martes, 22 de noviembre de 2022

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN DÍA 23 DE NOVIEMBRE


PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN

Pensamiento bíblico:

Dijo Jesús a sus discípulos: «El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande» (Mt 7,24-27).

Pensamiento franciscano:

Dice san Francisco en su Regla: «Todos los hermanos guardémonos de toda soberbia y vanagloria. Y protejámonos de la sabiduría de este mundo y de la prudencia de la carne. Pues el espíritu de la carne quiere y se esfuerza mucho en tener palabras, pero poco en las obras; y no busca la religión y santidad en el espíritu interior, sino que quiere y desea tener una religión y santidad que aparezca exteriormente a los hombres. Éstos son aquellos de quienes dice el Señor: En verdad os digo, recibieron ya su recompensa» (1 R 17,9-13).

Orar con la Iglesia:

Oremos a Dios Padre, confiando en Jesucristo, mediador nuestro, y dejándonos guiar por el Espíritu, nuestro maestro.

-Para que la Iglesia permanezca humilde, como María, a la escucha del Espíritu y atenta a los signos de los tiempos.

-Para que los pastores de la Iglesia, dóciles al Espíritu, abran caminos a la palabra de Dios y al Evangelio en el mundo de hoy.

-Para que trabajemos por la paz en nuestra sociedad, procurando el diálogo, el respeto mutuo, la reconciliación.

-El Señor permanece a nuestro lado, según su promesa. Oremos para que, celebrando la Eucaristía y guardando su palabra, no tiemble ni se acobarde nuestro corazón.

Oración: Te lo pedimos, Padre, por Jesucristo, tu Hijo, que se ha quedado con nosotros para siempre y hace suya nuestra plegaria. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


 

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