sábado, 1 de mayo de 2021

Fuera de la Iglesia no hay salvación.

 



 Fuera de la Iglesia no hay salvación.

“¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por

la Iglesia que es su Cuerpo”. (Cat 846).

”Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna” (LG 16).

Esto quiere decir para nosotros que donde hay salvación, allí esta la Iglesia. Por tanto, de alguna manera, la Iglesia está presente en cualquier parte del mundo en que se lleve a cabo la salvación, pues todas las personas buenas del mundo, al tener los mismos sentimientos de Cristo y recibir de El la salvación, tienen el deseo implícito de ser miembros de la Iglesia, lo que realizarán en su plenitud, al menos en el más allá. Por eso, alguien ha dicho que en el cielo todos serán católicos; pues, cuando se vean las cosas desde el punto de vista de Dios con la totalidad de la verdad revelada, entenderemos que la plenitud de la verdad estaba en la Iglesia católica.

Ciertamente, Cristo es más grande que nuestros limitados pensamientos humanos.

Cristo puede salir al encuentro del hombre y salvarlo a través de todos los caminos del mundo. Por eso, donde hay salvación allí está Cristo; y donde está Cristo, está la Iglesia Católica. Por consiguiente, donde no hay salvación, allí no está la Iglesia Católica.

Luego podemos decir, que fuera de la Iglesia no hay salvación porque no esta Cristo Jesús. Y todos los que se salvan, se salvan por medio de Cristo en la Iglesia. Como diría S. Ignacio de Antioquia hace diecinueve siglos: “Allí donde esta Cristo Jesús, esta la Iglesia Católica” (Smyrn 8,2)“Donde esta Pedro allí está la Iglesia (S. Ambrosio)

La Inquisición

Hay muchos que cuando quieren desprestigiar a la Iglesia, sacan a relucir el tema de la Inquisición. Para ellos, la Inquisición fue algo poco menos que diabólico. Sobre ella, los enemigos de la Iglesia crearon una leyenda negra, que, incluso, muchísimos católicos la creen todavía. Por eso, debemos aclarar las cosas, ubicándonos en el tiempo en que actuó y no juzgar las cosas con las ideas y la mentalidad de este siglo XX, pues cometeríamos una tremenda injusticia. Como lo haría el que juzgara a Dios o a Moisés, porque en el libro de la Ley, se manda apedrear a los adúlteros, como ocurre todavía hoy en algunos países árabes.

Vayamos al siglo XII, en Francia, los herejes eran considerados como enemigos del Estado, como si fueran terroristas y como tales eran juzgados. Se les quitaba los bienes,se los desterraba y, en muchos casos, se los mataba; pero los reyes y los mismos jueces laicos cometían abusos y no daban garantías de honestidad. Por ello, algunos obispos de Francia, para evitar esos abusos, crearon un tribunal eclesiástico para determinar con más imparcialidad quiénes eran realmente herejes. La intención era, pues, evitar abusos o venganzas para apropiarse de sus bienes.

En aquel tiempo, la pena de muerte era algo normal y se creía que los herejes se lo merecían, pues se creía que iban a ir al infierno y lo peor de todo era que contagiaban a los demás de sus ideas para que ellos también fueran al infierno. Además, quebraban la unidad política y religiosa del país. En España esto era considerado especialmente grave, pues los veían como aliados de sus enemigos protestantes, que incluso atacaban a España y sus colonias con piratas.

Evidentemente, se cometieron abusos y torturas para descubrir a los culpables, como hoy día todavía existen para descubrir a los delincuentes, terroristas o espías, aunque no se pueda justificar. Eso mismo pasaba entonces. Las autoridades de la Iglesia fueron culpables de confiar más en el poder de las armas que en el poder de Dios. Pero era el Estado, a través de sus servidores, quienes aplicaban las torturas o la pena de muerte. Y esto no sólo para los casos de herejía, sino también para otros casos de brujería, hechicería, sodomía, incesto, sacrilegios.

El año 1231 comenzó la inquisición pontificia, cuando ya hacía muchos años que los reyes de Francia y Alemania quemaban a los herejes por su cuenta. El Papa encargó a

los dominicos como inquisidores pontificios. Ellos determinaban quiénes eran herejes y los entregaban al poder civil para que los castigara de acuerdo a las penas de entonces,si no se retractaban. Pero, según todos los estudiosos, los tribunales de la inquisición eran los más benignos de aquellos tiempos, produciendo un progreso beneficioso en la legislación penal. En España se implantó la Inquisición en 1478 y duró hasta 1812. En México y Perú, se erigió en 1569, y se excluía de ella expresamente a los indios por ser nuevos en la fe. Terminó a partir de 1813, gradualmente, en los diferentes países. En los primeros 100 años, siglo XVI, en América latina sólo murieron 17 personas.

Por otra parte, es triste decirlo, pero los herejes protestantes hicieron lo mismo o más con los católicos a partir del siglo XVI. Según el gran literato español Marcelino Menéndez Pelayo en su “Historia de los heterodoxos”, en Inglaterra muchos católicos murieron en manos de los anabaptistas y otros muchos en las matanzas de Enrique VIII y sucesores. Lo mismo pasó en Irlanda, que estuvo oprimida durante tres siglos por los anglicanos ingleses y muchos murieron por defender su fe. Les impusieron sus propios sacerdotes y obispos y no podían los católicos acceder a cargos públicos, si no juraban que la misa y la invocación a María eran cosas impías e idolátricas. Hasta el siglo XIX los católicos en Inglaterra no podían tampoco ocupar cargos públicos y sólo en 1850 se establecieron los primeros obispos católicos en Inglaterra, cuando hacía muchos años que se había suprimido la Inquisición. En 1780 John Wesley y los metodistas persiguieron y mataron muchos católicos en Inglaterra. En 1698 se había dado una ley por la que los sacerdotes católicos debían salir del país bajo pena de muerte. En  Holanda, los calvinistas persiguieron a muerte a los católicos y destruyeron sus iglesias e imágenes. Calvino quemó al famoso médico español Miguel Servet.

Zwinglio murió luchando contra los católicos. En Dinamarca, Noruega y Suecia se impuso a la fuerza el protestantismo. El mismo Lutero aceptaba la pena de muerte como

normal e incitó a los príncipes en la matanza de los campesinos, en la llamada guerra de los campesinos.

Las luchas de religión son un capítulo muy triste de la historia, pues muchos inocentes de ambos lados murieron y fueron torturados, pero, en ambos lados, hubo errores. Los príncipes protestantes de Alemania, no tenían la Inquisición, pero ellos mismos hacían de inquisidores, personalmente o a través de sus servidores, y daban la última palabra de vida o muerte sobre las personas de sus Estados.

Ahora, lo importante es que, dejando rencores sobre los errores del pasado, caminemos juntos hacia la unidad querida por Cristo pues, como decía Juan XXIII: “Es mucho más fuerte lo que nos une que lo que nos divide”. Pero necesitamos convertirnos todos, pues “no hay verdadero ecumenismo sin conversión interior” (UUS 15). “Hay que

superar las incomprensiones ancestrales, que se han heredado del pasado, los malentendidos y prejuicios de los unos contra los otros. No pocas veces, además, la

inercia, la indiferencia y un insuficiente conocimiento recíproco agravan estas situaciones. Por este motivo, el compromiso ecuménico debe basarse en la conversión

de los corazones y en la oración” (UUS 2).

Labor de la Iglesia


Padre Ángel Peña Benito. O.A.R.

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