lunes, 20 de febrero de 2023

Tres días después de muerto, resucitará

 


Tres días después de muerto, resucitará

Martes 21 de febrero

¡Paz y Bien!

Evangelio

Marcos 9, 30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaban Galilea, pero él no quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le darán muerte, y tres días después de muerto, resucitará". Pero ellos no entendían aquellas palabras y tenían miedo de pedir explicaciones.

Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó: "¿De qué discutían por el camino?" Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: "Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos".

Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe. Y el que me reciba a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me ha enviado".

Palabra del Señor

Reflexión

El que quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos

En el evangelio de hoy vemos dos actitudes muy contrarias, una es la de Jesucristo anunciando a sus discípulos el gran misterio Pascual, su muerte y resurrección, es decir, anunciando la gloria y la Vida Eterna. Por otro lado, están sus discípulos pensando en las cosas mundanas, en el éxito aquí en la tierra, sin hacer mucho caso a lo que Jesús les está comunicando; nos dice el evangelio “por miedo” no le preguntan, posiblemente por miedo al sufrimiento, ya que sólo escucharían la palabra muerte y no resurrección.

Esta actitud de los discípulos nos interpela, pues algunas veces somos como ellos, ya que nos quedamos en el Viernes Santo y no pensamos en el Domingo de Resurrección, y otras tantas veces también vivimos centrados en el éxito que nos da el mundo y nos olvidamos que estamos hechos para el Cielo, que este mundo se pasa y la gloria que recibimos aquí abajo no sirve de nada. Todo es vanidad.

La gran tentación a la que se enfrenta el ser humano es a la ambición y al deseo de poder, de querer ser el primero y más que nadie. Sin embargo, Jesucristo nos esté indicando otro camino muy distinto y es que para ser el primero hay que ser el último y el servidor de todos, es decir, Jesús nos invita a vivir con humildad, que es desde donde conectamos con Dios. La humildad nos hace estar más atentos a los demás que a nuestras propias necesidades.

A los sencillos y a los pequeños se les revela el verdadero sentido de la vida y la felicidad. Los últimos en este mundo son los primeros en el Reino de los Cielos.

Qué el Señor nos regale el don de la humildad para estar al servicio de nuestros hermanos siempre. “Quien pierde su vida la gana”.

¡Feliz Martes!

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