miércoles, 26 de mayo de 2021

Mes de Mayo, mes de María 26 de Mayo

 


Mes de Mayo, mes de María

26 de Mayo

“Vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio.” (Jn 15, 27)


26 DE MAYO, MARÍA, TESTIGO

“Proclama mi alma la grandeza del Señor” (Lc 1, 46).María, si tu Hijo Jesús asegura en su discurso que los Apóstoles darán testimonio de Él, porque lo conocen desde el

principio, ¡cuánto mayor fue tu testimonio, si fuiste la tierra en la que nació el Maestro! Si “los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor

Jesús” (Act 4, 33), tú lo hiciste ya antes de que dieras a luz al concebido en tus entrañas, cuando proclamaste, en las montañas de Judea, la grandeza del Señor y

las maravillas que había hecho en ti.

Hay muchas formas de ser testigos. Jesús les adelantó a los suyos: “Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio.” 

(Lc 21, 12-13). En tu caso, no te arredró la condena a muerte de tu Hijo, sino que lo acompañaste, firme, hasta la Cruz. Allí permaneciste como la madre del ajusticiado, de pie, dando testimonio de amor.

Los mártires son los testigos más acreditados, al dar su vida por el nombre de Jesús, y compartir con Él la ofrenda de su sangre. Tu testimonio fue autentificado

con el dolor del alma. “Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de

contradicción - ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».” (Lc 2, 34-35)

Estos tiempos parecen menos propicios para proclamar las acciones de Dios, pues muchos creen que es una actitud un tanto ideologizada, o fundamentalista, y el

pudor vergonzante nos impone, a veces, un silencio injusto, al no atrevernos,como tú lo hiciste, a proclamar las obras de Dios.

Tú, que te reuniste con los discípulos a la espera de Pentecostés, pide con nosotros y para nosotros el don de Fortaleza, por el que nos sintamos ungidos e impelidos a

ser testigos de la bondad del Señor.

Santa María, testigo privilegiado desde el principio de la revelación del amor de Dios en tu Hijo: que sintamos sana emulación al verte colmada de gozo, cantando

la misericordia divina.

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