográfico tan perfecto siglos antes de conocerse la fotografía? Además ¿en qué otro hombre coinciden los detalles de la sábana santa con todo lo que nos dice el Evangelio?. En él aparecen claramente señales del golpe en la cara, de la corona de espinas, la flagelación, la cruz a cuestas, la crucifixión, la lanzada.

El cuerpo de Cristo fue envuelto en la sábana santa empapado en mirra y áloe, sin haberlo lavado antes. Por eso, todavía se pueden ver las manchas de sangre. Esta fue

una providencia maravillosa de Dios, porque la mezcla de mirra y áloe con las emanaciones amoniacales del sudor, sangre etc., se transformó en aloina, sustancia

colorante rojiza, que siendo absorbida por la sábana, la dejó impresionada como en el negativo de una fotografía. Por lo cual, después de más de dieciocho siglos, cuando se tomaron las primeras fotografías en 1898 por el fotógrafo italiano Segundo Pla, se vio con claridad el cuerpo con el verdadero rostro de Jesucristo. 

Padre Ángel Peña Benito. O.A.R.

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