Domingo veinte Tiempo Ordinario, Año C (14 agosto, S. Maximiliano K.)
De Corazón a corazón: Jer 38,4-6.8-10 (Jeremías arrojado a la cisterna); Heb 12,1-4 (Fijos los ojos en Jesús… que soportó la cruz”); Lc 12,49-53 (“He venido a traer fuego sobre la tierra”)
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: El “fuego” de amor se enciende en el mundo cuando alguien se decide, como Jesús y con él, a compartir la vida con los hermanos. Es el único “fuego” que chamusca las ansias de poder y de dominio que arruinan todas las naciones y originan todas las guerras. Por esto “Cristo es nuestra paz” (Efes 2,14) y con el vivimos el gozo de la esperanza. “En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos” (1Jn 3,16). Así fue el gesto “martirial” de San Maximiliano Kolbe.
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: “La mirada amorosa de la Madre contemplando al Niño que duerme, confiado, en su regazo, es una invitación para que aprendamos a ver, a través de sus ojos, a Jesús presente en nuestros prójimos, y a recordar que formamos parte de una misma familia humana llamada a la convivencia fraterna y solidaria” (Papa Francisco, 15 julio 2022)

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