Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora para que pasase de este mundo al Padre, como amaba a los suyos, los que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Y mientras cenaban, cuando el diablo había ya puesto en el corazón de Judas, el Iscariote, hijo de Simón, el entregarlo, sabiendo que su Padre todo se lo había dado a Él en las manos, que había venido de Dios y que a Dios volvía. se levantó de la mesa, se quitó sus vestidos, y se ciñó un lienzo. Luego, habiendo echado agua en un lebrillo, se puso a lavar los pies de sus discípulos y a enjugarlos con el lienzo con que estaba ceñido. Llegando a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿Tú lavarme a mí los pies?” Jesús le respondió: “Lo que Yo hago, no puedes comprenderlo ahora, pero lo comprenderás después. Pedro le dijo: “No, jamás me lavarás Tú los pies”. Jesús le respondió. “Si Yo no te lavo, no tendrás nada de común conmigo”. Simón Pedro le dijo: “Entonces, Señor, no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “Quien está bañado, no necesita lavarse [más que los pies], porque está todo limpio. Y vosotros estáis limpios, pero no todos”. Él sabía, en efecto, quién lo iba a entregar; por eso dijo: “No todos estáis limpios”. Después de lavarles los pies, tomó sus vestidos, se puso de nuevo a la mesa y les dijo: “¿Comprendéis lo que os he hecho? Vosotros me decís: «Maestro» y «Señor», y decís bien, porque lo soy. Si, pues, Yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis unos a otros lavaros los pies, porque os he dado el ejemplo, para que hagáis como Yo os he hecho.
Juan XIII, 1-15
"Domingueras Prédicas I"
R.P. Leonardo Castellani
Jueves Santo
Promesa de la Eucaristía, Devoción al Santísimo Sacramento (1965)
Dado que en el Domingo IV de Cuaresma hablé de la Institución del Santísimo Sacramento y el fundamento de nuestra fe en él, que son los textos más claros y terminantes que hay en toda la Sagrada Escritura, hoy hablaré con franqueza y sencillez de la devoción al Santísimo Sacramento: de la devoción antigua, de la devoción actual, del fundamento de la devoción.
El texto de mi sermón es muy largo para decirlo de memoria: voy a leer casi todo el cap. VI de San Juan, el Recitado-Promesa de la Eucaristía, dicho en la Sinagoga de Cafarnao después de la Primera Multipanificación. Como saben, los Galileos quisieron arrebatarlo y proclamarlo Rey, Cristo huyó a la Montaña, y a la noche vino caminando sobre las aguas en tormenta a la barca de Pedro que rumbeaba hacia Cafarnao; y allí lo encontraron las turbas que lo buscaban, al otro día, enseñando en la Sinagoga de Cafarnao; y le dijeron en tono de reproche:
-Maestro ¿cuándo viniste aquí?- queriendo decir en vez de "¿cuándo?" más bien "¿por qué?". Y allí comienza el sermón dialogado:
-En verdad os digo:
me andáis buscando
no ya precisamente por haber visto el milagro,
sino porque habéis comido del pan
y panza llena alaba a Dios.
Conseguid no la comida que perece,
mas la que permanece
hacia la vida eterna
que os dará el Hzjo del Hombre.
Dicen ellos:
-¿Qué haremos para conseguir
las obras de Dios?
Dice Jesús:
-Esta es la obra de Dios:
que creáis en aquél
que Él envió.
Dicen ellos:
-¿Qué señal haces tú
para que te veamos y creamos?
Nuestros Padres en el desierto
comieron el maná -como está escrito:
Un pan del cielo les diste a comer ...
Dice Jesús:
-De verdad os digo:
No Moisés dio a vosotros pan del cielo.
Mi Padre os da el genuino pan del cielo.
Este es el pan de Dios:
Aquel que descendió del cielo
y da la vida al mundo.
Dicen ellos:
-Seiior, danos tú siempre dése pan.
Dice Jesús:
-Y o soy el pan de vida.
Aquel que venga a mí no tendrá hambre,
y aquel que crea en mí no habrá más sed.
Y a os lo he dicho, y vosotros
me veis y no creéis.
Los que mi Padre a mí me da, a mí vienen,
y aquel que viene a mí, no lo echo afuera.
Pues descendí del cielo
no para hacer mi voluntad
sino la voluntad del que me manda.
Y ésta es la voluntad del que me manda,
Mí Padre,
que todo el que Él me dio, yo no lo pierda,
pero lo resucite
en el último día.
Esta es la voluntad
del Padre que me manda:
que todo el que ve al Hijo,
todo quien crea en Él,
tenga la vida eterna,
y yo lo he de resucitar
en el último día.
Pero murmuraban de Él los judíos porque había dicho: Yo soy el pan viviente que descendió del cielo; diciendo: "¿No es este el Jesús, el hijo de José, del cual conocemos el padre y la madre?¿ Cómo diablos dice éste: Yo descendí del cielo?"
Respondió Jesús y dijo:
-No murmuréis entre vosotros.
Ninguno puede a mí venir
sí el Padre, el que manda, no lo trae
y yo lo he de resucitar
en el último día.
En los Profetas está escrito:
serán todos docibles para Dios.
Todo aquel que es docible a Dios y aprende,
viene a mí.
No que ninguno pueda ver al Padre
sino a aquel que de Dios vino,
ése ve al Padre.
De verdad, yo os digo:
quien cree en mí, tiene la vida eterna.
Hasta aquí Cristo habla de la fe y sólo indirectamente si acaso del Sacramento de la Fe: "YO soy el pan vivo que desciende del cielo". Primero hay que comer a Cristo en la fe, después en el Sacramento; y si no se come primero en la fe, de nada sirve comerlo en el Sacramento -dice San Agustín. Pero desde aquí, comienza Cristo a hablar del Sacramento:
-Yo soy el pan de vida.
Vuestros padres en el desierto
comieron el maná, pero murieron.
Este es el pan del cielo descendido
para si alguien lo come,
ése no muera.
Y o soy el pan viviente
que desciende del cielo.
Si alguien deste pan comiere
vivirá eternamente,
y el pan que yo daré es mi carne
para la vida del mundo.
Discutían entre ellos los judíos diciéndose uno al otro:
-¿Cómo puede éste darnos
su carne de comer?
Dice Jesús:
-Verdad, verdad os digo:
Si no comiereis la carne
del Hijo del Hombre
no tendréis vida en vosotros.
El que come mi carne
y bebe mi sangre
tiene vida eterna.
Mi carne es realmente comida,
Mi sangre es realmente bebida.
El que come mi carne
y bebe mi sangre,
en mí queda y yo en él.
Como vivo mi Padre me mandó,
y yo vivo por mi Padre,
así aquel que me come,
él también vive por mí.
Este es el pan del cielo descendido,
no como comieron vuestros padres
el maná en el desierto
y después murieron.
El que come este pan
vivirá eternamente.