viernes, 28 de junio de 2019

Las historias de la Iglesia




LAS HISTORIAS DE LA IGLESIA

Por Pedrojosé Ynaraja

El tesoro espiritual de la Iglesia conserva insospechables riquezas. Insospechables sí, pero ni incómodas, ni absurdas, ni contradictorias.

1.- Si al final del evangelio de Juan se nos advierte que “Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir”. (Jn 21,25). semejante afirmación podría aplicarse a los contenidos de la interioridad de Santa María, de los Apóstoles, de la Santas Mujeres y de los numerosos Discípulos. El mismo Nicodemo, interesado interlocutor nocturno del Señor, también sabría lo suyo exclusivo. Infinitas fueron las enseñanzas y experiencias que tuvieron todos ellos durante aquellos años de vida apostólica de Jesús. Tales tácitas riquezas, muchas de ellas, las explicarían confidencialmente y se trasmitieron más o menos explícitamente.


2.- En el transcurso de su historia, la Iglesia las va descubriendo o sacando de su tesoro interior, nombrándolas o separándolas, para acentuándolas responder proféticamente a las necesidades de ciertos momentos históricos. Si los fundamentos de la Fe se reconocen y celebran de acuerdo con unas normas litúrgicas, no hay duda que la evocación de la Eucaristía, que corresponde al Jueves Santo, queda empequeñecida por las circunstancias que envolvieron la jornada del Cenáculo: el discurso, más bien confidencia emocionada, de Jesús, despidiéndose de los discípulos, rogando por ellos y por los que creeríamos lo que les dijo y le seguiríamos también. La oración en voz alta al Padre. La traición de Judas. La oración en Getsemaní… tantas cosas se acumulan aquella jornada… sin duda algunas son de menor tenor, el detalle de que cantaron los himnos correspondientes, la distancia que estaban separados, etc., etc. Otros acontecimientos no, eran de tal importancia que no se podían olvidar, ni menguar, tal la Eucaristía, el Pan de ángeles superior al maná del desierto y así parece que iba pasando de manera que llegó un momento histórico que estimulado por las peticiones de santos y santas, la Iglesia consideró que era oportuno dedicar un día a la Eucaristía. No es que la hubiera olvidado, ni abandonado, tal vez lo que había ocurrido es que no se tenía suficientemente en cuenta, principalmente por parte del pueblo fiel, pero carente de suficiente formación. Así que, acabado el tiempo pascual, se dedica más específicamente este domingo a la Eucaristía.

3.- Tal vez me diríais, si fuera posible el diálogo entre vosotros, mis queridos jóvenes lectores y yo mismo: ¿sabía San Pedro y los demás lo que era el Corpus? Estrambótico será lo que os diré. Suponiendo que ahora mismo se nos apareciera y careciendo, difícil imaginarlo, de la experiencia de su existencia eterna, le preguntáramos si alguna vez habían ido en procesión el día de Corpus, con seguridad os miraría con grandes ojos y os diría ¿qué es eso del Corpus?

4.- Si le explicaseis algo de lo que sabéis, de inmediato os respondería: amigos, de eso que decís sé mucho por experiencia, no me pidáis discursos, que no es lo propio mío. Lo que os puedo decir es que aquel pan que nos dio, que nos dijo era su cuerpo mismo, produjo en nuestro interior un cambio tal, que nunca hubiera imaginado lo que yo era capaz de hacer. Ciertamente que al poco rato le olvidé, que hui, que le traicioné, pero después, no me lo explico de otra manera, que fue por la fuerza de aquel alimento, que no era un simple trozo de pan, me di cuenta más tarde. Fui capaz de arrepentirme, sin desesperarme, de vivir tal como Él nos había enseñado, y de ser fuerte ante la prueba final y, a imitación suya, morir ajusticiado a causa de Él, por los que no creían en Él y le odiaban. No, no organizamos procesiones, ni alfombras, ni teníamos preciosos ostensorios. Nos reuníamos y, tal como Él nos indicó, partíamos el Pan, lo repartíamos y lo compartíamos, renovando sus mismas palabras, que no era simple recuerdo memorístico. Estaba presente Él sin duda, lo experimentábamos, pese a no sentir su compañía física.

5.- Ahora caigo en lo que me preguntáis y desde mi realidad eterna, observo que además de reuniros el domingo y recibirlo, un día os detenéis a pensar sosegadamente, recapacitar para descubrir el valor que lo que nos dio aquella noche y encargó continuáramos nosotros y nuestros sucesores dando. Obráis así y está muy bien hecho. En algunos sitios adornáis esta reflexión con procesiones, flores, cantos de adoración y bendiciones. ¡Cuánto me gusta si responde a devoción! Inútil, sin duda si responde a puro interés de atraer turismo o establecer rivalidades o fomentar la vanidad. Pero no os desaniméis si estos ornatos creéis desaparecen, hay muchas maneras de acompañar la oración o son precisamente estos ornatos, estos inciensos, estos himnos, los que fomentan que vuestra mente ore.

6.- La Eucaristía, nosotros la llamábamos sencillamente Fracción del Pan, continúa Pedro, es una celebración preciosa, aunque os reunáis pocos, es alimento que os hará fuertes, si lo recibís correctamente, no será así si no estáis preparados. Es presencia del Señor, se quedó de esta manera para estar al alcance de todos, por pobres que fueran…Pienso, mis queridos jóvenes lectores, que algo así nos diría Pedro, si tal encuentro fuera posible.

7.- Lo que insistentemente os recomiendo es que no dejéis de comulgar con fe. Tal vez en aquel momento estáis distraídos, pero si en el instante de decidirlo y dirigiros a una iglesia para comulgar, así lo pensáis, no lo dudéis, obráis correctamente. Si para obtener ayuda entráis en una iglesia porque allí se guarda el Santísimo, con vuestra oración podéis uniros a Él. Tenedlo por seguro, os resulta provechoso. En la vida física es preciso tomar alimento, pero el sol, ya lo sabéis, es provitamina D necesaria para gozar de buena salud. Respirar aire libre, mientras paseáis por un bosque tupido y bebéis agua abundante facilita el vigor y la lozanía. Paralelamente, lo que os recomendaba mejorará vuestra vida espiritual.

8.- Si hoy por muchas tierras de algunos continentes disminuye la Fe, observaréis que no es consecuencia de la modernidad, ni del entusiasmo “religioso” que algunos ponen en su militancia política, ni de la fanática afición por un equipo de futbol, ni por estar siempre con las manos ocupadas con el tablet o la música enlatada en un MP3, ni por las ambiciones de algunos por conseguir mando y poder público, que no os niego son inconvenientes. Influye negativamente mucho más el abandono de la Eucaristía.

Jesús-Eucaristía es ayuda, fortaleza, coraje, valentía. Hoy como siempre, en monasterios, en asilos, en misiones, en lugares donde fanáticos pretenden suprimir el cristianismo, continúan existiendo maravillosos fieles cristianos. No os dejéis engañar. Se da publicidad a las depravaciones, pero se silencian las heroicidades de los mártires, de tantos que dedican su vida a los necesitados, de los monjes y monjas de clausura que con su oración son pararrayos del mal que mereceríamos.

Y no lo olvidéis, cada noche, antes de irme a dormir, junto al Sagrario de mi iglesita, digo: a mis queridos jóvenes lectores, ¡buenas noches! les des, Dios.

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