jueves, 19 de agosto de 2021

Reflexión 231: Atar las manos del castigo

 

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Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina

Reflexión 231: Atar las manos del castigo

Si fueras un delincuente, encarcelado por algún delito, lo más probable es que veas la vida desde una perspectiva muy diferente a la de los demás. Todos los días anhelaría que le quitaran el castigo y que se restaurara su estado de libertad. Sin embargo, la sociedad secular rara vez ofrece un acto de misericordia de este tipo. En cambio, la dureza y el juicio son la norma. Pero Dios es muy diferente. Dios está perfectamente consciente de todo lo que has hecho alguna vez en violación de Su ley. Ve hasta el más mínimo pecado. Y al final, Él administrará Su estricta justicia sobre todos aquellos que no han sido bañados en la justicia de Su Misericordia. Así que báñese en Misericordia ahora y ayude a otros a hacer lo mismo. Dios ofrece esta Misericordia de diversas formas. Una forma específica en que Dios ofrece la Misericordia que apacigua Su juicio es a través de su corazón. Al ofrecer diariamente su corazón a nuestro Señor y al ofrecerlo diariamente por los demás, el juicio de Dios se transforma. Él ve tu santo corazón, entra en él y luego te permite ofrecerlo para la santificación de otros. De esta manera puedes ganar muchas almas para Dios a causa de Su perfecta justicia de Misericordia (VerDiario # 1193).

Cuando miras a los demás, ¿qué ves? ¿Ves a un pecador que merece el castigo por sus pecados? Si es así, tenga cuidado porque así es como Dios a su vez lo verá. Esfuércese por ver los pecados de los demás como oportunidades para orar por ellos y como oportunidades para convertirse en un instrumento de la Misericordia de Dios. Dios te invita a participar en este acto de expiación y no te niega nada cuando te comprometes con este acto de amor.

Señor, transforma la forma en que veo a los demás, especialmente al pecador. Ayúdame a retener mi propio juicio y, a su vez, a ofrecer mi corazón lleno de amor como un acto de Tu Divina Misericordia. Limpia cada alma, querido Señor, y perdona cada pecado por mi amor por Ti. Jesús, en Ti confío.



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