viernes, 5 de enero de 2018

Enseñanzas de tres reyes magos

orar con el corazon abierto


ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios


Viajan tres Reyes de Oriente cuando nació Jesús, en Belén de Judea, y se presentan en Jerusalén y preguntan a Herodes: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo».
La figura de estos tres reyes me invita a tomar conciencia de varios aspectos que afectan directamente a mi propia vida. Me enseñan, primero, que debo estar siempre atento porque Dios aparece en el momento menos inesperado. Esto requiere predisposición en el corazón y apertura en el alma y en la mente porque si todo lo tengo ocupado en preocupaciones baladís, en la riqueza exterior y en la autocomplacencia o en lo que me obsesiona Dios no puede realizar su signo en mi interior. Solo cuando uno se mantiene vigilante es capaz de distinguir la Estrella que lleva a Belén.
Los magos son unos inconformistas. Han vislumbrado un signo que les lleva a descubrir otro signo. Eso te hace comprender que la vida del creyente exige largas caminatas que requieren esfuerzo y compromiso para defender la verdad y la autenticidad. Vivir el Evangelio desde el amor. Cuando uno se compromete con el Evangelio es capaz de distinguir la Estrella que conduce a Belén.
La grandeza de aquellos reyes sabios es su humildad. No están revestidos de arrogancia ni desean imponer su visión del Evangelio. Tienen una certeza y esa certeza vive en su interior. Dios da la luz, incluso en la oscuridad del desierto. Aquellos tres reyes se cuestionan todo a la Luz de Dios porque son conscientes de que el Evangelio exige reflexión e interiorización, intercambio y mucha oración. No se avergüenzan de acudir al otro, de pedir ayuda y consejo porque lo que desean es poner en práctica el Evangelio. Cuando uno es capaz de preguntar y cuestionarse las cosas más sencillas es capaz de distinguir la Estrella que lleva a Belén.

Y lo más hermoso. Para alcanzar aquel pesebre humilde y sencillo donde mora el Niño Dios están dispuestos a entregar sus bienes más preciados. En sus cofres llevan oro —que honra a Cristo como Rey—, incienso —que honra a Cristo como Dios— y mirra —que honra a Cristo como Hombre y Mesías que sufrió y entregó su vida por nosotros— pero lo importante es que ofrecen su propio ser. Se entregan a si mismos para que la humanidad entera por medio de la entrega personal se maraville de la presencia de Dios y encuentren señales en todos los rincones de la tierra. Y eso te permite comprender que cuando uno está preparado para darlo todo, entonces puede ver con claridad la estrella que ilumina el portal de Belén. La estrella que te permite adorar cada día al mismo Dios.

 ¡Niño Dios, quisiera en unos días presentarme ante ti como hicieron los reyes llegados de Oriente en profunda adoración! ¡No permitas, Señor Jesús, presentarme en el portal de Belén con las manos vacías sino con la ofrenda de mi propio ser! ¡Que pueda ofrecer mi oración sincera, mi entrega desinteresada, mis sacrificios por amor, mi humildad plena, mi generosidad llena! ¡Que sepa, Señor Jesús, contemplarte en los que me rodean! ¡Quiero ofrecerte lo mejor de mi, mi corazón, mi amor, mi mente, mis palabras, mis sentimientos, mis actos, en definitiva, todo mi ser! ¡Quiero postrarme como hicieron los Reyes Magos con el corazón contrito y alegre, unirme a la felicidad de María y José y de los pastores! ¡Quiero ser uno contigo, Señor, marcado por el amor y la entrega generosa a los demás! ¡Quiero, Señor, que en el momento que me arrodille ante ti en el pesebre de Belén sanes mis rencores, mis dolores, mis enfermedades interiores, mis sufrimientos, mis heridas, mi falta de perdón, mis tentaciones, mis faltas de amor! ¡Como los Reyes Magos, Señor, quiero creer aunque no vea, quiero estar siempre pendiente de los signos de Dios en mi vida para reconocerlos siempre y aceptarlos por amor a Ti! ¡Que mi corazón, Señor, sienta la misma alegría que sintieron los Reyes Magos al verte en el pesebre de Belén y aprenda a valorar el gran amor que Dios siente por cada uno de nosotros! ¡Ayúdame, Señor, a ser estrella que acerque a los demás a Ti que eres la luz que ilumina, la paz que llena el corazón y la alegría que transforma nuestra vida!


No hay comentarios. :

Publicar un comentario