lunes, 6 de junio de 2022

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Martes semana décima Tiempo Ordinario (7 junio 2022)

De Corazón a corazón: 1Re 17,7-16 (La viuda de Sarepta. “No se acabó la harina… ni el aceite”); Sal 4,2; Mt 5,13-16 (“Sois la sal de la tierra… la luz del mundo… que glorifiquen a vuestro Padre”)

Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: Jesús en Nazaret, cuando se presentó como ungido y enviado por el Espíritu Santo, recordó a la viuda de Sarepta. Pero no lo entendieron. Quien es la luz del mundo, el pan de vida, el fermento y la sal, es el mismo Jesús, que quiere prolongarse y expresarse a través de “los suyos”. La única condición consiste en dejarle ser a él y multiplicarse en nuestro poco (“lo poquito que hay en mí”, decía Santa Teresa, pero “todo a por amor”). Las obras del seguidor de Cristo deben reflejar el modo de ser y de vivir del mismo Cristo, para que le vean a él (como reflejo del Padre) en nosotros. Los casi treinta años de vida oculta en Nazaret dejaron su huella imborrable en el corazón de los creyentes (como en S. Carlos de Foucauld).

*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: Dios hace cosas grandes si le dejamos moldear nuestro barro en sus manos de Padre. Al recitar el "Magníficat" mariano, experimentamos que, con su mirada amorosa, Dios imprime su rostro misericordioso en nuestra nada.


 

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