¡Mi vida católica!
La exaltación de los humildes de corazón
15 de marzo de 2022
Martes de la Segunda Semana de Cuaresma
Lecturas para Hoy
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“El que se enaltece será humillado; pero el que se humilla será enaltecido.” Mateo 23:12
La humildad parece una contradicción. Fácilmente nos sentimos tentados a pensar que el camino a la grandeza implica que todos sepan todo lo que hacemos bien. Hay una tentación constante para la mayoría de las personas de mostrar su mejor cara y esperar que otros la vean y la admiren. Queremos ser notados y elogiados. Y a menudo tratamos de hacer que eso suceda con las pequeñas cosas que hacemos y decimos. Y a menudo tendemos a exagerar quiénes somos.
Por otro lado, si alguien nos critica y piensa mal de nosotros, tiene el potencial de ser devastador. Si escuchamos que alguien dijo algo negativo sobre nosotros, podemos irnos a casa y estar deprimidos o enojados por eso el resto del día, ¡o incluso el resto de la semana! ¿Por qué? Porque nuestro orgullo está herido y esa herida puede doler. Puede doler a menos que hayamos descubierto el increíble don de la humildad.
La humildad es una virtud que nos permite ser reales. Nos permite atravesar cualquier personalidad falsa que podamos tener y simplemente ser quienes somos. Nos permite sentirnos cómodos con nuestras buenas cualidades, así como con nuestros fracasos. La humildad no es otra cosa que ser honestos y verdaderos sobre nuestras vidas y estar cómodos con esa persona.
Jesús nos da una lección maravillosa en el pasaje del Evangelio anterior que es muy difícil de vivir pero que es absolutamente clave para vivir una vida feliz. ¡Él quiere que seamos exaltados! Él quiere que los demás se fijen en nosotros. Él quiere que nuestra luz de bondad brille para que todos la vean y que esa luz marque la diferencia. Pero Él quiere que se haga en verdad, no presentando una personalidad falsa. Él quiere que el verdadero "yo" brille. Y eso es humildad.
La humildad es sinceridad y autenticidad. Y cuando la gente ve esta cualidad en nosotros, queda impresionada. No tanto de una manera mundana sino de una manera auténticamente humana. No nos mirarán y tendrán envidia, más bien, nos mirarán y verán las verdaderas cualidades que tenemos y las disfrutarán, las admirarán y querrán imitarlas. La humildad permite que brille tu verdadero yo. Y, lo creas o no, el verdadero tú es alguien a quien otros quieren conocer y llegar a conocer.
Reflexiona, hoy, sobre cuán genuino eres. Haz de este tiempo de Cuaresma un tiempo en el que la necedad del orgullo se haga añicos. Deja que Dios te quite toda imagen falsa de ti mismo para que brille tu verdadero yo. Humíllate de esta manera y Dios te tomará y te exaltará a Su manera para que tu corazón pueda ser visto y amado por quienes te rodean.
Señor de perfecta humildad, hazme humilde. Ayúdame a ser sincero y honesto acerca de quién soy. Y en esa honestidad, ayúdame a dejar que Tu Corazón, que vive en el mío, brille para que otros lo vean. Jesús, en Ti confío
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