martes, 30 de junio de 2020

Liturgia de la Palabra:

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Liturgia de la Palabra:


01/07/2020

Miércoles de la decimotercera semana de Tiempo Ordinario.
PRIMERA LECTURA
Aparta de mí el estrépito de tus canciones, y fluya la justicia como arroyo perenne.
Lectura de la profecía de Amós 5, 14-15. 21-24
Buscad el bien, no el mal, y viviréis, y así el Señor, Dios del universo, estará con vosotros, como pretendéis.
Odiad el mal y amad el bien, instaurad el derecho en el tribunal.
Tal vez el Señor, Dios del universo, tenga piedad del Resto de José.
«Aborrezco y rechazo vuestras fiestas -dice el Señor-, no acepto vuestras asambleas
Aunque me presentéis holocaustos y ofrendas, no me complaceré en ellos, ni miraré las ofrendas pacíficas con novillos cebados.
Aparta de mí el estrépito de tus canciones; no quiero escuchar la melodía de tus cítaras.
Que fluya como agua el derecho y la justicia como arroyo perenne».
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 49, 7. 8-9. 10-11. 12-13. 16bc-17

R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
-yo, Dios, tu Dios-. R.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R.
Pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos. R.
Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos? R.
¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R.

Reflexión 182: Sabiduría para penetrar los secretos del orgullo


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Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia

365 días con santa Faustina


Reflexión 182: Sabiduría para penetrar los secretos del orgullo



El orgullo puede consumirnos. Cuando lo hace, todo lo que pensamos es en nosotros mismos y en nuestro propio dolor. Quizás puedas relacionarte con esto. Tal vez has encontrado una herida y te sientas y te enfurruñas con esa herida. Crea amargura en tu corazón y buscas curar esa herida. Pero cuando esto sucede, a menudo es nuestro orgullo lo que nos lleva a remediar el dolor mediante una forma de venganza, ira o autocompasión. Incluso podemos engañarnos y pensar que nuestro deseo de resolver nuestro problema y librarnos del dolor está justificado por Dios. Pero si está dispuesto a dejar que el Señor penetre en el secreto interior de su alma, verá que su motivación en muchas cosas es su orgullo herido. Esta no es la solución. Lo que se necesita es Misericordia. La misericordia resuelve todos los problemas. Primero, debes buscar la Misericordia de Dios, luego debes ofrecerla incondicionalmente a los demás. No hay otra forma de resolver el dolor y la confusión presentes en tu alma. Esta es una lección difícil de aprender, pero necesaria (verDiario # 958).


¿Qué es lo que te motiva? Quizás tengas una obsesión interior que parece que no puedes sacudir. Quizás permanezca en tu mente día y noche. Esté atento a esto e identifíquelo como su propio pecado. No dudes en humillarte al máximo y no tengas miedo de hacerte cargo del dolor que sientes. Señalar con el dedo a otro no cura y no soluciona nada. Somos los únicos responsables como resultado de nuestro orgullo. Ver esto es una gracia de la Misericordia misteriosa e insondable del Señor.


Señor, no puedo sacudir la ira, el dolor y el dolor que siento a veces. Es abrumador y que todo lo consume, sutil y engañoso. Pero es mi pecado, acechando dentro de mí sacándome de ti, evitando que me arrepienta de verdad. Señor, me arrepiento y te ruego que me humilles para que pueda amarte con todo mi ser. Jesús, confío en ti.


Calmando la tormenta


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Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!


Calmando la tormenta
30 de junio de 2020
Martes de la decimotercera semana de
lecturas del tiempo ordinario para hoy

Primeros mártires de la Iglesia de Roma: Memorial opcional



Vinieron y despertaron a Jesús, diciendo: “¡Señor, sálvanos! ¡Estamos pereciendo! Él les dijo: "¿Por qué estás aterrorizado, oh de poca fe?" Luego se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y hubo una gran calma. Mateo 8: 25-26

Imagina que estuvieras en el mar con los Apóstoles. Fuiste pescador y pasaste incontables horas en el mar a lo largo de tu vida. Algunos días el mar estaba excepcionalmente tranquilo y otros días había grandes olas. Pero este día fue único. Estas olas eran enormes y se estrellaban y temías que las cosas no terminaran bien. Entonces, con los otros en el bote, despertaste a Jesús con pánico esperando que Él te salvara.

¿Qué hubiera sido lo mejor para los Apóstoles en esta situación? Lo más probable es que les hubiera permitido a Jesús permanecer dormido. Idealmente, habrían enfrentado la feroz tormenta con confianza y esperanza. Las "tormentas" que parecen abrumadoras pueden ser raras, pero podemos estar seguros de que vendrán. Vendrán y nos sentiremos abrumados.

Si los apóstoles no hubieran entrado en pánico y hubieran permitido que Jesús durmiera, es posible que hayan tenido que soportar la tormenta un poco más. Pero eventualmente se habría calmado y todo habría estado tranquilo.

Jesús, en su gran compasión, está de acuerdo con que clamemos a Él en nuestra necesidad como lo hicieron los apóstoles en el bote. Él está bien con que nos volvamos a Él en nuestro miedo y busquemos su ayuda. Cuando lo hagamos, Él estará allí como un padre está allí para un niño que se despierta durante la noche con miedo. Pero idealmente enfrentaremos la tormenta con confianza y esperanza. Idealmente sabremos que esto también pasará y que simplemente debemos confiar y mantenernos fuertes. Esta parece ser la lección más ideal que podemos aprender de esta historia.

Reflexione, hoy, sobre cómo reacciona ante las dificultades y los problemas en su vida. Ya sean grandes o pequeños, ¿los enfrentas con la confianza, la calma y la esperanza que Jesús quiere que tengas? La vida es demasiado corta para estar llena de terror. Ten confianza en el Señor, no importa lo que enfrentes cada día. Si parece estar dormido, permítele permanecer dormido. Él sabe lo que está haciendo y puedes estar seguro de que nunca te permitirá soportar más de lo que puedes soportar.

Señor, lo que sea que se presente en mi camino, confío en ti. Sé que siempre estás ahí y nunca me darás más de lo que puedo manejar. Jesús, confío en ti.

Santo Evangelio del Día 30 de junio


CONMEMORACIÓN DE SAN PABLO,
Apóstol y Mártir


Doble mayor
(ornamentos encarnados)

He peleado el buen combate, he terminado la carrera, he guardado la fe.
No me queda sino esperar la corona de justicia que me está reservada,
y que el Señor, justo Juez, me dará en el gran día,
a mí y a todos los que aman su venida.
(2 Timoteo 4, 7-8)



Epístola
Hermanos: Os hago saber, hermanos, que el Evangelio predicado por mí no es de hombre, pues yo no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. Habéis ciertamente oído hablar de cómo yo en otro tiempo vivía en el judaísmo, de cómo perseguía sobremanera a la Iglesia de Dios y la devastaba, y aventajaba en el judaísmo a muchos coetáneos míos de mi nación, siendo en extremo celoso de las tradiciones de mis padres. Pero cuando plugo al que me eligió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, para revelar en mí a su Hijo, a fin de que yo le predicase entre los gentiles, desde aquel instante no consulté más con carne y sangre; ni subí a Jerusalén, a los que eran apóstoles antes que yo; sino que me fui a Arabia, de donde volví otra vez a Damasco. Después, al cabo de tres años, subí a Jerusalén para conversar con Cefas, y estuve con él quince días. Mas no vi a ningún otro de los apóstoles, fuera de Santiago, el hermano del Señor. He aquí delante de Dios que no miento en lo que os escribo.

Gal. I, 11-20

Evangelio
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Mirad que Yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los sanhedrines y os azotarán en sus sinagogas, y por causa de Mí seréis llevados ante gobernadores y reyes, en testimonio para ellos y para las naciones. Mas cuando os entregaren, no os preocupéis de cómo o qué hablareis. Lo que habéis de decir os será dado en aquella misma hora. Porque no sois vosotros los que habláis, sino que el Espíritu de vuestro Padre es quien, habla en vosotros. Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; y se levantarán hijos contra padres y los harán morir. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que perseverare hasta el fin, ese será salvo. 
Mateo X, 16-22 




Catena Aurea

San Gregorio, in Matthaeum, 17,4
Porque aquel que ejerce el ministerio de la predicación no debe hacer el mal, sino sufrirlo, a fin de aplacar con su mansedumbre el furor de aquellos que se ensañan con él y para que vean que a pesar de estar cubiertos de otras heridas, curan las de los pecadores. Si bien es cierto que en muchas ocasiones el celo por la justicia enciende en el apóstol la ira contra sus discípulos, esta ira debe tener origen en el amor y no en la crueldad y manifestar exteriormente la regla de disciplina: amad con amor paternal en el fondo de vuestros corazones a aquellos que castigáis exteriormente. Hay muchos, que en cuanto reciben el poder de gobernar, se muestran ansiosos de castigar a los que están a su cargo, hacen ver el terror del poder, quieren parecer dominadores, no se reconocen como verdaderos padres y cambian la humildad por el orgullo de dominar. Y aun cuando alguna vez se muestran bondadosos, interiormente arden en deseos de castigar. De éstos se dice: "Vienen a vosotros vestidos de ovejas; pero en su interior son lobos rapaces" ( Mt 7,15). Es preciso no olvidar que es contra éstos, contra quienes somos enviados como a ovejas en medio de los lobos, a fin de que nos preservemos de la mordedura del mal, conservando el sentido de la inocencia.


San Jerónimo
Llama lobos a los escribas y fariseos, que eran los clérigos de la religión judía.


San Hilario, in Matthaeum, 10
También se llama lobos a todos aquellos que se habían de ensañar con un odio implacable contra los Apóstoles.


San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 33,3

Causa admiración el que unos hombres, que jamás se habían separado del lago donde se ocupaban en pescar, no se marcharan inmediatamente que oyeron semejantes cosas. Pero esto no era efecto sólo de su valor, sino resultado de la sabiduría del Doctor, que puso el remedio a cada uno de los males. Por eso dice: "A causa mía"; porque no es pequeño el consuelo de sufrir por Cristo y el de no ser perseguidos como hombres malvados y perjudiciales. También les dice el motivo de sus persecuciones con aquellas palabras: "Para que les sirva de testimonio":

¿Qué es el Opus Dei?

Documental Opus Dei: San Josemaría, un regalo de Dios

Misa de hoy ⛪ Martes 30 de Junio de 2020, Padre Fabio Alonso Gómez - Tel...

Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza»

Revista Amigo del Hogar: La tempestad calmada


Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza»

Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet
(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

Hoy, Martes XIII del tiempo ordinario, la liturgia nos ofrece uno de los fragmentos más impresionantes de la vida pública del Señor. La escena presenta una gran vivacidad, contrastando radicalmente la actitud de los discípulos y la de Jesús. Podemos imaginarnos la agitación que reinó sobre la barca cuando «de pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas» (Mt 8,24), pero una agitación que no fue suficiente para despertar a Jesús, que dormía. ¡Tuvieron que ser los discípulos quienes en su desesperación despertaran al Maestro!: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!» (Mt 8,25).

El evangelista se sirve de todo este dramatismo para revelarnos el auténtico ser de Jesús. La tormenta no había perdido su furia y los discípulos continuaban llenos de agitación cuando el Señor, simplemente y tranquilamente, «se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza» (Mt 8,26). De la Palabra increpatoria de Jesús siguió la calma, calma que no iba destinada sólo a realizarse en el agua agitada del cielo y del mar: la Palabra de Jesús se dirigía sobre todo a calmar los corazones temerosos de sus discípulos. «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» (Mt 8,26).

Los discípulos pasaron de la turbación y del miedo a la admiración propia de aquel que acaba de asistir a algo impensable hasta entonces. La sorpresa, la admiración, la maravilla de un cambio tan drástico en la situación que vivían despertó en ellos una pregunta central: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?» (Mt 8,27). ¿Quién es el que puede calmar las tormentas del cielo y de la tierra y, a la vez, las de los corazones de los hombres? Sólo quien «durmiendo como hombre en la barca, puede dar órdenes a los vientos y al mar como Dios» (Nicetas de Remesiana).

Cuando pensamos que la tierra se nos hunde, no olvidemos que nuestro Salvador es Dios mismo hecho hombre, el cual se nos acerca por la fe.

ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO

San Pedro y San Pablo Apóstoles | Arte sacro, San pablo apostol ...



ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO

El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos, ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto y, con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por ella.

San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras: Y yo te digo que tú eres Pedro. Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le replicó: «Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Porque tú eres Pedro.» «Pedro» es una palabra que se deriva de «piedra», y no al revés. «Pedro» viene de «piedra», del mismo modo que «cristiano» viene de «Cristo».

El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Yo te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto que él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: Quedan perdonados los pecados a quienes los perdonéis; quedan retenidos a quienes los retengáis.

En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es porque Pedro es el primero entre los apóstoles.

lunes, 29 de junio de 2020

Primera Misa del sacerdote Vicenç Martí: Lunes 29 de junio de 2020

Señor, ¡sálvanos, que perecemos!


Templo de San Francisco - Celaya, Gto.


Señor, ¡sálvanos, que perecemos!
Martes 30 de junio
¡Paz y Bien!
Evangelio
Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, Jesús subió a una barca junto con sus discípulos. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan fuerte, que las olas cubrían la barca; pero él estaba dormido. Los discípulos lo despertaron, diciéndole: "Señor, ¡sálvanos, que perecemos!" 

Él les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?" Entonces se levantó, dio una orden terminante a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Y aquellos hombres, maravillados, decían: "¿Quién es éste, a quien hasta los vientos y el mar obedecen?"
Palabra del Señor

Reflexión

Oración de san Francisco de Asís | Oración simple | Un regalo para el Pa...

Me hice todo por todos

Liturgia de la Palabra:

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Liturgia de la Palabra:

30/06/2020
Martes de la decimotercera semana de Tiempo Ordinario.
PRIMERA LECTURA
El Señor Dios ha hablado, ¿quién no profetizará?
Lectura de la profecía de Amós 3, 1-8; 4, 11-12
Escuchad la palabra que el Señor ha pronunciado contra vosotros, hijos de Israel, contra toda tribu que saqué de Egipto:
«Solo a vosotros he escogido, de entre todas las tribus de la tierra. Por eso os pediré cuentas de todas vuestras transgresiones».
¿Acaso dos caminan juntos sin haberse puesto de acuerdo ?
¿ Acaso ruge el león en la foresta sino tiene una presa?
¿Deja el cachorro oír su voz desde el cubil si no ha apresado nada?
¿Acaso cae el pájaro en la red, a tierra, si no hay un lazo?
¿Salta la trampa del suelo si no tiene una presa?
¿Se toca el cuerno en una ciudad sin que ese estremezca la gente?
¿Sucede una desgracia en una ciudad sin que el Señor la haya causado?
Ciertamente, nada hace el Señor Dios sin haber revelado su designio a sus servidores los profetas.
Ha rugido el león, ¿quién no temerá?
El Señor, Dios ha hablado ¿quién no profetizará?
Os transformé como Dios transformó a Sodoma y Gomorra y quedasteis como tizón sacado del incendio.
Pero no os convertisteis a mí - oráculo del Señor -.
Por eso, así voy a tratarte, Israel.
Sí, así voy a tratarte:
prepárate al encuentro con tu Dios.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 5, 5-6. 7. 8

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS.


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30 DE JUNIO MARTES XIII DEL T. ORDINARIO


De la Feria. Salterio I


OFICIO DE LECTURA 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Al Señor, al gran Rey, venid, adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al Señor, al gran Rey, venid, adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: ALABEMOS A DIOS QUE, EN SU PALABRA

Alabemos a Dios que, en su Palabra,
nos revela el designio salvador,
y digamos en súplica confiada:
«Renuévame por dentro, mi Señor.»

No cerremos el alma a su llamada
ni dejemos que arraigue el desamor;
aunque dura es la lucha, su palabra
será bálsamo suave en el dolor.

Caminemos los días de esta vida
como tiempo de Dios y de oración;
él es fiel a la alianza prometida:
«Si eres mi pueblo, yo seré tu Dios.»

Tú dijiste, Jesús, que eras camino
para llegar al Padre sin temor;
concédenos la gracia de tu Espíritu
que nos lleve al encuentro del Señor. Amén.

SALMODIA

Ángelus 29 junio 2020 Papa Francisco

RP Leonardo Castellani: La Primera Pesca Milagrosa

Publicado: 28 jun 2020 04:42 PM PDT


Y aconteció que se agolpaban las gentes hacia Él, para oír la palabra de Dios, y Él estaba a la orilla del lago de Genesaret. Y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago: y los pescadores habían saltado a tierra, y lavaban sus redes. Y entrando en una de estas barcas, que era de Simón, rogó que la apartase un poco de la tierra. Y estando sentado, enseñaba al pueblo desde la barquilla. Y luego que acabó de hablar, dijo a Simón: “Boga mar adentro, y soltad vuestras redes para pescar”. Y respondiendo Simón, le dijo: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin haber pescado nada; mas en tu palabra soltaré la red”. Y cuando esto hubieron hecho, recogieron un tan crecido número de peces, que se rompía su red. E hicieron señas a sus compañeros, que estaban en el otro barco, para que viniesen a ayudarlos. Y vinieron, y de tal modo llenaron los barcos, que casi se sumergían. Y cuando esto vio Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús diciendo: “Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador”. Porque él y todos los que con él estaban quedaron atónitos de la presa de los peces que habían hecho. Y asimismo, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y dijo Jesús a Simón: “No temas; desde aquí en adelante serás pescador de los hombres”. Y llevadas las barcas a tierra, lo dejaron todo, y le siguieron.  
(Lucas V, 1-11)




"El Evangelio de Jesucristo"
RP Leonardo Castellani



Domingo cuarto después de Pentecostés


La Primera Pesca Milagrosa

La Pesca Milagrosa es un milagro repetido, lo mismo que la Multiplicación de los Panes y la Echada de los Mercaderes del Templo. Cuando Cristo repita el mismo gesto, eso tiene misterio; y la segunda vez no significa lo mismo que la primera; porque de no, bastaba la primera. Este milagro significa el poder de Dios sobre los animales irracionales... y los racionales.

La Primera Pesca Milagrosa está junto con la Segunda Llamada de los Apóstoles (la llamada a ser Apóstoles y no ya meros creyentes) y la segunda “ricapesca” –como traduce Lutero– está después de la Resurrección en la penúltima –y no en la última, como dice Lagrange– ­aparición de Jesús: la última, antes de la Ascensión; junto con la confirmación de Pedro, pecador contrito, como jefe de la Iglesia: “Apacienta mis ovejas”.

Los milagros de Cristo tuvieron por fin mostrar Su poder, que es el poder de Dios: son la confirmación divina de lo que Él enseñó. Cristo mostró su poder sobre las cosas inanimadas caminó sobre las aguas), sobre los productos del hombre (multiplicó el pan y el vino), sobre las plantas (secó la higuera maldita), sobre los animales (en este caso) y también sobre el cuerpo humano (curó enfermos), sobre los demonios (los exorcizó y dominó) y sobre la Muerte, el gran conquistador del género humano, como la llamó el poeta Schiller, “der Erobner”, resucitando tres muertos y resucitando El mismo. Pero ninguno de estos poderes podían hacer impresión tan inmediata sobre los Apóstoles, pescadores de profesión, como su poder sobre los peces: bicho que no tiene rey. Así, por ejemplo, usted puede ser el matemático, literato o filósofo más grande del mundo y su mujer de usted no se asombrará; pero si un día llega a mostrarle que sabe más que ella de cocina, se quedará impresionadísima. Y así Simón Pedro hijo de Juan se impresionó como nunca en su vida y sintió el pavor de la divinidad delante de Él: que eso significa claramente su extraño grito: “¡Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador!”. Bueno, si era pecador, tenía que decir lo contrario: “¡Acércate a mí, Señor, salud de los pecadores!”, comenta Maldonado con bastante simpleza. No se trataba allí de devoterías, y San Pedro no era una beata. “No temas: desde hoy yo te haré ser pescador de hombres.”

Martirologio Romano 29 de junio

Publicado: 28 jun 2020 09:00 PM PDT

SANTOS PEDRO 1
Y PABLO2,

Apóstoles y Mártires
1: † crucificado alrededor del año 69 en Roma
2: n. alrededor del año 9 en Tarso de Cilicia;
† decapitado alrededor del año 69 en Roma

1: Patrono del papado y de los Papas; Iglesia Universal; Roma; pescadores; fabricante de redes; constructores de barcos; zapateros; relojeros; constructores de puentes; panaderos; carniceros; cosechadores; cerrajeros; longevidad. Protector contra la histeria; los problemas de los pies; fiebre.
2: Patrono de los escritores y autores; periodistas y personal de editorial de periódicos; Roma; Acción Católica; personal de relaciones públicas; laicos; obispos misioneros; músicos; talabarteros. Protector contra las serpientes y sus mordeduras; granizo.


A ti te daré las llaves del reino de los cielos;
todo lo que atares sobre la tierra,
será atado también en los cielos.
(Mateo 16, 19)


  • En Roma, el triunfo de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, los cuales, en un mismo año y día padecieron, de orden del Emperador Nerón: el primero fue crucificado cabeza abajo en la misma Ciudad y enterrado en el Vaticano junto a la vía Triunfal, donde es visitado con veneración de todo el Orbe. San Pablo fue decapitado y sepultado en la vía Ostiense, donde es venerado con igual culto.
  • En Chipre, santa María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos.
  • En Argentón de Francia, san Marcelo, Mártir, el cual por confesar a Cristo, juntamente con el militar Anastasio fue decapitado.
  • En Genova, el tránsito de san Siró, Obispo.
  • En Narni, san Casio, Obispo de aquella ciudad, de quien escribe san Gregorio Papa, que apenas se le pasó día sin ofrecer al omnipotente Dios la hostia propiciatoria; lo cual estaba en consonancia con su vida, pues cuanto tenía lo empleaba en limosnas, y en el santo Sacrificio se deshacía todo en lágrimas. Finalmente, en la fiesta de los Apóstoles, cuando cada año acostumbraba ir a Roma, habiendo celebrado solemnemente la Misa en su propia ciudad de Narni, y dado a todos el cuerpo del Señor y la paz, pasó al Señor.
  • En territorio de Sens,  santa Benita , Virgen.


Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
Gracias a Dios.


SANTOS PEDRO1
Y PABLO2,

San Pedro, el Príncipe de los Apóstoles, y San Pablo, el Doctor de las gentes, cementaron con su sangre los cimientos de la Iglesia romana. San Pedro murió crucificado. A San Pablo se lo decapitó, el año 69. Los dos tuvieron la dicha de confirmar, con la efusión de su sangre, la doctrina que habían predicado con tanta elocuencia y confirmado con tantos milagros. Nerón, no te imagines haber triunfado: para siempre permanece la gloria del combate a favor de estos ilustres mártires, y muy pronto depondrán a tus sucesores de su trono; los césares abandonarán el Capitolio y cederán su lugar a los sucesores de San Pedro.

MEDITACIÓN
SOBRE SAN PEDRO Y SAN PABLO

Dom Gueranger: San Pedro y San Pablo

Publicado: 28 jun 2020 09:30 PM PDT



"Año Litúrgico"
Dom Gueranger


SAN PEDRO Y SAN PABLO, 
APÓSTOLES

La Respuesta de Amor

"¿Simón, hijo de Juan; me amas?" He aquí el momento en que se escucha la respuesta que el Hijo del Hombre exigía del pescador de Galilea. Pedro no teme la triple interrogación del Señor. Desde aquella noche en que el gallo fué menos solícito para cantar que el primero de los Apóstoles para renegar de su Maestro, continuas lágrimas cavaron dos surcos en sus mejillas; ha luido el dia en que cesen estas lágrimas. Desde el patíbulo en que el humilde discípulo ha pedido le claven cabeza abajo, su corazón generoso repite, por fin sin miedo, la protesta que, desde la escena de las orillas del lago de Tiberíades, ha consumido silenciosamente su vida: "¡Sí, Señor, tú sabes que te amo!"(1)


El Amor, características del Sacerdocio Nuevo

El amor es la característica que distingue el sacerdocio de los tiempos nuevos del ministerio de la ley de servidumbre. El sacerdote judío, impotente, temeroso, no sabía sino derramar sangre de victimas simbólicas sobre un altar simbólico también. Jesús, Sacerdote y Víctima a la vez, exige más de aquellos a quienes llama a participar de la prerrogativa que le hace Pontífice eterno según el orden de Melquisedec (2) "No os llamaré en adelante siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; sino que os he llamado mis amigos porque os he comunicado todo lo que he recibido del Padre.(3) Como mi Padre me ha amado, así os amo yo; permaneced en mi amor".(4)

Ahora bien, para el sacerdote admitido de esta manera a la unión con el Pontífice eterno, el amor no es completo, si no se extiende a la humanidad rescatada en el gran Sacrificio. Y nótese que para él es más estricta la obligación, común a los cristianos, de amarse como miembros de una misma Cabeza; pues por su sacerdocio se hace partícipe de la Cabeza, y con esta participación, la caridad debe tener en él algo del carácter y grandeza del amor que esa Cabeza tiene a sus miembros. Y ¿cuánto mayor será, si, al poder que tiene de inmolar a Cristo mismo, y al deber que le obliga a ofrecerse con él en el secreto de los' Misterios, la plenitud del Pontificado le añade la misión pública de dar a la Iglesia el apoyo que necesita y la fecundidad que el Esposo celestial espera de ella? Entonces es cuando, según la doctrina sostenida siempre por los Papas, por los Concilios y por los Padres, el Espíritu Santo le adapta a su misión sublime, identificando enteramente su amor con el del Esposo cuyas obligaciones asume y cuyos derechos ejerce.


El Amor de San Pedro

Al confiar a Simón hijo de Juan la humanidad redimida, el primer cuidado del Hombre-Dios fué asegurarse de que sería fiel vicario de su amor(5); de que, habiendo recibido más que los otros, le amaría más que todos(6); de que, siendo heredero del amor de Jesús para los suyos que estaban en el mundo, los debía amar, como El, hasta el fin(7). Por esto, la exaltación de Pedro a las cumbres de la Jerarquía sagrada, concuerda en el Evangelio con el anuncio de su martirio (8) siendo Sumo Pontífice, tenía que seguir hasta la cruz al Jerarca supremo.(9)

Ahora bien, la santidad de la criatura y, a la vez, la gloria de Dios Creador y Salvador, tienen su completa realización en el Sacrificio, que junta al pastor y al rebaño en un mismo holocausto.

Reflexión 181: Santa Indiferencia


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Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
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Reflexión 181: Santa Indiferencia


¿Importa cuál es la Voluntad de Dios para ti? Eso puede sonar como una pregunta extraña al principio. Pero piénsalo. ¿Importa lo que Dios quiera de ti? ¿Y si te llamara a un trabajo constante? ¿O qué pasaría si Él te llamara a un descanso reparador? ¿O qué pasaría si Él te llenara de deleite? ¿O eliminar todo deleite de tu alma? ¿O llamarte para ser exaltado y honrado a la vista de muchos? ¿O llevarte al desierto de la soledad y el ocultamiento?

La verdad es que no importa cuál es el llamado de Dios en nuestras vidas, solo importa lo que Él llama. Debemos luchar por una santa indiferencia en nuestras vidas. Una indiferencia "santa" no es indiferencia hacia Dios y su voluntad; más bien, una santa indiferencia es un desapego a todas las preferencias con respecto a lo que el Señor nos pide. Debemos estar preparados para todo pero debemos estar dispuestos a no recibir nada. El objetivo es estar preparado para Dios y su voluntad, sea lo que sea (vea el Diario # 952).

Reflexione sobre si está o no listo y dispuesto a aceptar lo que Dios quiera de usted.  Lo que quiere no es tan importante como el hecho de que quiere. Esto puede ser una sutileza difícil de entender al principio. Pero es importante entenderlo. La simple verdad es que debemos estar preparados para cualquier cosa que Dios nos pida sin aferrarnos a nuestra preferencia personal. Si puede alcanzar este nivel de desapego, la Misericordia de Dios comenzará a fluir en abundancia en su vida y a través de usted hacia la vida de muchos otros.

Señor, te entrego a ti todas mis preferencias egoístas en la vida. Te doy total libertad para hacer lo que quieras en mi vida. No importa lo que me pidas, acepto, y no importa lo que me quites, te lo doy. Dame, querido Señor, la gracia de una santa indiferencia para que pueda ser libre de amarte a ti y a tu santa voluntad más que a la vida misma. Jesús, confío en ti.