No tener miedo de decir la verdad sobre nuestra vida y tomar conciencia de nuestros pecados
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 28 Sept. 2017).- El Papa Francisco celebró este jueves la misa en la capilla de la Casa Santa Marta y exhortó en su homilía a no tener miedo de decir la verdad sobre nuestra vida, a tomar conciencia de nuestros pecados, a pedir ayuda para ubicarlos debidamente y confesarlos sinceramente al Señor para que nos perdone.
El Pontífice partió del Evangelio del hoy sobre el comportamiento de Herodes en relación quienes asociaban a Jesús con Juan el Bautista, a Elías, o como un profeta. Herodes no sabía qué pensar, señaló el Papa y precisó que “sentía dentro” de sí algo, que “no era una curiosidad”, era “un remordimiento en el alma, en el corazón”, y por ello que “buscaba ver a Jesús para tranquilizarse”.
“Quería ver milagros”, pero “Jesús no hizo un circo delante de él” y fue entregado a Pilato y lo pagó con la muerte. Herodes cubrió “un crimen con otro, el remordimiento de la conciencia con otro crimen, como quien mata por temor. El remordimiento de la conciencia no es un simple recuerdo, sino una llaga”, dijo el Papa.
Y añadió: “Una llaga que cuando en la vida hicimos algunos males, duele. Es una llaga escondida, no se ve; ni yo la veo, porque me acostumbro a llevarla y luego se anestesia. Está allí, algunos la tocan pero la herida está dentro. Cuando esta llaga hace mal, sentimos remordimiento. No sólo soy consciente de haber hecho el mal, pero lo siento: lo siento en el corazón, en el cuerpo, en el alma y en la vida. De ahí nace la tentación de cubrirlo, para no más sentirlo”. Y precisó que “es una gracia sentir que la conciencia nos acusa, nos dice algo”.
“Debemos –permítanme la palabra– bautizar ‘la llaga’, es decir, darle un nombre. ¿Dónde está la llaga?
-¿Pero padre como yo hago para sacarla fuera?
-Antes de todo hay que rezar: ‘Señor, ten piedad de mí que soy pecador, porque el Señor escucha tu oración’. Después examina tu vida.
– ¿Y si no veo cómo y dónde está ese dolor, de dónde viene, que es un síntoma, cómo puedo hacer?”
– ‘Pide a alguien para que te ayude a sacarte la llaga; que la llaga salga y luego hay que darle un nombre’.
Tengo ese remordimiento de conciencia porque lo hice, concreto; concreción. Y esta es la verdadera humildad delante de Dios y Dios se conmueve ante la concreción”.
-¿Pero padre como yo hago para sacarla fuera?
-Antes de todo hay que rezar: ‘Señor, ten piedad de mí que soy pecador, porque el Señor escucha tu oración’. Después examina tu vida.
– ¿Y si no veo cómo y dónde está ese dolor, de dónde viene, que es un síntoma, cómo puedo hacer?”
– ‘Pide a alguien para que te ayude a sacarte la llaga; que la llaga salga y luego hay que darle un nombre’.
Tengo ese remordimiento de conciencia porque lo hice, concreto; concreción. Y esta es la verdadera humildad delante de Dios y Dios se conmueve ante la concreción”.
La concreción, explica el Pontífice, como la expresan los niños en la confesión. Una concreción de decir lo que se hizo, de manera que la verdad “venga hacia fuera”. Entonces “así nos sanamos”.
El Sucesor de Pedro invitó a “aprender la ciencia, la sabiduría de acusarse a sí mismo. Yo me acuso, siento el dolor de la llaga, hago de todo para saber de dónde viene ese síntoma y luego me acuso. Sin miedo de los remordimientos de conciencia: ellos son un síntoma de salvación. Tengan miedo de cubrirlos, de maquillarlos, disimularlos, esconderlos … esto sí, pero ser claro. Y así el Señor nos cura”.
La oración final que propone el Papa es pedir que el Señor nos dé la gracia de “tener el coraje de acusarnos” para “caminar en el camino del perdón”.
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