viernes, 23 de junio de 2017

Sáb 24 Jun Evangelio del día Undécima semana del Tiempo Ordinario - Año Par

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““ Éste será alguien grande ”
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 49, 1-6
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenla mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»

Salmo

Sal 138, 1-3. 13-14. 15 R. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas
y me conoces; me conoces
cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R.
No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R.

Segunda lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 22-26
En aquellos días, dijo Pablo:
-«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias." Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios:
A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
-«¡ No! Se va a llamar Juan. »
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
-«¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Reflexión del Evangelio de hoy
Ser luz para los demás
Si al comenzar una nueva experiencia no tenemos la ilusión y las ganas de dejarnos sorprender, puede que estemos perdiendo una de las mejores partes de los nuevos proyectos. Seguro que recordamos al ser pequeños cómo nos ilusionaban los libros nuevos, todo lo que íbamos a aprender, puede que después fuéramos malos estudiantes, pero eso de tener los libros, de empezar algo nuevo abría en nosotros unas grandes posibilidades y nos llenábamos de grandes propósitos.

A medida que nos vamos haciendo mayores vamos perdiendo ese grado de ilusión, dicen que maduramos pero puede que lo que hagamos es perder esa cobertura de genialidad que tienen las vidas que comienzan y que no se ven frenadas por lo externo.

Hoy nos recuerdan la figura de un hombre que no perdió esa genialidad, pero teniendo muy claro quién era, que siguió lo que su corazón recibía de Dios pero sabiendo que su vida estaba en un lugar concreto y no se dejó vencer por lo que en ese momento, igual que ahora, guiaba muchas vidas, el poder.

Disfrutar de las nuevas oportunidades
Recuerdo mi primer día en el colegio, como profesora, me acompañaron a la clase, me presentaron al alumnado 35 niños y niñas de 13 años, en pleno comienzo de adolescencia y allí me dejaron, aunque en apariencia dicen que soy una persona con apariencia de seguridad, de confianza en mí misma, la verdad es que soy bastante tímida, pero aquello no podía ser mi seña de identidad, sino que tenía que enfrentarme a la realidad que tenía delante y comenzar lo que había querido hacer.

La vida, la experiencia, las caídas y levantadas, nos dan muchos recursos, nos enseñan muchas cosas, pero cuando la enseñanza se queda en teoría no sirve de mucho, unos cuantos años después descubres que lo importante es vivir el día a día, jugar partido a partido, ser consciente de cuál es tu meta y no dejarte perder por lo que no es realmente relevante en la existencia.

Escuchar las palabras que salen del corazón
Cuando uno recibe algo que no parecía que pudiera llegar, se queda sin palabras. Cuando no podemos dar explicación a algo, los creyentes damos a Dios la potestad de haber realizado eso, los que no creen en Dios, pueden buscar una explicación en la ciencia o pueden seguir de largo dando a la casualidad el poder de haberlo realizado.

Hay situaciones en la vida que no tienen mucha explicación, que suceden y que si le buscamos las razones podemos volvernos locos, hay situaciones en nuestra vida que sólo viviéndolas podemos llegar a darle una explicación.

El padre de Juan quedó mudo por saber explicar cómo en la vejez de él y de Isabel tenían la posibilidad de cumplir su sueño de ser padres, no sólo serían padres sino que su hijo sería alguien con unas cualidades y una misión importante, ante ese hecho inexplicable quedó mudo.

Si fuéramos capaces de quedar en silencio cuando no tenemos palabras para explicar lo que vivimos o lo que no entendemos, puede que no se contaminaría tanto el ambiente de palabras vacías y de explicaciones sin sentido.


Hna. Macu Becerra O.P.
Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia
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