sábado, 17 de julio de 2021

Un tipo diferente de Mesías 17 de julio de 2021 Sábado de la Decimoquinta Semana del Tiempo Ordinario

 



Reflexiones diarias católicas
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Un tipo diferente de Mesías
17 de julio de 2021
Sábado de la Decimoquinta Semana del Tiempo Ordinario
Lecturas de Hoy


Los fariseos salieron y consultaron contra Jesús para darle muerte. Cuando Jesús se dio cuenta de esto, se retiró de ese lugar. Mucha gente lo siguió y los curó a todos, pero les advirtió que no lo dieran a conocer. Mateo 12: 14–16

Este pasaje continúa diciendo que Jesús se retiró a un lugar más desierto para cumplir la profecía del Profeta Isaías (Isaías 42: 1–4). Esa profecía es la primera de lo que se conoce como "Los cánticos del siervo que sufre". En estas canciones o poemas de Isaías, el Mesías se nos presenta como alguien que sería enviado a una misión de Dios, sufriría injusticias por el bien de los demás, sería rechazado y, en última instancia, reivindicado y exaltado. La misión del Siervo Sufriente era llevar justicia y salvación a todos, incluso a los gentiles.

En ese momento, la idea de un rey mesiánico todavía era prominente en la mente de muchos. Anticiparon la llegada de un mesías que sería un líder político y sacaría al pueblo de Israel de la opresión, convirtiéndolos en una nación libre, próspera y poderosa. Pero Jesús actúa de manera opuesta. En lugar de levantar un ejército para combatir las malas intenciones de los fariseos y derrocar a los romanos, Jesús se retiró de ellos e invitó a la gente a acudir a Él para recibir sanidad y recibir sus enseñanzas.

Jesús cumple perfectamente la profecía de Isaías al convertirse en el Siervo sufriente. Y debido a que Su papel mesiánico fue muy diferente de lo que muchas personas habían anticipado, San Mateo nos señala la profecía de Isaías en el Antiguo Testamento como una forma de mostrar claramente que Jesús realmente era el Mesías prometido. Simplemente no era la forma de mesías que muchos esperaban. Él era Uno que era humilde y gentil de corazón. Él era Aquel que redimiría a la gente con la Sangre de Su Cruz. Y Él era Uno que extendería la salvación a todas las personas, no solo al pueblo de Israel.

Una lección que esto nos enseña es que incluso hoy podemos tener falsas expectativas de Dios. Es fácil para nosotros exponer nuestra propia idea de lo que Dios debe hacer y lo que exige la verdadera justicia. Pero también leemos en Isaías: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que tus caminos y mis pensamientos más que tus pensamientos ”(Isaías 55: 8–9).

Así como debe haber sido difícil para el pueblo de Israel llegar a aceptar al Mesías prometido como un siervo que sufre y que redime a todas las personas a través de ese sufrimiento, también es difícil para nosotros aceptar a nuestro Señor tal como es. Es difícil deshacernos de nuestras propias ideas de lo que queremos que Dios haga y esto es especialmente difícil cuando nos llama a compartir su propio sufrimiento y servicio. Servir, sufrir, sacrificar nuestras vidas y cosas por el estilo puede ser difícil de aceptar. Pero este es el camino de nuestro Señor, es el camino del Siervo de Dios sufriente.

Reflexione hoy sobre sus propias expectativas de Dios. ¿Tiene una lista larga de cosas que cree que Dios debería hacer? ¿Oras por esa lista de tus ideas, pensando que si solo pides lo suficiente, Dios te concederá tus pedidos? Si sus peticiones fluyen de Su perfecta voluntad, entonces orar por ellas con fe las hará realidad. Pero si fluyen más de ti y de tus propias ideas de lo que Dios debería hacer, entonces todas las oraciones del mundo no las harán realidad. Si esta es tu lucha, entonces trata de empezar de nuevo volviendo tus ojos al Siervo que Sufre por la salvación de todos. Reflexione sobre el hecho de que los pensamientos y caminos de Dios suelen estar muy por encima de sus propios pensamientos y caminos. Intenta humillarte ante el Siervo sufriente y abandona todas las ideas que no fluyan de Su Corazón.

Mi Siervo sufriente, te agradezco por Tu sufrimiento y muerte y por la redención que fluye de Tu sacrificio de amor. Ayúdame a deshacerme de todas las falsas expectativas que tengo de ti, querido Señor, para que me guíes solo por ti y tu misión de salvación. Jesús, en Ti confío. 




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