viernes, 1 de diciembre de 2017

Imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima






Oposición maravillosa entre misericordia y grandeza real


Plinio Corrêa de Oliveira



Esta imagen, considerada del punto de vista artístico, es del estilo llamado “sulpiciano”,* pero tiene muchísima más expresión que las imágenes sulpicianas comunes. Esta expresión se nota por la coherencia de su conjunto.


Su rostro está un poco vuelto hacia adelante, pero no completamente erecto. En un gesto muy delicado, está como quien atiende y mira a alguien que está a sus pies. Mirar vuelta hacia abajo con mucha solicitud, preocupación y delicadeza de sentimientos para oír la plegaria que le está siendo hecha. Pero con tantos deseos de atender, que se diría que la imagen está prestando oídos a quien esta rezando y, más que con los ojos abiertos, está con el corazón abierto para recibir los pedidos.


Al mismo tiempo en que la imagen mira hacia abajo, ella reza hacia el cielo. Sus manos están puestas en oración en un gesto muy suave, expresando una súplica llena de confianza. Ese gesto despierta la idea de oración, pero también, un poco, la idea de aflicción. La aflicción y la oración están conjugadas en algo triste. A pesar de que parece sonreír a quien ella atiende, tiene una actitud de profunda tristeza.




Se diría “una imagen virginal”, debido a la manifestación de una candidez, suavidad, ternura y pureza de una virgen absolutamente inmaculada.


La corona es de una reina, pero, quitándosela, quedaría perfectamente bien. Representa a la Santísima Virgen coronada como Reina, sin embargo, con la simplicidad de la más amena de las personas: oposición maravillosa entre misericordia y grandeza real.


La imagen conmueve. Tengo la impresión de que su mirada me penetra profundamente y que ella opera en mi transmitiendo una paz entristecida, pero tranquila, decidida y varonil, que me incentiva a la dedicación y a la lucha. 




* El estilo “sulpiciano” debe su nombre a la parroquia de san Sulpicio, en París, construida durante los siglos XVII-XVIII, y ejerció desde entonces fuerte influencia sobre el catolicismo francés. Estos comentarios fueron extraídos de una conferencia del 27 de abril de 1973. Se refieren a la Imagen Peregrina Internacional de Nuestra Señora de Fátima, que en julio de 1972 vertió lágrimas milagrosamente en la ciudad norteamericana de Nueva Orleans.




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