Presentación del Señor (2 febrero, Jornada Vida Consagrada)
Publicado el martes, 1 febrero 2022| Comentarios desactivadosen Presentación del Señor (2 febrero, Jornada Vida Consagrada)
De Corazón a corazón: Mal 3,1-4 (“Llegará a su santuario el Señor, a quien vosotros andáis buscando”) / Heb 2,14-18 (“Misericordioso, Sumo Sacerdote fiel, probado en el sufrimiento”); Lc 2,22-40 (“Llevaron a Jesús para ofrecerlo… Han visto mis ojos tu salvación… luz de las gentes… una espada atravesará tu alma”)
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: Toda la vida de Jesús es un “sí” de oblación al Padre por nosotros, siempre “lleno de gozo en el Espíritu” (Lc 10,21), para ser "la luz” y "la salvación” de todos pueblos. Así fue desde el seno de María y en sus manos maternas cuando lo presentaron en el templo. La Iglesia, como “consorte”, que comparte la misma suerte y la misma “espada” de Cristo, está llamada a hacer de la vida un “sí” oblativo y fecundo. Es la mejor participación en el sacerdocio de Cristo. La acción materna de María en la Presentación continúa ahora, para que todos los fieles sepan recibir a Cristo (“el Verbo” o “Palabra” personal de Dios), hacerse oblación con él y “transmitirlo al mundo” (Benedicto XVI, Verbum Domini, n.124).
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: Toda la Iglesia está llamada a ser como María: “La fe eclesial tiene su paradigma en el sí de María” (VDo 29). La “vida consagrada” es “visibilidad” y “memoria” de esta realidad esponsal y oblativa de la Iglesia, como “exégesis viviente de la Palabra de Jesús” (Vita consecrata, nn.1, 22, 82). La vivencia de la consagración bautismal (que es llamada a la máxima santidad) no admite rebajas, pero necesita signos creíbles y memoria viviente en el día a día.
De Corazón a corazón: Mal 3,1-4 (“Llegará a su santuario el Señor, a quien vosotros andáis buscando”) / Heb 2,14-18 (“Misericordioso, Sumo Sacerdote fiel, probado en el sufrimiento”); Lc 2,22-40 (“Llevaron a Jesús para ofrecerlo… Han visto mis ojos tu salvación… luz de las gentes… una espada atravesará tu alma”)
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: Toda la vida de Jesús es un “sí” de oblación al Padre por nosotros, siempre “lleno de gozo en el Espíritu” (Lc 10,21), para ser "la luz” y "la salvación” de todos pueblos. Así fue desde el seno de María y en sus manos maternas cuando lo presentaron en el templo. La Iglesia, como “consorte”, que comparte la misma suerte y la misma “espada” de Cristo, está llamada a hacer de la vida un “sí” oblativo y fecundo. Es la mejor participación en el sacerdocio de Cristo. La acción materna de María en la Presentación continúa ahora, para que todos los fieles sepan recibir a Cristo (“el Verbo” o “Palabra” personal de Dios), hacerse oblación con él y “transmitirlo al mundo” (Benedicto XVI, Verbum Domini, n.124).
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: Toda la Iglesia está llamada a ser como María: “La fe eclesial tiene su paradigma en el sí de María” (VDo 29). La “vida consagrada” es “visibilidad” y “memoria” de esta realidad esponsal y oblativa de la Iglesia, como “exégesis viviente de la Palabra de Jesús” (Vita consecrata, nn.1, 22, 82). La vivencia de la consagración bautismal (que es llamada a la máxima santidad) no admite rebajas, pero necesita signos creíbles y memoria viviente en el día a día.
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