domingo, 27 de diciembre de 2020

San Juan Evangelista 27 de Diciembre

 


San Juan Evangelista 27 de Diciembre

Juan significa: "Dios es misericordioso".

Este apóstol tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús. Y se ha hecho muy famoso por haber compuesto el cuarto evangelio.

Juan era hijo de Zebedeo y de Salomé, y hermano de Santiago el Mayor. En los Evangelios los dos hermanos suelen ser llamados “los hijos del Zebedeo”, habiendo recibido de Cristo el título de Boanerges -“hijos del trueno”- (Marcos, iii, 17). Originalmente ambos eran pescadores y trabajaban junto a su padre en el lago de Genesareth. De acuerdo a la explicación habitual, totalmente probable, los dos hermanos fueron durante un tiempo discípulos de Juan el Bautista, y Cristo los llamó de entre el círculo de seguidores de Juan, junto a Pedro y Andrés, para convertirse en Sus discípulos (Juan, i, 35-42). Los primeros discípulos volvieron con su nuevo Maestro del Jordán a Galilea y parece que Juan y el resto permanecieron durante un tiempo con Jesús (cf. Juan ii, 12, 22; iv, 2, 8, 27 sqq.). No obstante, después de un segundo regreso de Judea, Juan y sus compañeros regresaron a su labor como pescadores hasta que volvieron a ser llamados por Cristo para formar parte definitivamente de su grupo de discípulos (Mateo., iv 18-22; Marcos, i, 16-20). En la lista de los Apóstoles, Juan ocupa el segundo lugar (Hechos, i, 13); el tercero (Marcos, iii, 17); y el cuarto (Mateo., x, 3; Lucas, vi, 14), siempre después de Santiago, con la excepción hecha de algún pasaje (Lucas, viii, 51; ix, 28 en el texto griego; Hechos, i, 13).

Así, del hecho de que Santiago sea siempre colocado antes, se concluye que Juan era el más joven de los dos hermanos. En cualquier caso, Juan tuvo una importante posición entre los Apóstoles. Pedro, Santiago y él fueron los únicos testigos de la resurrección de la hija de Janiro (Marcos, v, 37), de la Transfiguración (Mateo., xvii, 1), y de la Agonía en Getsemaní (Mateo., xxvi, 37). Únicamente Pedro y él fueron enviados a la ciudad para encargarse de los preparativos de la Última Cena (Lucas, xxii, 8). Durante la Cena, estuvo sentado en la mesa junto a Cristo, sobre Cuyo pecho se apoyó (Juan, xiii, 23, 25). De acuerdo a la interpretación general, Juan era también ese “otro discípulo” que, con Pedro, siguió a Cristo después de su arresto hasta el interior del palacio del sumo sacerdote (Juan, xviii, 15). Juan, solo, permaneció junto a su amado Maestro al pie de la Cruz en el Calvario, con la Madre de Jesús y las mujeres piadosas, y tomó a la afligida Madre bajo su cuidado como último legado de Cristo (Juan, xix, 25-27). Después de la Resurrección, Juan fue, junto con Pedro, el primero de los discípulos que, apresuradamente, acudió al sepulcro y fue el primero en creer que Cristo había resucitado realmente (Juan, xx, 2-10). Cuando posteriormente Cristo apareció en el Lago de Genesareth, Juan fue asimismo el primero de los siete discípulos presentes que reconoció a su Maestro de pie en la orilla (Juan, xxi, 7). El Cuarto Evangelista nos ha mostrado lo cercana que era la relación que siempre mantuvo con su Señor y Maestro a través del título que suele utilizar para llamarse a sí mismo, sin mencionar su nombre: “el discípulo amado de Jesús”. Después de la Ascensión de Cristo y la Bajada del Espíritu Santo, Juan, junto a Pedro, tuvo un importante papel en la fundación y dirección de la Iglesia. Le vemos en compañía de Pedro en la curación del paralítico en el Templo (Hechos, iii, 1 sqq.). Junto a Pedro, es también encarcelado (Hechos, iv, 3). De nuevo, lo encontramos con el príncipe de los Apóstoles visitando a los recién convertidos en Samaria (Hechos, viii, 14).


No disponemos de información segura relativa a la duración de esta actividad en Palestina. Aparentemente Juan y el resto de los Apóstoles permanecieron unos doce años en este primer campo de labor, hasta que la persecución de Herodes Agripa I llevó a la dispersión de los Apóstoles a lo largo de las distintas provincias del Imperio Romano (cf. Hechos, xii, 1-17). A pesar de la opinión en contra de muchos escritores, no parece improbable que Juan entonces fuera por vez primera a Asia Menor y ejerciera su labor apostólica en varias provincias de la zona. En cualquier caso ya existía una comunidad Cristiana en Éfeso antes de las primeras predicaciones de Pablo allí (cf. "los hermanos", Hechos, xviii, 27, adicionalmente a Priscilla and Aquila), y es fácil conectar una estancia de Juan en estas provincias con el hecho de que el Espíritu Santo no permitiese al Apóstol Pablo durante su segundo viaje misional la proclamación del Evangelio en Asia, Mysia y Bithynia (Hechos, xvi, 6 sq.). Existe poco en contra de tal aceptación en un relato posterior de los Hechos acerca del tercer viaje misionero de San Pablo. Pero en cualquier caso, la estancia de Juan en Asia durante este primer periodo no fue larga ni carente de interrupciones. Regresó con los demás discípulos a Jerusalén para asistir al Concilio Apostólico (hacia 51 D.C.). San Pablo, en su oposición a sus enemigos en Galatia se refiere a Juan expresamente, junto a Pedro y Santiago el Menor, como “un pilar de la Iglesia”, y alude al reconocimiento de su predicación Apostólica de un Evangelio libre de la ley recibida de esos tres, los hombres más prominentes de la vieja Madre Iglesia en Jerusalén (Gal., ii, 9). Parece que cuando Pablo vuelve de nuevo a Jerusalén después de su segundo y de su tercer viaje (Hechos, xviii, 22; xxi, 17 sq.) no se encuentra a Juan allí. Por ello, algunos llegan a la conclusión de que Juan abandonó Palestina entre los años 52 y 55. Del resto de escrituras del Nuevo Testamento, sólo podemos obtener información adicional respecto a la persona del Apóstol a través de las tres Epístolas de Juan y del Apocalipsis. Se nos puede permitir en este punto tomar como probada la unidad del autor de estas tres cartas transmitidas con el nombre de Juan y su identidad con el Evangelista. Tanto las Epístolas como el Apocalipsis, no obstante, presuponen que su autor, Juan, pertenecía a la multitud de testigos directos de la vida y obra de Cristo (cf. especialmente I Juan, i, 1-5; iv, 14); el hecho de que había vivido durante largo tiempo en Asia Menor es conocido en detalle por las condiciones existentes en las distintas comunidades Cristianas allí; y que tenía una posición de autoridad, reconocida por todas las comunidades Cristianas como líder de su parte de la Iglesia. Por otra parte, el Apocalipsis nos indica que su autor estaba en la isla de Patmos “por la Palabra de Dios y por el testimonio de Jesús”, cuando fue honrado con la Revelación celestial contenida en el Apocalipsis. (Apoc., i, 9).

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