jueves, 18 de agosto de 2022

Sin Caridad… 18 de agosto de 2022 Jueves de la vigésima semana del tiempo ordinario

 



Reflexiones Católicas Diarias
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Sin Caridad…
18 de agosto de 2022
Jueves de la vigésima semana del tiempo ordinario
Lecturas para hoy

“Los sirvientes salieron a las calles y juntaron todo lo que encontraron, tanto malos como buenos, y el salón se llenó de invitados. Pero cuando el rey entró para recibir a los invitados, vio allí a un hombre que no vestía traje de boda. Él le dijo: 'Amigo mío, ¿cómo es que entraste aquí sin traje de boda?' Pero se vio reducido al silencio. Entonces el rey dijo a sus servidores: 'Átenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes.' Muchos son invitados, pero pocos son elegidos”. Mateo 22:10-14

Esto puede ser bastante impactante al principio. En esta parábola el rey invitó a muchos al banquete de bodas de su hijo. Muchos rechazaron la invitación. Luego envió a sus sirvientes a reunir a cualquiera que viniera y el salón se llenó. Pero cuando entró el rey, había uno que no estaba vestido con traje de boda y podemos ver lo que le sucedió en el pasaje anterior.

Una vez más, al principio leer esto puede ser un poco impactante. ¿Este hombre realmente merecía ser atado de pies y manos y arrojado afuera a la oscuridad donde hay llanto y crujir de dientes, solo porque no tenía la ropa adecuada? Ciertamente no.

Entender esta parábola requiere que entendamos el simbolismo del vestido de boda. Esta vestidura es símbolo de quien está revestido de Cristo y, en concreto, de quien, por tanto, está lleno de caridad. Hay una lección muy interesante que aprender de este pasaje.

Primero, el hecho de que este hombre estuviera en la fiesta de bodas significa que respondió a la invitación. Esta es una indicación de fe. Por lo tanto, este hombre simboliza a alguien que tiene fe. En segundo lugar, la falta de vestido de boda significa que es alguien que tiene fe y cree todo lo que Dios dice, pero no ha permitido que esa fe impregne su corazón y su alma hasta el punto de producir una verdadera conversión y, por lo tanto, una verdadera caridad. Es la falta de caridad en el joven lo que lo condena.

Lo interesante es que es posible que tengamos fe, pero que nos falte la caridad. Fe es creer lo que Dios nos revela. ¡Pero hasta los demonios creen! La caridad requiere que abracemos esa verdad interiormente y dejemos que transforme nuestras vidas. Este es un punto importante de entender porque a veces podemos luchar con esta misma situación. A veces podemos encontrar que creemos en el nivel de la fe, pero no lo estamos viviendo. Ambos son necesarios para una vida de auténtica santidad.

Reflexiona, hoy, tanto sobre tu fe en todo lo que Dios ha dicho, como sobre la caridad que esto, con suerte, produce en tu vida. Ser cristiano significa dejar que la fe se hunda desde la cabeza hasta el corazón y la voluntad.

Señor de todo amor, que tenga profunda fe en Ti y en todo lo que has dicho. Que esa fe penetre en mi corazón produciendo amor por Ti y por los demás. Jesús, en Ti confío.



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