martes, 19 de julio de 2022

Reflexión 200: La unidad del amor y el sufrimiento

 



Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 Días con Santa Faustina

Reflexión 200: La unidad del amor y el sufrimiento

¿Se oponen el amor y el sufrimiento? En otras palabras, si sientes mucho sufrimiento, ¿puedes también tener un gran amor? Una pregunta a considerar es esta: ¿Cuál es la fuente de tu sufrimiento? ¿Es tu pecado? ¿Es compasión por otro? ¿Es una herida física o psicológica? La verdad es que todo sufrimiento es capaz de unirse con el amor en vuestro corazón. Esto es cierto incluso en el sufrimiento que soportas como resultado de tu pecado. El pecado claramente no es de Dios, pero cuando experimentas un sufrimiento interior como resultado de tu pecado, es una señal de que tu conciencia está trabajando y eso es bueno. El objetivo es tomar toda forma de sufrimiento que padezcas, ya sea por el pecado o por cualquier otra fuente, y dejar que se convierta en un ímpetu para la misericordia. Primero, debes permitir que la Misericordia de Dios calme el dolor que sientes, y luego debéis dejar que ese amor que viene de la Misericordia del Señor transforme vuestro sufrimiento en vuestra propia misericordia. El Sufrimiento y la Misericordia deben encontrarse dentro de tu corazón y desde allí, extenderse a los demás (VerDiario #1050).

¿Qué ves en tu corazón? Identifica específicamente cualquier sufrimiento que soportes. No importa cuál sea la causa, obsérvala y experiméntala. Mientras haces esto, permite que entre la gracia que fluye del Corazón de Cristo. Y mientras le permites entrar, deja que Él transforme tu dolor en un corazón lleno de misericordia y compasión por todos, comenzando por ti mismo. La Misericordia de Dios es abundante y puede eclipsar todo lo que experimentamos en la vida, incluso nuestro dolor. Deja que tu dolor se encuentre con la Divina Misericordia en tu corazón y serás cambiado para siempre.

Señor, te invito a mi corazón. Ven y habita allí y transforma todo en mí mediante una abundante efusión de Tu Divina Misericordia. Que te ame, amado Señor, sobre todas las cosas y permita que tu presencia en mi vida me cambie para tu gloria. Jesús, en Ti confío.


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