domingo, 24 de diciembre de 2023

Ha nacido en Belén

 

¡Buenos días, gente buena!

Navidad B

Evangelio

Lucas 2, 1-14:

Por aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.

José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.

Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.

Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él».

Palabra del Señor

 El Omnipotente es un recién nacido: Belén…

Esta será una señal para ustedes: encontrarán a un niño: Todos quieren crecer en el mundo, cada niño quiere ser un hombre. Cada hombre quisiera ser rey. Cada rey quiere ser “dios”. Solo Dios quiere ser un niño…

Dios en la pequeñez: esta es la fuerza incontenible de la Navidad. El hombre quiere subir, mandar, dominar. En cambio, Dios, quiere descender, servir, dar. El nuevo orden de las cosas es el del corazón.

Había ahí unos pastores. Los envuelve una nube de alas, de cantos y de palabras felices: ¡no teman! Dios no debe causar miedo, nunca. Si da temor, no es Dios quien toca a tu vida. Dios se desarma en un recién nacido. Navidad es el cortejo que nos seduce con un niño. ¿Quién es Dios? Dios es un beso que cae a la tierra en Navidad.

Les anuncio una grande alegría: la felicidad no es una quimera, es posible y está cercana. Y será para todo el pueblo: una alegría posible para todos, si, para todos, hasta para la persona más herida y llena de defectos, no solo para los más empeñosos y serios. Y esta es la llave y la fuente de la felicidad: Hoy les ha nacido un salvador. Dios que viene a traer no tanto el perdón, sino mucho más; ha venido a brindarse a sí mismo, luz en la oscuridad, flama en el frío, amor dentro del desamor. Ha venido a poner el cromosoma divino en el respiro de cada hombre y de cada mujer. La vida misma de Dios en mí. Síntesis última de la navidad.

Y en la tierra paz a los hombres: puede haber paz, seguramente la habrá. Los violentos la destruyen, pero la paz volverá, como una primavera que no se deja atemorizar por los inviernos de la historia. A los hombres que él ama: a todos, así como somos, por lo que somos, buenos y menos buenos, amados por siempre; uno por uno, con ternura, amados sin reclamos.

Es tan hermoso que Lucas tome nota de esta visita única, a un grupo de pastores, olorosos a lana y rebaño. Hermoso para todos los pobres, los últimos, los anónimos, los olvidados. Dios comienza con ellos.

Pero Navidad es también una fiesta dramática: para ellos no hubo lugar en la posada. Dios entra al mundo desde el punto más bajo, en fila con todos los excluidos. Dios se hizo hombre para aprender a llorar. Para navegar con nosotros en este mar de lágrimas hasta que su vida y la nuestra sean un solo río. Jesús es el llanto de Dios hecho carne. Entonces yo oro: Dios mío, mi Dios niño, pobre como el amor, pequeño como un pequeño de hombre, humilde como la paja donde has nacido, mi pequeño Dios que aprendes a vivir esta nuestra misma vida. Mi Dios incapaz de agredir y de hacer mal, que vives solamente si eres amado, enséñame que no hay otro sentido para nosotros, no hay otro destino que hacernos como tú. 

¡Feliz Navidad!

¡Paz y Bien!

Fr. Arturo Ríos Lara, ofm

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