PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
El niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Cuando lo encontraron, le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres (cf. Lc 41-52).
Pensamiento franciscano:
Dice san Francisco en su Carta a la Orden: -¡El Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, de tal manera se humilla, que por nuestra salvación se esconde bajo una pequeña forma de pan! Ved, hermanos, la humildad de Dios y derramad ante él vuestros corazones (Sal 61,9); humillaos también vosotros para que seáis ensalzados por Él. Por consiguiente, nada de vosotros retengáis para vosotros, a fin de que os reciba todo enteros el que se os ofrece todo entero (CtaO 27-29).
Orar con la Iglesia:
Al Señor Jesús, en quien el apóstol y evangelista Juan contempló la Palabra de Dios hecha carne, presentemos nuestras oraciones.
-Para que el mundo entero, por intercesión del discípulo amado, pueda conocer y amar a Cristo.
-Para que la Iglesia, por intercesión del discípulo que reclinó la cabeza en el pecho de Cristo, viva en intimidad con Dios y en servicio al hombre.
-Para que todos los que sufren, por intercesión del discípulo que nos reveló los secretos del corazón de Cristo, puedan experimentar el consuelo y la ternura del Señor que los ama.
-Para que, por intercesión del discípulo a quien Cristo confió a su Madre, nosotros la tengamos muy presente en nuestra vida.
Oración: Padre de bondad, tu Hijo, que quiso acampar entre nosotros, te presente hoy las súplicas de tu Iglesia. Acógelas benigno en tu misericordia. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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