Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 Días con Santa Faustina
Reflexión 71: Nuestra pequeñez y nuestra nada
Es una gracia de Dios vernos como somos. ¿Y qué vamos a ver si nos vemos así? Veremos nuestra miseria y nuestra nada. Al principio, esto puede no ser tan deseable. Incluso puede parecer contrario a la dignidad que tenemos en Cristo. Pero esa es la clave. Nuestra dignidad está “en Cristo”. Sin Él, no somos nada. Somos miseria y nada por nosotros mismos (Ver Diario #256).
Hoy, no te ofendas ni tengas miedo de reconocer tu “nada”. Si al principio no te sienta bien, pídele a Dios la gracia de verte como eres sin Él. Verás rápidamente que sin nuestro divino Salvador, eres verdaderamente miserable en todos los sentidos. Este es el punto de partida para una profunda gratitud que te permite darte cuenta más plenamente de todo lo que Dios ha hecho por ti. Y cuando veas esto, te alegrarás de que Él haya venido a encontrarte en esta nada y te haya elevado a la dignidad de Su precioso hijo.
Señor, que vea mi miseria y mi miseria este día. Que llegue a comprender que sin Ti no soy nada. Y en esa comprensión, ayúdame a estar eternamente agradecido por el precioso regalo de convertirme en Tu amado hijo en gracia. Jesús, en Ti confío.
365 Días con Santa Faustina
Reflexión 71: Nuestra pequeñez y nuestra nada
Es una gracia de Dios vernos como somos. ¿Y qué vamos a ver si nos vemos así? Veremos nuestra miseria y nuestra nada. Al principio, esto puede no ser tan deseable. Incluso puede parecer contrario a la dignidad que tenemos en Cristo. Pero esa es la clave. Nuestra dignidad está “en Cristo”. Sin Él, no somos nada. Somos miseria y nada por nosotros mismos (Ver Diario #256).
Hoy, no te ofendas ni tengas miedo de reconocer tu “nada”. Si al principio no te sienta bien, pídele a Dios la gracia de verte como eres sin Él. Verás rápidamente que sin nuestro divino Salvador, eres verdaderamente miserable en todos los sentidos. Este es el punto de partida para una profunda gratitud que te permite darte cuenta más plenamente de todo lo que Dios ha hecho por ti. Y cuando veas esto, te alegrarás de que Él haya venido a encontrarte en esta nada y te haya elevado a la dignidad de Su precioso hijo.
Señor, que vea mi miseria y mi miseria este día. Que llegue a comprender que sin Ti no soy nada. Y en esa comprensión, ayúdame a estar eternamente agradecido por el precioso regalo de convertirme en Tu amado hijo en gracia. Jesús, en Ti confío.
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