domingo, 9 de enero de 2022

LA CREACIÓN DEL CIELO Y DE LA TIERRA

 


LA CREACIÓN DEL CIELO Y DE LA TIERRA

 

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.

 

Y dijo Dios:

 

«Que exista la luz.»

 

Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla: llamó Dios a la luz «día»; a la tiniebla, «noche». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

 

Y dijo Dios:

 

«Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas.»

E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y así fue. Y llamó Dios a la bóveda «cielo». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.

 

Y dijo Dios:

 

«Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.»

 

Y así fue. Y llamó Dios a los continentes «tierra» y a la masa de las aguas la llamó «mar». Y vio Dios que era bueno.

 

Y dijo Dios:

 

«Verdee la tierra hierba verde, que engendre semilla y árboles frutales que den fruto según su especie, y que lleven semilla sobre la tierra.»

Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

 

Y dijo Dios:

 

«Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra.»

 

Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

 

Y dijo Dios:

 

«Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo.»

 

Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hace pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo:

 

«Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra.»

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.

 

Y dijo Dios:

 

«Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.»

 

Y así fue. E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno.

 

Y dijo Dios:

 

«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.»

 

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo:

 

«Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.»

 

Y dijo Dios:

 

«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra -a todo ser que respira- la hierba verde les servirá de alimento.»

 

Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.

 

Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos. Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él descansó de todo el trabajo que Dios había hecho cuando creó. Ésta es la historia de la creación del cielo y de la tierra.

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