martes, 30 de enero de 2024

Te adoro con devoción.

 


Te adoro con devoción.

Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte. Al juzgarte se equivocan la vista, el tacto, el gusto, pero basta con el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios; nada es más verdadero que esta palabra de verdad.

En la cruz se escondía solo la divinidad, pero aquí también se esconde la humanidad; creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió el ladrón arrepentido. No veo las llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios; haz que yo crea más y más en ti, que en ti espere, que te ame.

¡Oh, memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que da la vida al hombre; concédele a mi alma que de ti viva, y que siempre saboree tu dulzura. Señor Jesús, bondadoso Redentor, límpiame con tu sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. Jesús, a quien ahora veo escondido, te ruego que se cumpla lo que tanto ansío; que, al mirar tu rostro ya no oculto, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén. 





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