viernes, 20 de agosto de 2021

Reflexión 232: Calmar la tormenta

 



Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina

Reflexión 232: Calmar la tormenta

Recuerde la historia de Jesús calmando la tormenta (Mateo 8: 23-27). Este acto milagroso se realizó como una señal profética de Él trayendo paz durante los desafíos particulares que enfrenta en la vida. Jesús hizo esto en un nivel práctico para la seguridad y el bienestar de Sus apóstoles. Sin embargo, al mostrar que tenía autoridad absoluta e inmediata sobre la tormenta en el mar, Jesús también dejó en claro que tiene autoridad absoluta e inmediata sobre cualquier tormenta en tu vida, prometiendo Su cercanía en medio de ti. Debería consolarte saber que no hay nada demasiado para la omnipotencia de Dios. Él puede hacer todas las cosas y puede traer paz a cualquier situación. Saber esto debería darle confianza al entregarle sus “tormentas”. Y cuando la tormenta sigue siendo feroz, a pesar de sus oraciones, debe estar seguro de que es para su bien o el de los demás. Es una oportunidad para profundizar tu confianza en Él y conocer Su cercanía particular en esos momentos (VerDiario # 1197).

Identifica la tormenta en tu vida ahora mismo. Y si las cosas están relativamente tranquilas, agradece pero también recuerda que no siempre será así. La vida puede "cambiar en un centavo" como se ha dicho. Debemos estar preparados para cualquier cosa y todo lo que nos suceda. Mientras reflexiona sobre una tormenta de vida, pregúntese si cree que Jesús está allí, en medio, a su lado, manteniéndolo a salvo. ¿Sabes que Él podría resolver cualquier problema instantáneamente? Tranquilícese con este hecho y permita que esta fe agregue confianza a su corazón atribulado. El amor del Señor por ti es perfecto; Él nunca dejará que te ahogues.

Señor, confío en tu omnipotencia y amor incondicional. Confío en que te preocupas por mí y estás presente en cada tormenta que enfrento en la vida. Dame esperanza en medio de cada prueba y permíteme volverme a Ti como la fuente de mi paz. Te amo, querido Señor. Jesús, en Ti confío.
 


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