sábado, 14 de septiembre de 2024

Unión con la Voluntad de Dios en Jesús Sacramentado

 




Unión con la Voluntad de Dios en Jesús Sacramentado
Jesús mío, Tú por amor mío Te empequeñeces en la Hostia, casi desapareciendo en todo, y yo en este acto, oh Jesús, quiero desaparecer en tu Voluntad, para contenerte por entero en mí, haciendo de mi ser otra hostia, en competición con tu Amor Sacramentado. Y Tú, oh Jesús, destruye todo mi pobre ser en lo que tiene de pecado, para que con tu Querer Te consagres en mí por entero, y yo pueda decirte: “aquí tienes, oh Jesús, mi Hostia”, como Tú lo dices a mí.

En este acto, oh Jesús, me escondo en tu Voluntad, para que encuentres en mí tu Vita Sacramental, y yo pida, haga y tome parte en todo lo que haces Tú, y los velos sacramentales sean la sombra que nos esconde juntos y nos haga inseparables.

Al asistir a la Misa
¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, a adorar en mí y, como tu Voluntad multiplica los actos infinitamente, así quiero darte la satisfacción como si todos hubieran asistido a la Santa Misa, dar a todos el fruto del Sacrificio y pedir para todos la salvación.

EN EL OFERTORIO

Virgen Inmaculada, unida al Sacrificio Eucarístico, ofrece Tú misma a Dios el sacrificio de mi voluntad y de todas las voluntades humanas, dándonos en cambio la Voluntad Divina.

ANTES DE LA CONSAGRACIÓN

Oh Jesús, quema el holocausto de mi mísera voluntad y de todas las voluntades humanas en el fuego de infinito calor de tu Divina Voluntad.

EN LA CONSAGRACIÓN

Oh dulce Redentor mío, Jesús, que en esta hora te transustanciaste a Tí mismo en el pan y en el vino, haz que en cada momento de mi vida se repita en mí la consagración de Tí mismo, para que yo sea tu pequeña Hostia viviente.

EN LA ELEVACIÓN DE LA HOSTIA

Oh Jesús mío, adoro en esta Hostia tu Sacratísimo Cuerpo, que fue crucifìcado a causa de nuestra voluntad humana en el Calvario.

EN LA ELEVACIÓN DEL CÁLIZ

Oh Jesús mío, adoro en este Cáliz tu Preciosísima Sangre: haz que descienda a purificar nuestras almas, a iluminar nuestras mentes, a inflamar nuestros corazones y a derribar nuestro querer humano, para que podamos resucitar y vivir sólo en tu Voluntad Divina. Eterno Padre, en tu Divina Voluntad te ofrezco, por medio del Corazón Inmaculado de María, la Sangre preciosísima de Jesucristo, en reparación de todos los actos de voluntad humana hechos por las criaturas desde la creación del mundo y los que se repiten hasta la consumación de los siglos.



No hay comentarios. :

Publicar un comentario