¿Hasta cuándo vas a demorar tu venida, Señor? Ven a este pobre desgraciado y cólmale de alegría? Posa tu mano sobre él, y librarás a este infeliz de todas sus angustias… No callaré ni dejaré de suplicarte, hasta que torne a mí tu gracia y me hables al corazón, diciendo: “Aquí me tienes; aquí estoy, pues me llamaste. Tus lágrimas y los suspiros de tu alma, tu humildad y tu corazón contrito me han movido y atraído a ti”… Tomás de Kempis. Imitación de Cristo

Por P. Tomás A. BerochDominus Est. 27 de julio de 2019.

Hola a todos. Hoy me gustaría hablarles acerca de una breve historia. Cuando yo era un niño tuve una vecina que era muy católica. Ella era una mujer que iba a Misa todos los domingos, rezaba el rosario diariamente, intentaba ayudar a los pobres tanto como podía, trataba de ver el rostro de Jesús en cada persona de la vecindad, y también buscaba ver el rostro de Jesús en cada persona que encontrara.

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Ella era una buena católica y yo estaba sorprendido de la caridad que tenía conmigo. Cuando mi mamá no podía cuidarme, ella lo hacía todo el tiempo. Ella fue como una segunda mamá para mí.
Recuerdo también algo que fue triste para ella. Ella tenía un hijo que era un traficante de drogas. Su hijo era un muchacho malvado. Siempre consumía drogas, se emborrachaba, golpeó a una mujer, en fin… era un muchacho muy malo. Mi vecina rezó por la conversión de su hijo durante toda su vida. Sin embargo, ella murió y no llegó a ver en vida la conversión de su hijo.


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Una vez que ella murió, su hijo se convirtió en un buen católico, y hoy este muchacho está tratando de ayudar a otras personas para que abandonen la vida de pecado. Este muchacho está ayudando a otros jóvenes a abandonar las drogas y a vivir en gracia de Dios.
Podemos decir que Dios escuchó las oraciones de mi vecina, pero lo hizo una vez que ella murió. Ella le pedía a Dios que ayudase a su hijo a ser un buen hombre. Su hijo hoy en día es un buen católico y un buen hombre. Pero mi vecina tuvo que morir para ver la conversión de su hijo.
Lo que me gustaría decir acerca de esto es que no tenemos que ver los frutos de nuestras oraciones. Muchas veces nosotros estamos rezando por la conversión de nuestros hijos, o estamos rezando por alguna gracia que querríamos que Dios nos concediera. En definitiva, querríamos ver los frutos de nuestras oraciones. Tenemos que recordar que no tenemos derecho a ver los frutos de nuestras oraciones. Cuando rezamos por la conversión de otra persona, necesitamos continuar rezando por esa intención, pero no necesariamente tenemos que ver la conversión de nuestro hijo o amigo, o familiar. Quizás no tengamos la posibilidad de verla en esta vida. Quizás veremos la conversión de nuestro hijo o de la persona por quien rezamos desde el cielo, pero no en esta tierra.

Tenemos que recordar que necesitamos confiar en Dios, pase lo que pase.

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Tenemos que confiar en nuestro Señor Jesucristo con todas nuestras fuerzas, porque Él es capaz de realizar muchísimos milagros en nuestra vida, solamente si confiamos en Él. Tenemos que recordar también que debemos seguir rezando por lo que necesitamos. Quizás Dios no responda nuestras oraciones hoy o mañana, ni pasado mañana. Quizás Dios responda nuestras oraciones después de nuestra muerte, pero lo más importante es que Él toque el corazón de las personas, y las atraiga a la fe católica que es la única fe que puede salvar a los seres humanos.
Entonces, recordemos que si confiamos en Dios, Él será capaz de realizar muchos milagros en nuestras vidas, sólo si confiamos en Él.  Si no confiamos en el Señor, Él no realizará ningún milagro en nuestras vidas, no por culpa suya sino nuestra, porque nosotros no confiamos en Él. Si confiamos en Dios, todo es posible.

“Hijo, déjame hacer contigo lo que quiera, Yo sé lo que te conviene. Tú discurres como hombre y sientes en muchas cosas al modo que persuade el afecto humano”. El Señor. Imitación de Cristo.

Que el Señor los bendiga y la Virgen María los proteja para siempre. Gracias por prestar atención a esta breve historia. Rezaré por ustedes y les pido por favor que recen por mí.  Dios los bendiga.

Padre Tomás


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