¡Mi vida católica!
La gratitud vence a la envidia
17 de agosto de 2022
Miércoles de la XX Semana del Tiempo Ordinario
Lecturas para hoy
"¿Tienes envidia porque soy generoso?" Mateo 20:15b
Esta línea proviene de la parábola del terrateniente que contrató trabajadores en cinco momentos diferentes durante el día. Los primeros eran contratados de madrugada, los segundos a las 9 am, los demás al mediodía, 3 pm y 5 pm Los contratados de madrugada trabajaban como doce horas y los contratados a las 5 pm trabajaban sólo una hora. El “problema” era que el dueño pagaba a todos los trabajadores lo mismo que si todos trabajaran una jornada completa de doce horas.
Al principio, esta experiencia tentaría a cualquiera a sentir envidia. La envidia es una especie de tristeza o ira ante la buena fortuna de los demás. Quizás todos podamos entender la envidia de aquellos que dedican un día completo. Trabajaron durante las doce horas completas y recibieron su paga completa. Pero tenían envidia porque los que trabajaban sólo una hora eran tratados por el hacendado con mucha generosidad recibiendo el salario de un día completo.
Trate de meterse en esta parábola y reflexione sobre cómo viviría esta acción generosa del terrateniente hacia los demás. ¿Verías su generosidad y te regocijarías por aquellos que son tratados tan bien? ¿Estarías agradecido por ellos porque recibieron este regalo especial? ¿O usted también se sentiría envidioso y molesto? Con toda honestidad, la mayoría de nosotros lucharía contra la envidia en esta situación.
Pero esa realización es una gracia. Es una gracia tomar conciencia de ese feo pecado de la envidia. Incluso si no estamos realmente en la posición de actuar sobre nuestra envidia, es una gracia ver que está ahí dentro.
Reflexiona, hoy, sobre si ves algún rastro de envidia dentro de tu corazón. ¿Puedes regocijarte sinceramente y sentirte lleno de gratitud por el éxito de los demás? ¿Puedes estar sinceramente agradecido a Dios cuando otros son bendecidos con la generosidad inesperada e injustificada de otros? Si esto es una lucha, entonces al menos agradece a Dios que te hayas dado cuenta de esto. La envidia es un pecado, y es un pecado que nos deja insatisfechos y tristes. Deberías estar agradecido de verlo porque ese es el primer paso para superarlo.
Mi muy generoso Señor, peco y honestamente admito que tengo algo de envidia en mi corazón. Gracias por ayudarme a ver esto y ayudarme a entregar eso ahora. Reemplázalo con una sincera gratitud por la abundante gracia y misericordia que otorgas a los demás. Jesús, en Ti confío.
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