viernes, 1 de julio de 2022

 



Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!

Misericordia para el pecador
1 de julio de 2022
Viernes de la decimotercera semana del tiempo ordinario
Lecturas para hoy

San Junípero Serra, Sacerdote—EE.UU. Memorial Opcional

“Los sanos no necesitan médico, pero los enfermos sí. Ve y aprende el significado de las palabras, Misericordia deseo, no sacrificio. No he venido a llamar a justos sino a pecadores”. Mateo 9:12-13

Jesús no vino por los “justos”, sino por los “pecadores”. Esto puede sorprender al principio porque parece que Jesús debería haber dicho que Él vino por todas las personas, los justos y los pecadores. Pero lo que debemos entender es que nadie es verdaderamente justo. En otras palabras, todo el mundo es un pecador que necesita al Salvador.

Al hablar de esta manera, Jesús se está dirigiendo a la actitud farisaica de los fariseos que parecían pensar que Jesús solo debería asociarse con aquellos que no tenían pecado. Los fariseos actuaron como si fueran "justos" y que Jesús solo debería asociarse con ellos y con cualquier otro que no fuera conocido públicamente como pecador.

Lamentablemente, el pecado de los fariseos fue de una naturaleza mucho más grave que los pecados de los recaudadores de impuestos y los demás pecadores que acudieron a Jesús. Los fariseos eran culpables del pecado del orgullo espiritual y estaban pecando al presumir que eran justos. Cuando uno no ve su pecado, Dios no puede perdonarlo porque no se arrepiente.

Aunque esta es una poderosa condenación de los fariseos y otros que son culpables de ser farisaicos, también es una invitación de Jesús a todos los que admiten fácilmente su pecado. Cuando podamos humillarnos ante la perfección de Dios y ver nuestros pecados a la luz de Su gloria, seremos tentados a desesperarnos y sentir vergüenza por nuestros pecados. Pero la vergüenza se convertirá en alegría y libertad cuando permitimos que nuestro Señor actúe como el Médico Divino en nuestras vidas. El propósito de Su vida terrenal fue traer sanidad a nuestras heridas del pecado. Cuando nos demos cuenta de cómo Su perfecta misericordia nos sana perfectamente, correremos hacia Él con facilidad.

Reflexiona hoy sobre cuán listo y dispuesto estás para confesar tus pecados a Jesús. No dudes en confiar en Su perfecto amor por ti y en abrirte plenamente a Su divina misericordia.

Señor de perfecta misericordia, me dirijo a Ti en mi necesidad y admito mi pecado y culpa. Me arrepiento de haberte ofendido y sé que eres la única respuesta por mi pecado. Por favor, ten piedad de mí, amado Señor, y perdóname por todos mis pecados. Jesús, en Ti confío.



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