viernes, 24 de diciembre de 2021

Hoy les ha nacido un Salvador

 

Hoy les ha nacido un Salvador

Sábado 25 de diciembre

¡Buenos días, gente buena!

Natividad del Señor

Evangelio

Lucas 2, 1-14

En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.

José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.

Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.

De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:

¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!.

Palabra del Señor

Esto les servirá de señal: encontrarán un niño… “en el mundo, todos quieren crecer: cada niño quiere ser hombre; los hombres quieren ser reyes; los reyes quieren ser dioses. Solo Dios quiere ser niño” (Leonardo Boff)

Dios en la pequeñez: esta es la fuerza novedosa de la Navidad. El hombre quiere subir, mandar, tomar. En cambio, Dios quiere bajar, servir, dar. Es el nuevo orden de las cosas y del corazón. 

Había unos pastores. Y una nube de alas, de cantos, de palabras felices les envuelven: ¡No teman! Dios no debe dar miedo, nunca. Si da miedo, no es Dios quien toca a tu vida. Dios se desarma en un recién nacido. Navidad es el cortejo de Dios que nos seduce con un niño. ¿Quién es Dios? Dios es una caricia que viene a la tierra en Navidad.

Les anuncio una grande alegría: la felicidad no es un espejismo, es posible y esta cercana. Y será para todo el pueblo: un gozo posible para todos, incluso para la persona más lastimada o con defectos, no solo para los más capaces o más serios. Y esta es la llave de la felicidad: Hoy les ha nacido un salvador. Dios que ha venido a traer no solo el perdón sino mucho más; ha venido a traer a sí mismo, luz en la oscuridad, llama en el frío, amor en el desamor. Venido a traer la vida divina en el respiro de todo hombre y mujer. La vida misma de Dios en mí. Es la síntesis de la Navidad.

Y en la tierra paz a los hombres: puede haber paz, de seguro la habrá. Los violentos la destruyen, pero la paz volverá como una primavera que no se deja abatir por los inviernos de la historia. A lo hombres que él ama: todos, así como somos, por como somos, buenos y menos buenos,  amados para siempre; uno a uno, tiernamente, amados sin reproches…

Así de bonito describe Lucas esta visita única, un grupo de pastores, olorosos a lana y oveja. Hermoso para todos los pobres, los últimos, los anónimos, los olvidados. Dios comienza con ellos.

Navidad es también una fiesta dramática: no había lugar para ellos en la posada. Dios entra en el mundo en el punto más bajo, haciendo fila con todos los excluidos. Dios se ha hecho hombre para aprender a llorar. Para navegar con nosotros en este valle de lágrimas, hasta que su vida y la nuestra sean un solo río. Jesús es el llanto de Dios hecho carne. 

Ahora rezaré: Mi Dios, mi Dios niño, pobre como el amor, pequeño como un pequeño de hombre, humilde como la paja donde has nacido, mi pequeño Dios que aprendes a vivir esta nuestra propia vida. Mi Dios incapaz de agredir y hacer mal, que vives solo si eres amado, enséñame que no hay otro sentido para nosotros, no hay otro destino que hacernos como tú.

¡Feliz Navidad!

¡Paz y Bien!

Fr. Arturo Ríos Lara, ofm

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