sábado, 17 de febrero de 2018

Dom 18 Feb Homilía I Domingo de Cuaresma - Ciclo B

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Introducción
El objetivo primordial de la Cuaresma es preparar a los fieles para celebrar la Pascua, la fiesta cristiana por excelencia, con el corazón purificado para poder revivir ese misterio y hacer fecunda su fuerza salvadora. La liturgia cuaresmal está muy influenciada por la disciplina del catecumenado y por el ritual de la penitencia. En el siglo III se estableció en Roma la práctica de conferir el bautismo una vez al año en la vigilia pascual; y en el siglo IV se fijó el ritual de la penitencia canónica, según el cual los penitentes eran reconciliados en la mañana del Jueves Santo. La liturgia se adaptó a estos dos hechos que influyeron claramente en la elección de las lecturas y en la formulación de las oraciones. La Cuaresma antigua se caracterizaba por una liturgia que reunía cada día o casi cada día a toda la comunidad cristiana, consciente de su solidaridad en la obra de la renovación espiritual que se quería realizar. Tenía, por tanto, un fuerte carácter comunitario. Estaba concebida como «el verdadero retiro anual de toda la familia cristiana». Este mismo espíritu pervive aún hoy en nuestra liturgia.


Fray Manuel Ángel Martinez Juan
Convento de San Esteban (Salamanca)
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“ Convertíos y creed en el Evangelio ”
Evangelio de hoy y lecturas
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis 9, 8-15
Dios dijo a Noé y a sus hijos:
–«Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.»
Y Dios añadió:
–«Esta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco, y recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes.»


Salmo
Sal 24, 4bc-5ab. 6-7bc. 8-9 R. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.
Señor, enséñame tus caminos, 
instrúyeme en tus sendas: 
haz que camine con lealtad; 
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

Recuerda, Señor, que tu ternura
tu misericordia son eternas.
Acuérdate de mí con misericordia, 
por tu bondad, Señor. R.

El Señor es bueno y es recto, 
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud, 
enseña su camino a los humildes. R.

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3,18-22
Queridos hermanos:
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios.
Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
Con este Espíritu, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que en un tiempo habían sido rebeldes, cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos –ocho personas se salvaron cruzando las aguas.
Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva: que no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Cristo Jesús, Señor nuestro, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 12-15
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto.
Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
–«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»


Comentario bíblico 
de Fray Miguel de Burgos Núñez - Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

También puede ver el comentario de: Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)

1ª Lectura: Génesis (9,8-15): Un diseño de liberación y de alianza
I.1. La primera lectura es el final del relato del diluvio (más amplio, porque abarca Gn 6,5-9,17), que es un texto lleno de sugerencias sobre la necesidad de ver que Dios, a pesar del alejamiento de la humanidad de su proyecto salvador, siempre ofrece oportunidades de gracia, como a Noé y su familia, que en este caso representan una nueva humanidad. Es un relato que actualmente está tejido sobre las teologías de las redacciones "yahvista" y "sacerdotal" (dos de las fuentes o tradiciones con las que se ha elaborado el Pentateuco) y que tiene paralelos con relatos del Oriente. Los autores bíblicos se han podido inspirar en ellos, pero dándole su tono teológico y catequético de acuerdo con la fe de Israel. Se busca poner de manifiesto que del "pecado y castigo" por una parte, se ha de pasar a la misericordia liberadora por otra, lo cual se representa extraordinariamente en la alianza con Noé y la humanidad.

I.2. El "arca" (tebah) es como una cesta, como la cesta en la que un día Moisés será salvado de las aguas. Siempre en la Biblia hay una teología positiva frente al pecado de la humanidad: la fidelidad de Dios. Sabemos que el relato del diluvio es mítico en el sentido que no ha existido un diluvio "universal", sino que siempre ha habido catástrofes que le han enseñando a la humanidad lo frágil de su existencia. Todas las culturas se remiten a un tipo de relato como éste, porque en todos los pueblos se tiene conciencia del pecado de la humanidad, de la necesidad de un castigo, y del anhelo de la justicia y la misericordia de los dioses. En el caso de nuestro relato, la teología de la misericordia de Dios es manifiesta.

2ª Lectura: Iª Pedro (3,18-22): La victoria de Jesucristo
II.1. La segunda lectura presenta la acción redentora de Cristo en lo que se presiente una teología de la confesión primitiva del "murió por nuestros pecados" (cf 1Cor 15,3; Rom 6,10; Heb 9,26-28 o Ef 2,18). Esta muerte, sin embargo, no se debe interpretar en la lógica de una necesidad divina, como se hizo en la Edad Media, sino de "pro-existencia", de entrega a la humanidad sin condiciones. Por eso, "murió por nuestros pecados", debemos entenderlo en el sentido de que murió "a causa de nuestros pecados", es decir, el pecado del mundo que nos aleja de la misericordia y salvación de Dios.

II.2. También se hace mención de los días de Noé y se explica como una cierta continuidad con la primera lectura de hoy. Esta carta de Pedro, sea quien sea su autor, pone de manifiesto el ámbito de la existencia cristiana en un mundo adverso, o en un mundo sin fe y sin esperanza. El cristiano, pues, debe saber responder con valentía y vigor al reto de un mundo sin horizontes éticos, incluso debe estar dispuesto a dar su vida por causa de la justicia. Es verdad que en el escrito se percibe un voluntarismo fuerte, un "deber" insustituible; pero deberíamos subrayar también la dimensión "vocacional" cristiana. El hecho del bautismo, y de ahí quizá la conexión con Noé, no puede quedar en un rito sin compromiso, sino que ser bautizados en Cristo significa llevar una vida como la suya: la opción de estar entregado a los demás.

Evangelio: Marcos (1,12-15): Del desierto al evangelio
III.1. El evangelio, en todos los ciclos, el primer domingo de cuaresma, es el relato de las tentaciones de Jesús en el desierto. Este de Marcos es el relato más sobrio de los sinópticos, sobre el que Mateo y Lucas construyeron un episodio cargado de insinuaciones teológicas. Que Jesús estuviera el desierto, como lo estuvo Juan el Bautista, no es un hecho del que debamos dudar. Pero, no obstante, el desierto está cargado de simbolismo en la teología de Israel: de la misma manera que es un tiempo de tentación, es también un tiempo de purificación. El número cuarenta, los cuarenta días, señalan, evidentemente, a los cuarenta días del diluvio (por eso se ha escogido en la liturgia de hoy el texto de Génesis sobre el diluvio), o a los cuarenta años del pueblo caminando por el desierto hacia la libertad.

III.2. Por lo mismo, debemos ponernos en esa clave simbólica para entender este momento previo a la vida pública de Jesús que se prepara a conciencia para abordar la gran batalla de su existencia, es decir, la proclamación de la llegada del Reino de Dios. Y es el Espíritu el que le impulsa al desierto (por consiguiente, no puede ser malo el desierto); pero allí se le presentan los animales adversos (alimañas) e incluso ese misterioso personaje, sin rostro y sin identidad, Satanás; aunque también los ángeles que son, por el contrario, la fuerza de Dios. Este es un relato tipo que quiere describir la actividad de Jesús en su pueblo, que vivía como en el desierto. Y es allí donde él debe aprender la necesidad que tienen los hombres del evangelio.

III.3. Señalemos también que el mismo Espíritu, después, le impulsa a Galilea para proclamar el gran mensaje liberador, como se puso de manifiesto en el tercer domingo de este ciclo B. Para vencer en el desierto, es necesaria la fidelidad a Dios por encima de todas las sugerencias de poder y de gloria. El simbolismo en el que debemos leer hoy nuestro relato nos permite ver que el desierto y los cuarenta días es el mundo de Jesús, el tiempo de Jesús con las fuerzas adversas (las de Satanás) y la de Dios (los ángeles). Eso es lo que está presente en la vida, en toda sociedad. )Qué hacer? Pues, como Jesús, proclamar que el tiempo de Dios, el de la salvación y la misericordia no puede ser vencido por el de la maldad, la injusticia o la guerra. Si Jesús estaba guiado por el Espíritu, eso quiere decir que es el Espíritu mismo la voz resonante del evangelio como buena noticia que llama a salir de lo peor que tiene el desierto: las fuerzas del mal.


Fray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

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