jueves, 19 de septiembre de 2024

MISAL DIARIO Palabra de Dios. LECTURAS DEL VIERNES XXIV DEL T. ORDINARIO 20 DE SEPTIEMBRE SANTOS ANDRÉS KIM TAEGON PRESBÍTERO PABLO CHONG HASANG Y COMPAÑEROS MÁRTIRES (ROJO)

 Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres…




Memoria de los santos Andrés Kim Taegon, presbítero, Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires MR, p. 837 (826) / Lecc. II, p. 808


ANTÍFONA DE ENTRADA

Los santos mártires derramaron su sangre por Cristo en la tierra; por eso han obtenido el premio eterno.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que has querido multiplicar el número de tus hijos de adopción en el mundo entero, y has hecho de la sangre de los santos mártires Andrés Kim Taegon y compañeros semilla muy fecunda de vida cristiana, concédenos la fuerza de su ayuda y el estímulo de su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Si Cristo no resucitó, vana es la fe de ustedes.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 15, 12-20



Hermanos: Si hemos predicado que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de ustedes andan diciendo que los muertos no resucitan? Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, nuestra predicación es vana, y la fe de ustedes es vana.

Seríamos, además, falsos testigos de Dios, puesto que hemos afirmado falsamente que Dios resucitó a Cristo: porque, si fuera cierto que los muertos no resucitan, Dios no habría resucitado a Cristo. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
Y si Cristo no resucitó, es vana la fe de ustedes; y por lo tanto, aún viven ustedes en pecado, y los que murieron en Cristo, perecieron. Si nuestra esperanza en Cristo se redujera tan sólo a las cosas de esta vida, seríamos los más infelices de todos los hombres. Pero no es así, porque Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos.

Palabra de Dios.

MISA de Hoy ⛪ Jueves 19 de Septiembre de 2024 en #Teleamiga

levántate de donde caíste - Bishop Robert Barron

MISA DE HOY jueves 19 de septiembre de 2024 P. Hugo Armando. Arquidióces...

EVANGELIO DE HOY Jueves 19 de Septiembre, Padre Efraín, Arquidiócesis ...

San Pascual Baílon.Conquistó Corazones con su Humildad.

Misa Jueves 19 Septiembre 2024

La fe del sacerdote, 7 de 7, Comunidad

ÁNGELUS de HOY JUEVES 19 de SEPTIEMBRE de 2024 | ORACIÓN de MEDIODÍA

LAUDES de HOY JUEVES 19 de SEPTIEMBRE de 2024 - Liturgia de las Horas | ...

CORONILLA de la DIVINA MISERICORDIA de HOY JUEVES 19 de SEPTIEMBRE 2024 ...

Santo Rosario Corto de Hoy Jueves 19 de Septiembre 🙏 Misterios Luminosos...

miércoles, 18 de septiembre de 2024

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN DÍA 19 DE SEPTIEMBRE

 




PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN

Pensamiento bíblico:

Dijo Jesús a un fariseo, Simón, que lo había convidado a comer en su casa y que se escandalizaba porque el Señor dejaba que una mujer pecadora le tocara los pies: «Sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco». Y a ella le dijo: «Han quedado perdonados tus pecados... Tu fe te ha salvado, vete en paz» (Lc 7,47-50).

Pensamiento franciscano:

De la carta de san Francisco a un ministro: «En esto quiero conocer si amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo: que no haya hermano alguno en el mundo que haya pecado todo cuanto haya podido pecar, que, después de ver tus ojos, se marche sin tu misericordia, si pide misericordia. Y si él no pidiera misericordia, que tú le preguntes si quiere misericordia. Y si mil veces pecara después delante de tus ojos, ámalo más que a mí para esto, para que lo atraigas al Señor; y ten siempre misericordia de tales hermanos» (CtaM 9-11).

Orar con la Iglesia:

Oremos a Dios Padre, que en Cristo nos muestra todo su amor y paciencia.

-Para que la Iglesia sea signo de la misericordia de Dios en medio el mundo, por su espíritu de perdón, de reconciliación y de acogida.

-Para que nuestra sociedad, que fomenta el pecado y se muestra intransigente con los débiles y con los culpables, reconozca sus propias culpas y se convierta.

-Para que, en la administración de justicia, y también en nuestro trato con los demás, prevalezca el espíritu de clemencia sobre el rigor excesivo.

-Para que aprendamos que el amor de Dios es más fuerte que todas nuestras culpas.

Oración: Señor, Dios nuestro, escucha nuestras súplicas, ten compasión de nosotros y concédenos el gozo de tu perdón. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


SÉ UN EJEMPLO PARA LOS FIELES

 


Del Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores

(Sermón 46, 9: CCL 41, 535-536)


SÉ UN EJEMPLO PARA LOS FIELES


Al referirse el Señor a lo que buscan los malos pastores ya alude también a lo que descuidan; con ello quedan evidenciados los males que sufren las ovejas. Son muy pocas las ovejas bien alimentadas y sanas, es decir, aquellas a quienes no falta el sólido manjar de la verdad y se apacientan abundantemente con los dones de Dios. Pero los malos pastores ni a éstas perdonan; les parece poco descuidar a las enfermas y errantes, a las débiles y descarriadas, y llegan incluso a dar muerte a las que están fuertes y sanas. Y si estas últimas conservan la vida, viven, en todo caso, únicamente porque Dios cuida de ellas, pero por lo que se refiere a los pastores, éstos hacen lo posible por matarlas. Quizá preguntes: «¿Cómo las matan?» Pues las matan con su mala vida y con sus malos ejemplos. ¿Acaso piensas que se dijo en vano a aquel gran siervo de Dios, uno de los miembros más destacados del sumo pastor: Sé para todos modelo por tus buenas obras; y también: Sé un ejemplo para los fieles?


En efecto, con frecuencia, incluso las buenas ovejas, al ver la mala vida de los pastores, apartan sus ojos de los preceptos del Señor y se fijan más bien en la conducta del hombre, diciendo en su interior: «Si mi prelado vive de tal manera, yo, que soy simple oveja, ¿no podré hacer lo que hace él?» De esta manera el mal pastor lleva a la muerte incluso a las ovejas fuertes. Y, ¿qué piensas que hará con las demás el que, en lugar de fortalecer a las débiles, dio muerte, con su mal ejemplo, incluso a las que había encontrado robustas y sanas?


Os digo, pues, y os repito que si las ovejas viven y mantienen todavía la salud por la fuerza del Señor, recordando aquellas palabras que oyeron de su mismo Señor: Cumplid y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en sus obras, sin embargo, el que vive mal en presencia del pueblo, en cuanto de él depende, mata a aquel que contempla el mal ejemplo de su vida. Que este tal pastor no se consuele, pues, pensando que la oveja no ha muerto; vive, sin duda, pero él es un homicida. Es igual que cuando un hombre impuro mira a una mujer para desearla: aunque ella persevere casta, él ha pecado, como lo dice claramente el Señor: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. No penetró ciertamente en su habitación para pecar con ella, pero pecó en el interior de su corazón.

Jaculatoria

 


Oración de Santo Tomás de Aquino al Santísimo Sacramento

 



Oración de Santo Tomás de Aquino al Santísimo Sacramento.

¡Oh, Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido; concededme desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer verdaderamente y cumplir perfectamente en alabanza, y gloria de vuestro nombre todo lo que os agrada. Ordenad, ¡oh Dios mío!, el estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí queréis y que lo cumpla corno es menester y conviene a mi alma. Dadme, oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de Vos. A nadie desee agradar o tema desagradar sino a Vos. Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin Vos, y no ambicione cosa ninguna fuera de Vos. Séame deleitoso, Señor, cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos. Dadme, oh Dios mío, levantar a Vos mi corazón frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a vuestro servicio, hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoción. Hacedme, oh Jesús, amor mío y mi vida, obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrupción, paciente sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin inconstancia, temeroso de Vos sin desesperación, veraz sin doblez; haced que practique el bien sin presunción que corrija al prójimo sin soberbia, que le edifique con palabras y obras sin fingimientos. Dadme, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de Vos; dadme un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe; dadme un corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante; dadme un corazón libre que ninguna pasión violenta le domine. Otorgadme, oh Señor Dios mío, entendimiento que os conozca, diligencia que os busque, sabiduría que os halle, comportamiento que os agrade, perseverancia que confiadamente os espere, y esperanza que, finalmente, os abrace. Dadme que me aflija con vuestras penas aquí por la penitencia, y en el camino de mi vida use de vuestros beneficios por gracia, y en la patria goce de vuestras alegrías por gloria. Señor que vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén. 



jueves, 19 de septiembre de 2024 Santo Evangelio 19 de septiembre 2024

 


Texto del Evangelio (Lc 7,36-50):

 En aquel tiempo, un fariseo rogó a Jesús que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de Jesús, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.

Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora». Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte». Él dijo: «Di, maestro». «Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?». Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más». Él le dijo: «Has juzgado bien», y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra».

Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados». Los comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?». Pero Él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz».



«A los pies de Jesús, comenzó a llorar»


Mons. José Ignacio ALEMANY Grau, Obispo Emérito de Chachapoyas

(Chachapoyas, Perú)

Hoy, Simón fariseo, invita a comer a Jesús para llamar la atención de la gente. Era un acto de vanidad, pero el trato que dio a Jesús al recibirlo, no correspondió ni siquiera a lo más elemental.

Mientras cenan, una pecadora pública hace un gran acto de humildad: «Poniéndose detrás, a los pies de Jesús, comenzó a llorar y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume» (Lc 7,38).

El fariseo, en cambio, al recibir a Jesús no le dio el beso del saludo, agua para sus pies, toalla para secarlos, ni le ungió la cabeza con aceite. Además el fariseo piensa mal: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora» (Lc 7,39). ¡De hecho, el que no sabía con quién trataba era el fariseo!

El Papa Francisco ha insistido mucho en la importancia de acercarse a los enfermos y así “tocar la carne de Cristo”. Al canonizar a santa Guadalupe García, Francisco dijo: «Renunciar a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús; amar la pobreza, para poder amar más a los pobres, enfermos y abandonados, para servirles con ternura y compasión: esto se llama “tocar la carne de Cristo”. Los pobres, abandonados, enfermos y los marginados son la carne de Cristo». Jesús tocaba a los enfermos y se dejaba tocar por ellos y los pecadores.

La pecadora del Evangelio tocó a Jesús y Él estaba feliz viendo cómo se transformaba su corazón. Por eso le regaló la paz recompensando su fe valiente. —Tú, amigo, ¿te acercas con amor para tocar la carne de Cristo en tantos que pasan junto a ti y te necesitan? Si sabes hacerlo, tu recompensa será la paz con Dios, con los demás y contigo mismo.

La Madre de Nuestro Señor

 




María es la Madre de Dios (Theotókos), ya que por obra del Espíritu Santo concibió en su seno virginal y dio al mundo a Jesucristo, el Hijo de Dios consubstancial al Padre. 
« El Hijo de Dios... nacido de la Virgen María... se hizo verdaderamente uno de los nuestros... », 
se hizo hombre. Así pues, mediante el misterio de Cristo, 
en el horizonte de la fe de la Iglesia resplandece plenamente el misterio de su Madre. 
A su vez, el dogma de la maternidad divina de María fue para el Concilio de Éfeso 
y es para la Iglesia como un sello del dogma de la Encarnación, en la que el Verbo asume realmente en la unidad de su persona la naturaleza humana sin anularla.
CARTA ENCÍCLICA, REDEMPTORIS MATER, DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II SOBRE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

María concibió y dio a luz a la segunda persona de la Trinidad, según la naturaleza humana que El asumió.


¿Cómo puede ser María la madre de Dios, si Dios ya existía antes de que ella naciera?
En el diccionario encontramos que "madre" es la mujer que engendra. Se dice que es madre del que ella engendró. Si aceptamos que María es madre de Jesús y que Él es Dios, entonces María es Madre de Dios.
No se debe confundir entre el tiempo y la eternidad. María, obviamente, no fue madre del Hijo eternamente. Ella comienza a ser Madre de Dios cuando el Hijo Eterno quiso entrar en el tiempo y hacerse hombre como nosotros. Para hacerse hombre quiso tener madre. Gálatas 4:4: "al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer". Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios, por ende María es madre de Jesús, Dios y hombre verdadero.

Entonces, María es Madre de Dios, no porque lo haya engendrado en la eternidad sino porque lo engendró hace 2000 años en la Encarnación. Dios no necesitaba una madre pero la quiso tener para acercarse a nosotros con infinito amor. Dios es el único que pudo escoger a su madre y, para consternación de algunos y gozo de otros, escogió a la Santísima Virgen María quién es y será siempre la Madre de Dios.
Cuando la Virgen María visitó a su prima Isabel, esta, movida por el Espíritu Santo le llamó "Madre de mi Señor". El Señor a quien se refiere no puede ser otro sino Dios. (Cf. Lucas 1, 39-45).

La verdad de que María es Madre de Dios es parte de la fe de todos los cristianos ortodoxos (de doctrina recta). Fue proclamada dogmáticamente en el Concilio de Efeso, en el año 431 y es el primer dogma Mariano.

LA MATERNIDAD DIVINA

El dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.
El Concilio de Efeso, del año 431, siendo Papa San Clementino I (422-432) definió:

"Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema."

El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:
"Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66)

Narración de los hechos que hace el Evangelista San Lucas. (1 al 38)

Siendo Herodes rey de Judea, vivía allí un sacerdote llamado Zacarías. Pertenecía al grupo sacerdotal de Abías, y su esposa, llamada Isabel, era también descendiente de una familia de sacerdotes.
Ambos eran personas muy cumplidoras a los ojos de Dios y se esmeraban en practicar todos los mandamientos y leyes del Señor.
No tenían hijos, pues Isabel no podía tener familia, y los dos eran ya de edad avanzada.
Mientras Zacarías y los otros sacerdotes de su grupo estaban oficiando ante el Señor, le tocó a él en suerte, según las costumbres de los sacerdotes, entrar en el Santuario del Señor para ofrecer el incienso.
Cuando llegó la hora del incienso, toda la gente estaba orando afuera, en los patios.
En esto se le apareció un ángel del Señor, de pie, al lado derecho del altar del incienso.
Zacarías se turbó al verlo y el temor se apoderó de él.
Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada. Tu esposa Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan.
Será para ti un gozo muy grande, y muchos más se alegrarán con su nacimiento, porque este hijo tuyo será un gran servidor del Señor. No beberá vino ni licor, y estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre.
Por medio de él muchos hijos de Israel volverán al Señor, su Dios.
El mismo abrirá el camino al Señor con el espíritu y el poder del profeta Elías, reconciliará a padres e hijos y llevará a los rebeldes a la sabiduría de los buenos. De este modo preparará al Señor un pueblo bien dispuesto.»
Zacarías dijo al ángel: « ¿Quién me lo puede asegurar? Yo ya soy viejo y mi esposa también.»
El ángel contestó: «Yo soy Gabriel, el que tiene entrada al consejo de Dios, y he sido enviado para hablar contigo y comunicarte esta buena noticia.
Mis palabras se cumplirán a su debido tiempo, pero tú, por no haber creído, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto ocurra.»
El pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaban que se demorase tanto en el Santuario.
Cuando finalmente salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. Intentaba comunicarse por señas, pues permanecía mudo.
Al terminar el tiempo de su servicio, Zacarías regresó a su casa, y poco después su esposa Isabel quedó embarazada. Durante cinco meses permaneció retirada, pensando:
« ¡Qué no ha hecho por mí el Señor! Es ahora cuando quiso liberarme de mi vergüenza.»
Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María.
Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo.
Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios.
Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús.
Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.»
María entonces dijo al ángel: « ¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?»
Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo.
Para Dios, nada es imposible.»
Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» Después la dejó el ángel.

NARRACIÓN DE LOS ESPONSALES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN CON JOSÉ


Tomado del Libro de Revelaciones: LA VIDA OCULTA DE LA VIRGEN MARÍA de la BEATA Ana Catalina Emmerick

La Santísima Virgen vivía en el Templo con otras doncellas bajo la inspección de piadosas matronas. Las doncellas se ocupaban en hacer bordados y ornamentos de toda clase en las vestiduras sacerdotales, y en limpiarlas así como los enseres del Templo.
Tenían celdas pequeñas donde rezaban y meditaban y desde las cuales podían mirar al interior del Templo. Cuando ya estaban crecidas, las desposaban. Sus padres las habían ofrecido completamente a Dios al entregarlas al Templo, y desde hacía mucho tiempo reinaba entre los israelitas piadosos y devotos el silencioso presentimiento de que alguno de estos matrimonios colaboraría alguna vez a la llegada del Mesías prometido.
Cuando la Santísima Virgen llegó a los 14 años, debía dejar el Templo para casarse, junto con otras siete doncellas, y vi que su madre Ana fue allí a visitarla. Joaquín ya no vivía y Ana se había casado con otro hombre por orden de Dios.
Pero cuando ahora anunciaron a la Virgen que debía abandonar el Templo para casarse, vi que la Santísima Virgen, con el corazón muy agitado, explicó al sacerdote que ella pretendía no abandonar jamás el Templo, pues se había prometido solamente a Dios y pretendía que no la casaran. Sin embargo, le dijeron que tendría que casarse.
Acto seguido vi que la Santísima Virgen imploró fervientemente a Dios en su oratorio, y también recuerdo haber visto que María, muerta de sed de tanto rezar, bajó con su jarrita a llenarla de agua en un pozo o pilón, y allí oyó una voz sin aparición visible que le hizo una revelación que la dio consuelo y fuerzas para consentir en casarse.
Este no fue el anuncio de lo que después vi pasar en Nazaret. Pero yo misma he debido creer alguna vez que también había visto la aparición de un ángel, pues en mi juventud trastocaba a veces este cuadro con el de la Anunciación, que creía que había ocurrido en el Templo.
—LA SELECCIÓN DEL ESPOSO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Vi que unos sacerdotes llevaron ante el Santísimo en una silla a sacerdote muy anciano que ya no podía andar, seguramente el Sumo Sacerdote, y mientras ellos encendían el incienso, él rezó algo leyendo de un rollo que tenía ante sí en un atril. Arrobado en espíritu, tuvo una aparición que le puso el índice en el rollo sobre el pasaje de Isaías que dice: «Brotará una rama de la raíz de Jesé y una flor se alzará de su raíz» (Is 11, 1). Cuando el viejo sacerdote volvió en sí, leyó este pasaje y por él llegó a entender algo.
Acto seguido enviaron mensajeros a todas partes del país a convocar a todos los solteros de la estirpe de David, y cuando estuvieron reunidos en el Templo muchos de estos solteros en traje de fiesta, les fue presentada la Santísima Virgen. Vi entre ellos a un joven muy piadoso de la comarca de Belén que también había rezado siempre con gran fervor por el cumplimiento de la Promesa, y distinguí en su corazón el cálido deseo de convertirse en el esposo de María. Por su parte María volvió a su celda, derramó santas lágrimas y procuró ni pensar en que dejaría de ser virgen.
Entonces vi que el Sumo Sacerdote recibió una inspiración interior y entregó una rama a cada uno de los hombres presentes, les ordenó que la marcaran con su nombre y que la tuvieran en la mano durante la oración y la ofrenda. Cuando ya estuvo hecho todo reunieron las ramas y las pusieron en un altar delante del Santísimo. Se les anunció que aquel cuya rama hubiese florecido sería el designado por el Señor para desposarse con la Virgen María de Nazaret.
La oración y la ofrenda prosiguieron mientras ponían las ramas en el altar, y vi que aquel joven cuyo nombre ya me vendrá a la memoria, clamaba fervientemente mientras tanto con los brazos en cruz en una sala del Templo. Al expirar el plazo fijado, se deshizo en lágrimas cuando les devolvieron sus ramas a todos y les anunciaron que ninguna de ellas había florecido y que por consiguiente ninguno de ellos estaba destinado por Dios para esposo de esta virgen.
Entonces los despidieron para que volvieran a sus casas, pero aquel joven se fue al Monte Carmelo, donde los Hijos de los Profetas vivían como ermitaños desde los tiempos de Elías, y donde vivió rezando constantemente desde entonces por el cumplimiento de la Promesa.
Vi que a continuación los sacerdotes rebuscaron de nuevo los registros genealógicos por si quedara algún descendiente de David que se les hubiera pasado, y entonces encontraron el registro de seis hermanos de Belén, de los cuales uno era desconocido y no se sabía dónde estaba. Al investigar dónde vivía José, lo descubrieron no lejos de Samaria, en un lugar que está junto a un riachuelo pequeño, donde vivía solitario junto al agua y trabajaba para otro maestro carpintero.
Por orden del Sumo Sacerdote, José vino al Templo de Jerusalén con sus mejores galas. Tuvo que tener también una rama en la mano durante la oración y la ofrenda, y cuando quiso retirarla del altar delante del Santísimo, a la rama le brotó arriba una flor blanca como un lirio, mientras una aparición luminosa como el Espíritu Santo venía sobre José.
Entonces los sacerdotes reconocieron en José el esposo que Dios destinaba a la Santísima Virgen, y se lo presentaron a María en presencia de su madre. Resignada a la voluntad de Dios, María lo aceptó humildemente por esposo, pues sabía que para Dios, que había aceptado su voto de pertenecerle en cuerpo y alma solamente a Él, todo era posible.

LA ANUNCIACIÓN DE MARÍA

SAN JOSÉ MARÍA DE YERMO Y PARRES SACERDOTE FUNDADOR

 



19 DE SEPTIEMBRE SAN JOSÉ MARÍA DE YERMO Y PARRES SACERDOTE FUNDADOR

SAN JOSÉ MARÍA DE YERMO Y PARRES

SACERDOTE FUNDADOR

PALABRA DE DIOS DIARIA

El sacerdote José María de Yermo y Parres nació en la Hacienda de Jalmolonga, municipio de Malinalco, Edo. de México el 10 de noviembre de 1851, hijo del abogado Manuel de Yermo y Soviñas y de María Josefa Parres. De nobles orígenes, fue educado cristianamente por el papá y la tía Carmen ya que su madre murió a los 50 días de su nacimiento. Muy pronto descubrió su vocación al sacerdocio.

A la edad de 16 años deja la casa paterna para ingresar en la Congregación de la Misión en la Ciudad de México. Después de una fuerte crisis vocacional deja la familia religiosa de los Paúles y continúa su camino al sacerdocio en la Diócesis de León, Gto. y allí fue ordenado el 24 de agosto de 1879. Sus primeros años de sacerdocio fueron fecundos de actividad y celo apostólico.

Fue un elocuente orador, promovió la catequesis juvenil y desempeñó con esmero algunos cargos de importancia en la curia, a los cuales por motivo de enfermedad tuvo que renunciar. El nuevo obispo le confía el cuidado de dos iglesitas situadas en la perifería de la ciudad: El Calvario y el Santo Niño. Este nombramiento fue un duro golpe en la vida del joven sacerdote. Le sacudió profundamente en su orgullo, sin embargo decidió seguir a Cristo en la obediencia sufriendo esta humillación silenciosamente.

Un día, mientras se dirigía a la Iglesia del Calvario, se halla de improviso ante una escena terrible: unos puercos estaban devorándose a dos niños recién nacidos. Estremecido por aquella tremenda escena, se siente interpelado por Dios, y en su corazón ardiente de amor proyecta la fundación de una casa de acogida para los abandonados y necesitados. Obtenida la autorización de su obispo pone mano a la obra y el 13 de diciembre 1885, seguido por cuatro valientes jóvenes, inaugura el Asilo del Sagrado Corazón en la cima de la colina del Calvario. Este día es también el inicio de la nueva familia religiosa de las “Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres”.

Desde ese día el Padre Yermo pone el pie sobre el primer peldaño de una larga y constante escalada de entrega al Señor y a los hermanos, que sabe de sacrificio y abnegación, de gozo y sufrimiento, de paz y de desconciertos, de pobrezas y miserias, de apreciaciones y de calumnias, de amistades y traiciones, de obediencias y humillaciones. Su vida fue muy atribulada, pero aunque las tribulaciones y dificultades se alternaban a ritmo casi vertiginoso, no lograron nunca abatir el ánimo ardiente del apóstol de la caridad evangélica.

En su vida no tan larga (1851-1904) fundó escuelas, hospitales, casas de descanso para ancianos, orfanatos, una casa muy organizada para la regeneración de la mujer, y poco antes de su santa muerte, acontecida el 20 de septiembre de 1904 en la ciudad de Puebla de los Ángeles, llevó a su familia religiosa a la difícil misión entre los indígenas tarahumaras del norte de México. Su fama de santidad se extendió rápidamente en el pueblo de Dios que se dirigía a él pidiendo su intercesión. Fue beatificado por Su Santidad Juan Pablo II el 6 de mayo 1990 en la Basílica de Ntra. Sra. de Guadalupe en la Ciudad de México. Fue canonizado el 21 de mayo de 2000 en la Plaza de San Pedro.
Publicado por Padre Francisco Javier Rebollo León 

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS.https://oraciondelashoras.blogspot.com/2024/09/19-de-septiembre-jueves-xxiv-del-t.html

 






De la Feria. Salterio IV

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: SEÑOR, ¿A QUIÉN IREMOS?

Señor, ¿a quién iremos,
si tú eres la Palabra?
A la voz de tu aliento
se estremeció la nada;
la hermosura brilló
y amaneció la gracia.

Señor, ¿a quién iremos,
si tu voz no nos habla?

Nos hablas en las voces
de tu voz semejanza:
en los goces pequeños
y en las angustias largas.

Señor, ¿a quién iremos,
si tú eres la Palabra?

En los silencios íntimos
donde se siente el alma,
tu clara voz creadora
despierta la nostalgia.

¿A quién iremos, Verbo,
entre tantas palabras?

Al golpe de la vida,
perdemos la esperanza;
hemos roto el camino
y el roce de tu planta.

¿A dónde iremos, dinos,
Señor, si no nos hablas?

¡Verbo del Padre, Verbo
de todas las mañanas,
de las tardes serenas,
de las noches cansadas!

¿A dónde iremos, Verbo,
si tú eres la Palabra? Amén.

SALMODIA