Podemos enumerar varias categorías correspondientes a las diferentes actitudes del alma hacia la Cruz y, al mismo tiempo, al beneficio que el alma obtiene de ella. Algunas personas rechazan la Cruz abiertamente, y no les sirve de nada. Otros, después de algún retraso, lo retoman, y luego comienza a hacerles bien. Otros lo aceptan y, por lo tanto, les resulta más rentable. Por último, hay otros que no solo lo aceptan, sino que también lo aman y lo buscan; e incuestionablemente para ellos es rentable al más alto grado.
Examinemos, entonces, cómo debemos hacer uso de las desolaciones, y cómo debemos conducir nuestra alma durante ellas.
Todas las cruces, sin importar su origen, pueden ayudar a santificarte
En primer lugar, para sacar provecho de una cruz debemos, antes que nada, reconocerla. Parece extraño decir que debemos darnos cuenta de que tenemos una cruz. ¿Podemos ignorar que estamos sufriendo si sentimos nuestros sufrimientos?
No hay duda de que cuando llevamos una cruz sobre nuestros hombros, somos conscientes de que estamos sufriendo, pero muchas veces no nos damos cuenta del hecho de que se trata de una cruz. Pero todo sufrimiento, no importa de dónde venga, es una cruz, y en consecuencia nos lleva a Dios y es fructífero para nuestras almas. No solo los sufrimientos que Dios nos envía directamente, sino los que provienen de criaturas, el Diablo o nosotros mismos, también son cruces.
Cuando algunos sufren algo, se dicen a sí mismos: “Esto no es una cruz. Esto no es una aflicción espiritual. ”Supongamos que la afirmación es verdadera; que estoy equivocado por haber provocado ese estado de cosas. Pero ahora que estoy en esta situación dolorosa, ¿no puedo usarlo para santificarme?
Tenemos la culpa de la Cruz de Jesucristo, con la cual nos redimió. Fue precisamente la Cruz la que lo ayudó a redimirnos de los mismos pecados responsables de ello. Por lo tanto, puedo convertir las consecuencias de mis pecados en un instrumento de salud y de vida. Si el estado de mi alma es el resultado de mis fallas, puedo, si lo soporto como debería, lograr su conversión en una fuente de vida para mí.
Así, en cierto sentido, la causa de nuestras aflicciones importa p