martes, 11 de enero de 2022

EL PRIMER PECADO

 


EL PRIMER PECADO
La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer:
«¿Con que Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?»
La mujer contestó a la serpiente:
«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; sólo del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: "No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte."»
La serpiente replicó a la mujer:
«No es verdad que tengáis que morir. Bien sabe Dios que, cuando comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal.»
La mujer se dio cuenta de que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; y cogió un fruto, comió, se lo alargó a su marido, y él también comió. Entonces, se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
Oyeron luego al Señor, que se paseaba por el jardín, a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios, entre los árboles del jardín. Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo:
«¿Dónde estás?»
Éste contestó:
«Te oí andar por el jardín, y tuve miedo, porque estoy desnudo. Por eso me escondí.»
El Señor Dios le replicó:
«Y ¿quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?»
Respondió el hombre:
«La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y comí.»
Dijo, pues, el Señor Dios a la mujer:
«¿Por qué lo has hecho?»
Y contestó la mujer:
«La serpiente me sedujo, y comí.»
Entonces el Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón.»
A la mujer le dijo:
«Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con trabajo darás a luz a tus hijos. Pero tu deseo te impulsará hacia tu marido, y él te dominará.»
Al hombre le dijo:
«Por haber accedido a la voz de tu mujer, comiendo del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito el suelo por tu culpa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Brotará para ti cardos y espinas, y comerás las hierbas del campo. Con sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado, porque eres polvo y al polvo volverás.»
El hombre llamó «Eva» a su mujer, por ser ella la madre de todos los vivientes.
El Señor Dios hizo pellizas para el hombre y su mujer, y se las vistió. Y el Señor Dios dijo:
«Mirad, el hombre es ya como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. No vaya a echarle mano al árbol de la vida, coja de él, coma y viva para siempre.»
Y el Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde lo había sacado. Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y la espada llameante que se agitaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.
Del libro del Génesis 3, 1-24


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