EL QUE AMA A DIOS Y AL PRÓJIMO CUMPLE LA LEY ENTERA Y LOS PROFETAS
Por Gabriel González del Estal
1.- “Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas. Lo primero que quiero decir es que lo más original de Jesús en estas frases es que equipara, declara semejante al mandamiento de amar a Dios el mandamiento de amar al prójimo. Es decir, que nadie puede amar cristianamente a Dios si no ama cristianamente al prójimo y nadie puede amar cristianamente al prójimo si no ama cristianamente a Dios. Las palabras “amor” y “amar” se emplean y se han empleado con múltiples significados en nuestra vida cotidiana. Por “amor” o “desamor” se puede matar y salvar, construir o destruir, ser feliz o desgraciado. Por eso, es necesario, cuando los cristianos hablamos de amor, añadir a esta palabra el adjetivo “cristiano”. Pues bien, dicho esto, es importante que reflexionemos sobre estas palabras de Jesús: el mandamiento del amor a Dios y al prójimo sostienen la Ley entera y los profetas. En este caso, al decir: amar la Ley entera, se refiera a la Ley judía expresada principalmente en los libros bíblicos que componen el Pentateuco. Esto lo hacían escrupulosamente los fariseos, a los que Jesús tantas veces criticó. Se trata, pues, de amar también y cumplir lo que dicen los profetas bíblicos. A muchos profetas bíblicos: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, etc. los persiguieron y a algunos los mataron judíos que se creían fieles cumplidores de la Ley. Los profetas exigen no sólo cumplir la letra de la Ley, sino cumplir con el verdadero espíritu a la Ley, que no es otro que amar cristianamente a Dios y al prójimo. Es en este sentido en el que debemos preguntarnos nosotros, los cristianos, ahora: ¿cumplimos el mandamiento principal de Jesús, su evangelio, fijándonos no sólo en la letra, sino en el espíritu de lo que dice? La ley de Jesús, su mandamiento nuevo y principal, es amar a Dios y al prójimo como él nos amó. Si cumplimos no sólo literal, sino también espiritualmente, este mandamiento hemos cumplido la ley entera y los profetas.