miércoles, 28 de noviembre de 2018

3 señales de que una revelación privada proviene de Dios

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Cuando se trata con revelaciones privadas, debemos recordar que Dios escoge instrumentos débiles para hacer grandes cosas  


En la Iglesia Católica creemos que en raras ocasiones Dios habla directo a un alma por medio de visiones o palabras a las que comúnmente conocemos como “revelaciones privadas”.

Usualmente Dios le habla discretamente a un alma a través de pensamientos, deseos o incluso a través de otra persona.

Sin embargo, a ciertas almas privilegiadas que tienen una relación íntima con Él les compare muchas gracias especiales.

Ejemplos bien conocidos de revelaciones privadas son las visiones concedidas a Santa Faustina Kowalska, Santa Margarita María de Alacoque y Santa Bernadette Soubirous, por nombrar algunos.

Todos estos casos han sido confirmados como revelaciones privadas auténticas y los fieles son libres de leerlas y obtener beneficios espirituales de ellas, aunque no están obligados a hacerlo.



Sin embargo, no todas las revelaciones privadas son aprobadas por la Iglesia y en esos casos son consideradas ya sea como fruto de un espíritu humano (originándose de los pensamientos de la persona involucrada) o de un espíritu diabólico (viniendo de un demonio que aparenta ser un ángel, como un lobo vistiendo la piel de un cordero).

Aquí les dejo 3 señales rápidas que les darán una idea inicial sobre si una revelación privada proviene de Dios (teniendo en cuenta que la Iglesia tiene la última palabra y que nosotros debemos respetar sus decisiones):

1.- Obediencia
El distintivo de cualquier revelación privada es que el visionario es enteramente obediente a sus superiores. Puede que sea un obispo local, el papa o el superior religioso de una orden.

El Padre Pio, que experimentó muchas gracias de Dios, pero que también recibió injustas sanciones de parte de su obispo local, dijo una vez: "La voluntad del Obispo es la voluntad de Dios". Santa Faustina añadió: "Satanás puede incluso cubrirse con un manto de humildad, pero no sabe cómo cubrirse con un manto de obediencia". (Diario, 939).

Puede que no nos guste el juicio de un obispo e incluso a menudo un obispo puede que ponga sanciones sobre revelaciones privadas que posteriormente fueron aprobadas (como en el caso del Diario de Santa Faustina).

Sin embargo, y mientras tanto, Dios nos pide que seamos obedientes a aquellos a quienes se les ha concedido autoridad en la Iglesia y respetemos sus decisiones. Dios recompensará nuestra obediencia.

2.- Ni añadas, ni le restes a una Revelación Divina
El segundo signo que debemos buscar es ver si la revelación privada le añade o le resta (o trata de corregir) a la Verdad de la Fe que se nos ha sido entregada por el Magisterio de la Iglesia.

Las revelaciones privadas no están destinadas a añadirle o sustraerle nada a lo que ya nos ha sido revelado por Dios (CIC 67). Están destinadas a ayudar a los fieles a permanecer junto a Dios en un punto específico de la historia.

Las revelaciones privadas auténticas no revelan nada nuevo ni tratan de corregir algo que la Iglesia nos ha enseñado desde el principio. A menudo ayudan a clarificar o a poner especial énfasis en un atributo particular de Dios (como la Divina Misericordia de Dios), pero nunca es algo nuevo.

Siempre debemos ser cautelosos con aquellas revelaciones que nos enseñan algo contrario a lo que la Iglesia ha enseñado o con las que proponen tener una especie de conocimiento “especial” que les ha sido revelado exclusivamente, por ejemplo, la fecha exacta del Fin del Mundo o que la “Misa en Latín” es la única Misa válida que puede ser celebrada.

3.- Humildad
El tercer signo seguro que debemos buscar es si el visionario es una persona humilde de orígenes humildes y que no busca fama de las visiones.

Desde el comienzo de los tiempos Dios decidió usar vasos humanos que fueron personas oscuras provenientes de tierras distantes en lugar de grandes gobernadores de poderosas naciones.

La Santísima Virgen María es el máximo ejemplo, ya que ella fue una pobre campesina proveniente de una nación oscura que se encontraba bajo ocupación del Imperio Romano.

Incluso cuando vemos las apariciones en Fátima o Lourdes, puedes ver que Dios eligió pequeños niños, que no tenían poder ni riqueza alguna en este mundo. Más aún, los niños no obtuvieron recompensas monetarias por sus visiones, sino que fueron fuertemente perseguidos y despreciados por sus comunidades.

Las visiones usualmente no llaman mucho la atención sino hasta la muerte del visionario. Este es el caso especialmente en la única aparición aprobada en los Estados Unidos, que sucedió en el pequeño poblado de Wisconsin, mismo que era virtualmente desconocido para el mundo hasta que estas visiones fueron aprobadas.

Sobre todo, cuando se trate con revelaciones privadas, debemos recordar que Dios escoge instrumentos débiles para hacer grandes cosas.

Sus nombres pueden que no sean famosos en el mundo mientras vivan, pero luego somos capaces de ver la obra de Dios en sus vidas y cómo Él les usó para cambiar el mundo.

Al final, debemos ser obedientes al juicio del obispo local, incluso si estamos en desacuerdo con sus decisiones.

Depende de aquellos a quienes Dios ha designado decidir si una visión es auténtica o si proviene de otra fuente que no sea Dios. La decisión final descansa en sus hombros.

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