jueves, 1 de junio de 2017

Pentecostés. El Espíritu Santo en mi vida By Padre Evaristo Sada LC

Pentecostés. El Espíritu Santo en mi vida

Pentecostés es un nuevo comienzo
A partir de ese día, el Espíritu Santo se manifiesta como Espíritu de Jesús. Del costado traspasado, Jesús nos dona su Espíritu y en Pentecostés los discípulos lo acogen como don del Resucitado.
Los hombres y mujeres reunidos en el Cenáculo quedaron invadidos por la presencia personal del Espíritu Santo. Esos pobres hombres, vasos de barro (2 Co 4,7) quedaron llenos del Espíritu, divinizados. Es una nueva creación. Nace la Iglesia: morada de Dios entre los hombres.
Nosotros, como los huesos secos de la profecía de Ezequiel, escuchamos la voz del Resucitado que nos dice: “Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis” (Ez 37,14)
El Espíritu encuentra en nosotros rostros desfigurados y Él, que trabaja siempre, nos va reformando en la oración. Día a día, poco a poco, como el agua a la piedra de río, en cada oración, nos va moldeando conforme a la imagen de Cristo.
¡Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor!

Escucha las campanas de la abadía de Solesmes como esa presencia del Espíritu en lo profundo de tu corazón

Oraciones al Espíritu Santo:


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