jueves, 1 de marzo de 2018

Historias de la Biblia: El profeta que se casó con una prostituta


 Gelsomino del Guercio | Mar 01, 2018

El caso de Oseas, entre amor, venganza y perdón, parece una telenovela!

¡Oseas, el profeta que se casó con una prostituta! Una cosa inaudita cuyo sentido se le escapaba también a un fariseo llamado Simón, que invitó a Jesús a su casa, y que cuando una prostituta del pueblo entró y besó los pies de Jesús, no pudo evitar un pensamiento de desprecio: “Si fuera de verdad un profeta, sabría quién y qué clase de mujer le abraza los pies”.
A Oseas (se calcula que vivió alrededor del 730 a.c.) Dios le dijo que se casara con Gomer, la prostituta, la cual dio a luz a dos hijos, cuyos nombres representan las consecuencias del pecado del pueblo de Israel: No-amada y No-mi-pueblo.
Es para asombrarse: al profeta se le pide que se haga cargo de la condición pecaminosa de todo un pueblo. En términos evangélicos, puede decirse que el profeta carga sobre sí el pecado de un pueblo y él mismo se convierte en pecado y en pecador, al casarse con una mujer que es símbolo mismo del pecado de idolatría de Israel.

Es muy interesante al respeto subrayar que la palabra hebrea para designar la prostitución significa también idolatría. Con lo que Oseas, casándose con Gomer, es imagen de Dios, que hace una alianza con un pueblo idólatra que le traiciona.

Amor, venganza y perdón

El Dios de Oseas es un Dios enamorado, casado y luego traicionado por su pueblo que prefiere a Baal, la divinidad cananea cuyo nombre literalmente significa Amo. Israel no ha comprendido el amor de un Dios que ama como un marido fiel, y se vuelve a dioses que son como amos.
Pero el Dios de Oseas es también un Dios enfadado que promete venganza:
“La castigaré por los días dedicados a Baal, cuando seguía a sus amantes y se olvidaba de mí” (Oseas, 2,13).
Así dice Oseas, pero de repente, la llama de este amor perdona y olvida y, en los versículos siguientes, el profeta exclama:
“Por ello, la seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré al corazón […]. Te haré mi esposa para siempre, te haré mi esposa en justicia y en derecho, en amor y benevolencia, te haré mi esposa en la fidelidad y tú conocerás al Señor” (Oseas, 2,14/19-21)).
Esta declaración de amor es uno de los momentos más bellos del libro, y quizás si para los católicos el matrimonio es un sacramento que muestra el amor de Dios, se debe también a este profeta, que es imagen y figura de Jesús y su amor por la Iglesia.

Verdadera religión

Una de las palabras más importantes del libro es conocer al Señor. El pecado de Israel nace justo de aquí, de considerar a Dios como a un ídolo más, un “amo”, venerado y rezado cuando se quieren obtener sus favores o satisfacer las propias necesidades.
Por eso, el pobre Oseas muestra con su desgraciado matrimonio que Dios no es así, sino que ama a su pueblo como un esposo y quiere una relación íntima y personal con él, y que perdona a pesar de las traiciones a su amor.

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