viernes, 18 de noviembre de 2022

Somos hijos de la resurrección

 

Somos hijos de la resurrección

Sábado 19 de noviembre

¡Paz y Bien!

Evangelio

Lucas 20, 27-40

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos, el mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?"

Jesús les dijo: "En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado.

Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven".

Entonces, unos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien". Y a partir de ese momento ya no se atrevieron a preguntarle nada.

Palabra del Señor

Reflexión

Ciertamente es difícil afirmarlo, si no se admite y se cree en la Resurrección de Jesús y además resulta atrevido afirmar que todos vamos a resucitar. Asimismo, es difícil de explicar y de entender lo de la resurrección de las personas, pues no es cuestión de razonar y explicar un misterio. Deberíamos preguntarnos cómo nos situamos nosotros ante este misterio y qué repercusión tiene en nuestra vida.

Jesús, como respuesta a una resurrección ofrecida por la ley, que desemboca en el disparate presentado, responde con una resurrección fijándose en dos situaciones existenciales: los dos tiempos de nuestra existencia y las dos categorías humanas; todos, por un lado, y justos y elegidos, por otro.

Sabemos o creemos que el pecado y la muerte son vencidos a la vez en Jesucristo. Los que creen en el evangelio de Jesucristo se convierten en nuevas criaturas: en hijos de Dios. En la resurrección, los seres resucitados serán «cuerpos espirituales» es decir, serán, como los ángeles, personas con un cuerpo no sometido a la corrupción, vivificados por el Espíritu, que no ofrece ya posibilidad alguna a la muerte.

Es muy interesante cómo termina la discusión con dos afirmaciones fundamentales. La primera es que Dios es un Dios de vivos. Vive y siempre está vivo. Si somos hijos de Dios viviremos, ya que la frase “hijos de” señala un parentesco y una dependencia, por eso somos hijos de resurrección, gozamos de ella y participamos de ella. Viviremos. La segunda es: que nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Esta transformación es consecuencia, fruto y mérito de nuestro amigo Jesús.

Exigencia: vivir la vida humana con sentido, con agradecimiento, disfrutarla, entregarla; en la entrega vivimos el amor y engendramos la esperanza, sabiendo, como recitamos en el salmo, que Dios es nuestro alcázar y fortaleza.

¡Feliz Sábado!

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