martes, 6 de febrero de 2018

¿Cuántas de mis decisiones y actos están acordes con la voluntad de Dios? 5 FEBRERO, 2018 / RMMC

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ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios


Soy consciente de la importancia de seguir a Jesús, de tratar de agradarlo en todos los aspectos y de querer tener los mismos sentimientos que Él. Como dice san Pablo debemos ser imitadores de Dios, buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas y distinguir entre lo bueno y lo malo para elegir hacer el bien.
Si uno es honesto debe reconocer que muchas veces ha equivocado su camino o, incluso, ha elegido voluntaria o involuntariamente, hacer lo contrario de lo que se debería hacer. Con frecuencia me he guiado por una multitud de influencias que no son las Cristo. Ya sea por los deseos de mi propio orgullo, por la influencia de la cultura moderna e, incluso, por el entorno alejado de la verdad. Pero afortunadamente somos salvados por la gracia y no por nuestros propios méritos.
Para lograr el objetivo de dejar que el pensamiento de Cristo guíe nuestras vidas, necesitamos algo esencial, y es conocerle personalmente. Pero no podemos conocerlo por el testimonio de lo que otros digan de Él, sino por nuestra propia relación directa con Él. De ahí la importancia de tomarse el tiempo de encontrarlo en las Escrituras, en la oración y en la vida sacramental.
La búsqueda de la voluntad de Dios en nuestra vida nos lleva a poner las cosas en una perspectiva bíblica. Con demasiada frecuencia, la cultura nos impide distinguir lo correcto de lo incorrecto. El mundo en general encuentra la manera de encauzar el mal y trivializar la búsqueda del bien. Los modos y costumbres de nuestro tiempo nos hace creer que si todos lo hacen yo también debería hacerlo. Este enfoque queda cuestionado cuando lo que se pretende es hacer la voluntad de Dios.
Si afirmo vivir como lo enseña la Biblia pero mi vida no es acorde con las enseñanzas de Jesús me estoy mintiendo a mí mismo. Por eso es necesaria una relación personal con Cristo para ser un auténtico seguidor suyo.

Al profundizar en las Escrituras puedo considerar mi forma de vivir y mi relación con Cristo y cuestionarme: ¿cuántas de mis decisiones y actos están acordes con la voluntad de Dios? ¿Pongo por delante mis propias convicciones que pueden llegar a ser contrarias a la voluntad de Dios? ¿Busco complacerlo a Él o busco mi propia satisfacción personal? ¿Soy consciente como clama el salmo de que el Señor asegura los pasos del hombre en cuyo camino se complace: aunque caiga no quedará postrado, porque el Señor lo lleva de la mano?

¡Quiero conocerte más, Señor, tener un encuentro más personal contigo! ¡Envía tu Espíritu, Señor, para que me abra a la gracia y abra mi corazón para romper aquello que me impide acercarme a ti con humildad, sencillez y amor! ¡Señor, quiero ser tu testigo, imitarte siempre, complacerte siempre, hacer tu voluntad siempre! ¡Que nada me aparte del camino! ¡Que nada me aleje de la verdad! ¡Quiero anunciar tu Palabra, vivir como tu nos enseñas, transmitir los valores que tus nos dejaste, ser testigo de tu mensaje y portador de tus enseñanzas! ¡Quiero ser justo con los que me rodean, solidario con los que me encuentro, fiel a los que en mi confían, servicial con los que a mi acuden! ¡Concédeme, Señor, la alegría de vivir para transmitirla a todos los que me sirven! ¡Concédeme la gracia de llevarte a cualquier rincón sin miedo al qué dirán! ¡Ayúdame a ser testigo tuyo, a reconocerte como espejo de lo que soy y a vivir como viviste tu! ¡Concédeme, Señor, la gracia de ver la realidad del mundo como la veías Tu y verte a ti en las personas que me rodean, especialmente en aquellos que sufren! ¡Hazme vivir conforme a tu voluntad y a la voluntad divina! ¡Y en un día como hoy te pido, Señor, por todos los enfermos para que Tú que todo lo puedes les devuelvas la salud y, sobre todo, les concedas la gracia de sobrellevar cristianamente su enfermedad!


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